
La Unión Europea resolvió inmovilizar de manera indefinida aproximadamente 210.000 millones de euros en activos rusos que permanecen congelados dentro de su territorio. Según publicó Europa Press, esta medida prepara el terreno para el posible uso de estos fondos en el financiamiento del denominado "préstamo de reparación" destinado a Ucrania, una iniciativa pendiente de consenso entre los líderes del bloque en su próxima cumbre.
Este avance institucional ha intensificado la controversia entre Polonia y Hungría sobre el conflicto en Ucrania y el papel de Europa en la gestión de los recursos rusos incautados. Europa Press detalló que este domingo, el jefe de la diplomacia polaca, Radoslaw Sikorski, y su homólogo húngaro, Peter Szijjarto, cruzaron declaraciones por medio de la red social X a raíz de sus posiciones divergentes sobre el destino de los activos rusos y el grado de implicación europea en la guerra en Ucrania.
El origen del desacuerdo público estuvo en un mensaje del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien criticó duramente el accionar de la Comisión Europea. "Los bruselenses están intentando confiscar los activos rusos congelados: una declaración de guerra", afirmó Orbán, según recogió Europa Press. Orbán sostiene una postura crítica frente a las sanciones y mantiene una política próxima al Kremlin, lo que a lo largo del conflicto ha generado fricciones con otros miembros de la UE más favorables a Kiev.
En respuesta directa, Radoslaw Sikorski replicó al primer ministro húngaro desde su perfil en X con las palabras: "Viktor se ha ganado su Orden de Lenin", en alusión a la distinción más elevada que otorgaba la Unión Soviética a civiles, como destacó Europa Press. Esta alusión buscó subrayar el acercamiento de Orbán al presidente ruso, Vladimir Putin, y remarcar la distancia entre la posición húngara y la de otros socios europeos.
Peter Szijjarto, ministro de Exteriores de Hungría, acudió también a X para responder al comentario de Sikorski. De acuerdo con Europa Press, Szijjarto señaló: "Entendemos que lo que quieren es una guerra entre Rusia y Europa pero no nos dejaremos arrastrar". Con estas declaraciones, reiteró el compromiso de su país de no dejarse implicar en un conflicto directo con Rusia, alineándose con la narrativa mantenida por el gobierno de Orbán sobre la protección de los intereses húngaros ante decisiones calificadas por Budapest como arriesgadas o ilegales desde la perspectiva europea.
La confrontación continuó con una nueva intervención de Sikorski, quien volvió a acusar al ejecutivo húngaro de mantener una afinidad con Moscú. "Esa guerra no va a ocurrir a menos que Rusia invada de nuevo pero entendemos que, en ese caso, vosotros os pondríais de su parte", expresó el titular polaco de Exteriores, según el recuento de Europa Press. Dicha afirmación intensificó el reproche polaco hacia lo que consideran una postura ambigua o incluso colaboracionista del gobierno húngaro frente a la política rusa.
Europa Press consignó que este episodio en redes sociales refleja las profundas divisiones que persisten dentro de la Unión Europea en torno al conflicto armado en Ucrania y la forma de gestionar los recursos económicos rusos bloqueados. Si bien el acuerdo sobre la inmovilización indefinida de los 210.000 millones de euros representa un avance en la coordinación de los Veintisiete, la implementación de medidas adicionales para canalizar esos fondos hacia Ucrania genera tensiones políticas entre los Estados miembros con posiciones opuestas acerca de la mejor estrategia.
La propuesta del "préstamo de reparación" a Ucrania constituye el próximo desafío que afrontarán los líderes europeos en la cumbre, y aún requiere de consenso tanto en los mecanismos legales como en los controles para evitar controversias judiciales o nuevas fracturas políticas internas. Las posiciones de países como Polonia y Hungría continúan evidenciando los obstáculos existentes para una acción plenamente integrada en la Unión sobre cuestiones vinculadas al conflicto entre Rusia y Ucrania.

