China conmemora el aniversario de la masacre de Nankín en medio de nuevas tensiones diplomáticas con Japón

Autoridades y ciudadanos participaron en actos conmemorativos por las víctimas del ataque cometido en la década de 1930, bajo creciente tensión entre Pekín y Tokio tras recientes advertencias sobre posibles incidentes que pongan en riesgo a residentes extranjeros

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La advertencia emitida por la Embajada de Japón en China para sus ciudadanos residentes antes del aniversario de la masacre de Nankín señaló un posible incremento del sentimiento antijaponés, solicitando que eviten zonas concurridas por japoneses y que no usen ropa que los identifique con esa nacionalidad. En este contexto de tensiones bilaterales, el sábado se celebró en Nankín la conmemoración de una de las mayores matanzas perpetradas en la Segunda Guerra Mundial, hecho que mantiene una fuerte carga histórica y emocional para la población china. Según publicó el medio, el acto de recuerdo se llevó a cabo mientras las relaciones diplomáticas entre China y Japón atravesaban un nuevo episodio de crisis.

Miles de personas formaron parte del homenaje en el memorial de Nankín para recordar la masacre ocurrida cuando el Ejército Imperial japonés ocupó la ciudad y cometió el asesinato de más de 200.000 civiles, conforme a las estimaciones del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente. Las autoridades chinas elevan el cálculo de fallecidos a más de 300.000, cifra superior a la reconocida anteriormente, según detalló la agencia oficial Xinhua. Además, el relato sobre ese periodo señala una extendida violencia sexual: más de 20.000 mujeres y niñas fueron víctimas de violación durante la ocupación. China eligió el 13 de diciembre como fecha oficial para rememorar el comienzo de estos hechos, ya que ese día en 1937 marcaría la entrada de las tropas japonesas a la ciudad.

De acuerdo con el medio, la conmemoración ocurre al mismo tiempo que las relaciones entre Pekín y Tokio se ven impactadas por recientes declaraciones de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, quien dejó abierta la posibilidad de desplegar militares japoneses en un posible escenario de conflicto con China respecto a Taiwán. Pekín consideró estas palabras una injerencia y un aliento al militarismo, acusando a la líder japonesa de traspasar los límites diplomáticos e intensificar la desconfianza entre los gobiernos.

El memorial realizado en la plaza pública del Salón Conmemorativo de las Víctimas de la Masacre reunió a residentes vestidos de negro y portando flores blancas en el pecho; la bandera nacional permaneció a media asta y los sobrevivientes asistieron como testigos directos del recuerdo. A las 10:01 horas sonaron las sirenas en toda la ciudad: el tráfico se detuvo y los conductores tocaron sus bocinas de manera coordinada, mientras transeúntes guardaron un minuto de silencio, según consignó la agencia estatal.

Las disculpas oficiales por parte de autoridades japonesas tras la Segunda Guerra Mundial han sido reconocidas por sucesivos gobiernos, no obstante, sectores conservadores, incluidos algunos primeros ministros como el fallecido Shinzo Abe, han puesto el énfasis en la conveniencia de mirar hacia adelante, una postura que ha generado desacuerdos sobre cómo debe abordarse el pasado entre ambas naciones. Estas diferencias históricas permanecen vigentes y resurgen especialmente durante fechas claves como la mencionada conmemoración.

El acto conmemorativo se desarrolló bajo una vigilancia especial a raíz de las recomendaciones emitidas por la Embajada de Japón, que pidió a expatriados japoneses extremar precauciones ante posibles incidentes derivados del ambiente de tensión. Según reportó el medio, estas directrices apuntan a evitar enfrentamientos y actos de hostilidad que pudieran surgir coincidiendo con el aniversario, dada la sensibilidad de la fecha en la memoria colectiva china y el contexto de confrontación política.

Las narrativas y cifras sobre la masacre siguen siendo un punto de fricción en la relación sino-japonesa. China mantiene que el saldo de víctimas superó ampliamente los números reconocidos internacionalmente, hecho que subraya como símbolo del sufrimiento nacional bajo la ocupación extranjera y lo incorpora al discurso oficial en los foros internacionales. A su vez, los actos y políticas de gobiernos japoneses conservadores, que proponen resignificar el pasado y favorecer una agenda orientada al futuro, generan nuevos episodios de desencuentro en materia de memoria histórica.

El desarrollo reciente de la política exterior japonesa, enfatizado tras las afirmaciones de la primera ministra sobre un posible despliegue militar en caso de conflicto alrededor de Taiwán, añadió elementos de tensión a la conmemoración de este año. China interpretó estas declaraciones no solo como una amenaza sino también como una muestra de alineación con un enfoque militarista, lo que intensificó la sensibilidad diplomática alrededor de las actividades conmemorativas en suelo chino.

Durante la jornada, la capital provincial fue escenario de múltiples gestos de respeto colectivo, tras lo cual distintos portavoces y medios oficiales remarcaron la importancia de transmitir la memoria de la masacre a las nuevas generaciones, presentándola como un llamado a rechazar la guerra y promover la paz. Según la agencia Xinhua y otros medios citados, la continuidad de estas ceremonias y la atención mediática prestada forman parte de la estrategia china para mantener vivo el recuerdo frente a las corrientes que buscan minimizar el pasado o relegarlo frente a los desafíos políticos contemporáneos.