
El accidente que costó la vida al piloto de un helicóptero mientras realizaba misiones de búsqueda y rescate ha puesto en evidencia la magnitud de los riesgos que enfrentan los equipos de emergencia en Sri Lanka, donde continúan las labores para localizar a centenares de personas desaparecidas tras las intensas inundaciones. Según informó el Centro de Gestión de Desastres de Sri Lanka (DMC), la cifra oficial de fallecidos asciende a 355 tras el desastre causado por las lluvias torrenciales, mientras que 366 personas permanecen en paradero desconocido. Las autoridades alertan que el número de víctimas fatales podría incrementarse en las próximas jornadas, dado que muchas áreas del país siguen inaccesibles debido a los daños.
De acuerdo con la agencia DMC, las operaciones de búsqueda y rescate han continuado durante cuatro días consecutivos, aunque la persistencia de zonas aisladas por corrimientos de tierra y destrucción de infraestructuras representa un obstáculo considerable. Los distritos de Kandy, Nuwara Eliya y Bedulla se ubican entre los más afectados, con un recuento que supera el centenar de deslizamientos registrados en estos territorios, precisó el medio.
El domingo, el presidente Anura Kumara Dissanayake decretó el estado de emergencia pública en todo el país, con el objetivo de "garantizar la seguridad, mantener el normal funcionamiento del país y salvaguardar los suministros y servicios necesarios para la vida pública", según consignó el medio. El mandatario calificó el desastre como uno de los eventos naturales más graves en la historia del país y valoró los esfuerzos realizados por los trabajadores de emergencias y protección civil, quienes operan en condiciones especialmente peligrosas.
Más de un millón cien mil personas se han visto afectadas directamente por las inundaciones, detalla la información oficial, lo que implica desplazamientos forzados, daños a la infraestructura y limitaciones en los servicios básicos. Las corrientes han arrasado con comunidades y viviendas en varios puntos del territorio, obligando a las autoridades a poner en marcha amplios operativos de auxilio y atención a damnificados.
El Departamento de Meteorología del Gobierno ceilandés ha advertido, según los reportes difundidos, que las lluvias persistirán en las siguientes horas en distintas regiones, incrementando el riesgo de nuevos siniestros. Los vientos han alcanzado velocidades de hasta 90 kilómetros por hora, mientras que las olas en zonas costeras se han elevado hasta tres metros de altura, lo que, según la agencia estatal, ha generado una situación marítima "muy agitada" en numerosos enclaves.
La continuidad de las precipitaciones y el deterioro de las condiciones climáticas dificultan las operaciones en el terreno, resaltó el DMC. Las autoridades han movilizado recursos adicionales, incluidas fuerzas armadas y equipos especializados, para acceder a las zonas más perjudicadas.
Con las infraestructuras de transporte y comunicación dañadas en varias áreas y la cantidad de desaparecidos aún significativa, la emergencia sigue exigiendo la actuación coordinada de organismos locales y nacionales, detalla el DMC. Los equipos de emergencia han tenido que superar terrenos inestables y múltiples obstáculos derivados de los corrimientos de tierra, lo que ralentiza el acceso a comunidades aisladas.
El impacto socioeconómico empieza a ser cuantificado por las autoridades, que identifican pérdidas considerables en vivienda, agricultura y medios de vida en los distritos afectados, según publicó el medio. Al mismo tiempo, se han establecido refugios temporales para atender a las familias desplazadas, aunque las limitaciones de suministros y la amenaza de nuevas lluvias complican la gestión humanitaria.
La persistencia de condiciones meteorológicas extremas mantiene en alerta a gran parte del territorio, e instituciones como el DMC han instado a la población a mantener precauciones y atender únicamente a la información oficial respecto a las previsiones y alertas. Las autoridades han reiterado la prioridad de proteger a la población civil y ofrecer respuesta coordinada ante el aumento previsto de lluvias y la posibilidad de que nuevas áreas se vean afectadas por desbordamientos y deslizamientos en los días siguientes.

