Al menos un muerto y 15 heridos en un nuevo ataque ruso contra Kiev

El bombardeo obligó a reorganizar la asistencia hospitalaria y los protocolos de emergencia, mientras las autoridades urgen a no abandonar los refugios ante la amenaza de más incursiones, según informaron fuentes oficiales y Europa Press

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El arribo de un misil hipersónico Kinzhal, lanzado por un avión MiG-31K en el marco de la última ofensiva, incrementó la preocupación de las autoridades ucranianas ante la posibilidad de daños extendidos y repeticiones de ataques contra infraestructuras vitales y zonas residenciales de Kiev. Este recurso tecnológico, según detalló Europa Press, formó parte de la operación ejecutada durante la noche en la capital ucraniana que resultó en el fallecimiento de una persona y dejó quince heridos, incluyendo un menor de trece años y una mujer que permanece en estado grave, conforme a información suministrada por fuentes oficiales y recogida por el mismo medio.

Los efectos de la ofensiva desencadenaron graves complicaciones en la red hospitalaria de Kiev, que se vio obligada a adaptar sus servicios y protocolos frente a la magnitud de la emergencia. De acuerdo con el informe de Europa Press, la reducción significativa del suministro de agua potable y los frecuentes cortes de energía eléctrica afectaron el funcionamiento de los hospitales y la capacidad de los equipos médicos para responder efectivamente ante la llegada masiva de heridos. Las bajas temperaturas de la temporada intensificaron las dificultades de atención, obligando a modificar estrategias operativas para salvar vidas en condiciones adversas.

El distrito de Sviatoshinski, epicentro del bombardeo, sufrió daños materiales considerables tanto en edificaciones como en las infraestructuras que proveen servicios esenciales. Europa Press publicó que la interrupción de estos servicios complicó de forma crítica la labor de los servicios de emergencia y rescatistas, quienes debieron redoblar los esfuerzos para localizar sobrevivientes y retirar escombros. A raíz de estas circunstancias, las autoridades pusieron en marcha planes de contingencia, añadiendo turnos y reforzando el personal sanitario para gestionar la atención a los pacientes graves, en un contexto marcado por la presencia de menores entre las víctimas.

La coordinación entre diferentes ramas de los equipos de emergencia, defensa y protección civil se convirtió en un elemento clave para contener el impacto de la ofensiva. El operativo, que se extendió durante toda la noche, incluyó la movilización de brigadas armadas, técnicas y civiles, priorizando la restauración de la electricidad y el agua en los sectores más perjudicados, de acuerdo con los datos proporcionados por Europa Press. La presión sobre la logística hospitalaria se hizo evidente cuando ocho personas requirieron hospitalización de urgencia, desafiando la capacidad de respuesta bajo la amenaza continua de nuevos bombardeos.

Simultáneamente, la población de Kiev experimentó una abrupta alteración de su rutina diaria, estableciendo una convivencia constante con la alarma aérea y la incertidumbre. Europa Press remarcó que la activación masiva de sirenas llevó a que los habitantes permanecieran por largos periodos en refugios, mientras las autoridades difundían reiteradamente mensajes para evitar salidas innecesarias hasta el cese de la amenaza. Timur Tkachenko, jefe de la administración militar local, realizó un llamado urgente a la ciudadanía pidiendo mantener la permanencia en los refugios: “Las operaciones de rescate y la retirada de escombros continúan en todos los lugares afectados. El ataque sobre la capital sigue en curso. ¡No salgan de los refugios hasta que finalice la alarma aérea!”, según recogió Europa Press.

La ofensiva rusa del ataque en Kiev se caracterizó por el lanzamiento combinado de misiles de crucero y drones, estrategia que obligó a la constante vigilancia del espacio aéreo y al endurecimiento de las medidas de prevención para la población. Europa Press consignó que estos ataques, por su capacidad destructiva y su reiteración, dificultan el establecimiento de la normalidad, al tiempo que las autoridades deben mantener la comunicación activa con los habitantes, actualizando protocolos y dirigiendo recursos a las áreas más gravemente afectadas.

El alcance del conflicto también tuvo manifestaciones fuera de Ucrania, específicamente en la región rusa de Volgogrado, donde el impacto de un dron produjo dos heridos leves y daños en edificios de viviendas y depósitos de materiales de construcción, según reportó Europa Press. Las víctimas no necesitaron hospitalización. Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa ruso informó —en declaraciones igualmente citadas por Europa Press— sobre la interceptación de ciento ocho drones ucranianos en zonas como Bélgorod, Rostov, Crimea, Riazán, Krasnodar, Voronezh, Lipetsk, Kursk, Astracán, Kalmykia, Volgogrado y el mar de Azov. Las autoridades rusas justificaron estas acciones bajo el objetivo de proteger infraestructuras consideradas clave y velar por la seguridad de la población civil.

Por otro lado, el contexto político en Kiev se vio sacudido por la dimisión de Andri Yermak, jefe de la oficina presidencial y uno de los principales colaboradores del presidente Volodímir Zelenski, quien renunció tras un allanamiento en su vivienda como parte de una investigación por presuntos hechos de corrupción, tal como detalló Europa Press. Este evento se suma a la compleja coyuntura institucional que enfrenta el gobierno ucraniano, encargado de gestionar la emergencia y coordinar la respuesta ante la guerra y sus derivaciones.

La severidad del ataque y la sucesión de incidentes han obligado a los habitantes de Kiev y sus alrededores a modificar su vida diaria, adaptándose a un entorno de alerta constante y alteración abrupta de sus actividades cotidianas. Europa Press enfatizó que la restauración de servicios básicos como la electricidad y el agua continúa siendo un desafío, ya que la persistencia de amenazas limita la reactivación plena de la infraestructura urbana.

La actividad de los servicios de rescate, el personal sanitario y los equipos de reconstrucción se desarrolla bajo la presión de un entorno marcado por la posibilidad de recurrentes bombardeos y el deterioro de las condiciones necesarias para la vida diaria, situación que, según Europa Press, mantiene a la capital ucraniana en un estado de tensión prolongada, con consecuencias directas en la estructura social y urbana. Las autoridades insisten en la necesidad de mantener la vigilancia y la adecuada comunicación con la población, mientras evalúan y atienden el avance de necesidades derivadas del desarrollo del conflicto y los daños persistentes sobre los recursos esenciales.