Redacción Medioambiente, 27 nov (EFE).- La contaminación que generan los puertos y aeropuertos supone un riesgo creciente para la salud de la población cercana y, además, el control de la calidad del aire en esas zonas es limitado y no refleja su impacto real, según un informe de la Agencia Europea del Medioambiente (EEA).
Tras analizar los niveles de polución en torno a los grandes puertos y aeropuertos de 18 países europeos, la EEA ha concluido que las concentraciones ambientales de NO2 (dióxido de nitrógeno) "se duplicaron en algunas zonas cuando el viento soplaba desde los aeropuertos o puertos, en comparación con otras direcciones del viento".
Los niveles de NO2 en los puertos y aeropuertos fueron "sistemáticamente más altos que en las regiones circundantes, en algunos casos por encima del límite anual revisado para 2030 en la UE", apunta el informe publicado este jueves.
La EEA advierte de que las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) contaminantes procedentes del transporte marítimo y aéreo están aumentando.
"Se prevé que el transporte marítimo se convierta en la principal fuente de contaminación atmosférica relacionada con el transporte en las ciudades costeras para 2030", señala.
Cerca de los aeropuertos "se encontraron concentraciones elevadas de partículas ultrafinas en comparación con los niveles de fondo", aunque se necesitan mediciones estandarizadas para realizar evaluaciones coherentes.
Esta falta de control es otro de los problemas a los que se refiere el documento, que subraya que "la supervisión actual de la calidad del aire en torno a algunos puertos y aeropuertos es limitada y no refleja plenamente su impacto".
"Es fundamental", indica, "contar con un buen diseño de la red para evaluar los posibles daños para la salud humana".
Aunque algunas regiones próximas a puertos y aeropuertos mostraron niveles elevados de PM2,5 (partículas finas con un diámetro inferior a 2,5 micras), resulta complejo atribuirlo a las emisiones de estas instalaciones por sí solas.
En concentraciones de NO2, los puertos de El Pireo y de Nápoles son los que presentan niveles más elevados, seguidos de Marsella, Barcelona y Amberes. En cambio, en las zonas circundantes las mediciones disponibles indican que son Rotterdam, Amberes, Nápoles y El Pireo los que ofrecen peores números.
En cuanto a PM2,5, destaca con diferencia El Pireo, por delante de Nápoles y Barcelona. Las peores zonas circundantes son en este caso las mismas.
El análisis de NO2 en los aeropuertos muestra que los de Milán, Lisboa y Madrid tienen las concentraciones más altas. Las zonas que rodean el aeródromo de la ciudad italiana son también las más contaminadas por NO2, seguidas de las de Dusseldorf, Bruselas y Ámsterdam.
Si se analizan las PM2,5, los aeropuertos de Milán, Bucarest, Varsovia y Atenas arrojan las peores concentraciones, al igual que sus zonas de influencia.
El informe insta a mejorar la vigilancia de la contaminación atmosférica en estos centros de transporte y sus alrededores y recuerda que la contaminación atmosférica sigue siendo el principal riesgo para la salud ambiental en Europa, con múltiples repercusiones en la salud humana. EFE
