
El director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, recordó este miércoles que las centrales nucleares de Jmelnitski y Rivne también han experimentado importantes limitaciones operativas debido a los daños causados en subestaciones eléctricas clave para la seguridad, según publicó el medio. En este contexto, Grossi enfatizó la necesidad urgente de encontrar una solución “a largo plazo” que permita mantener los sistemas de refrigeración de la planta nuclear de Zaporiyia, después de un reciente corte de suministro eléctrico que, según él, incrementó notablemente “el riesgo de un accidente nuclear”. El dirigente del OIEA subrayó que, a medida que el conflicto militar se agrava en Ucrania, la amenaza sobre la seguridad de las instalaciones nucleares resulta cada vez mayor. “El hecho de que aún no haya ocurrido un accidente no significa que no pueda ocurrir. De hecho, el riesgo aumenta a medida que se intensifica el conflicto militar”, sostuvo Grossi durante una sesión de la Junta de Gobernadores del organismo, según consignó el medio.
El responsable del OIEA puntualizó que la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, afrontó una desconexión total de la red eléctrica externa a finales de septiembre. Aunque dos líneas resultaron finalmente restauradas tras las negociaciones entre Ucrania y Rusia para establecer altos el fuego puntuales que permitieran las labores de reparación, la vulnerabilidad de la instalación persiste. Según detalló el medio, las líneas de Dniprovska y Ferosplavna se reconectaron a finales de octubre y el 8 de noviembre, respectivamente, permitiendo restablecer la electricidad necesaria para la operación segura de la central.
Durante los períodos en los que la planta quedó sin acceso al suministro externo de energía, los generadores diésel de emergencia se activaron para mantener en funcionamiento los sistemas esenciales de refrigeración. Esos equipos resultan críticos, ya que sin refrigeración se eleva el peligro de sobrecalentamiento de los núcleos de los reactores y del combustible usado, lo que podría dar paso a una fuga radiactiva o a un accidente de grandes dimensiones.
La planta de Zaporiyia permanece inactiva en términos de producción eléctrica desde hace más de tres años, manteniendo sus seis reactores en estado de parada fría. No obstante, según informó el medio, la central requiere de un flujo constante de energía para alimentar los sistemas encargados de enfriar los reactores y el combustible gastado almacenado. El OIEA, a través de Grossi, advirtió que la precariedad del suministro eléctrico debido a la escalada bélica acrecienta la posibilidad de incidentes, recordando que la aparente estabilidad solo se mantiene por la intervención de recursos de emergencia y reparaciones puntuales.
Grossi remarcó que la central de Zaporiyia no constituye la única instalación amenazada, dado que los recientes ataques afectaron también a otras plantas nucleares ucranianas. Jmelnitski y Rivne han operado con capacidades reducidas durante casi dos semanas como resultado de los daños infligidos a infraestructuras eléctricas indispensables para garantizar su seguridad, reportó el medio.
El OIEA solicitó reiteradamente un marco de protección y una solución sostenible para evitar que la repetición de interrupciones en el suministro eléctrico termine por provocar un accidente nuclear, dadas las condiciones de volatilidad e inseguridad derivadas del conflicto armado en la región. Grossi concluyó que la comunidad internacional debe priorizar la adopción de medidas que aseguren la integridad y el funcionamiento seguro de las centrales nucleares en Ucrania mientras persistan los riesgos relacionados con la guerra, informó el medio.

