
Al señalar que las legislaciones recientes dedicadas a la memoria histórica y democrática resultan en una “memoria contaminada por los sesgos ideológicos de las leyes de memoria histórica y democrática”, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, puso de relieve su opinión sobre el modo en que estas normas afectan el ambiente político en el país, según informó el medio original. Estas declaraciones tuvieron lugar en el discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de la CEE, celebrada esta semana en Madrid, donde Argüello abordó, además, el medio siglo transcurrido desde la muerte de Francisco Franco y el papel que ha desempeñado la Iglesia católica en el contexto social e histórico de España.
De acuerdo con el resumen publicado por el medio, Argüello definió la ley de memoria democrática como un “instrumento de polarización ideológica al servicio de los intereses políticos del presente más que cauce para ahondar en la reconciliación que los años de la Transición lograron”. Para el presidente de la CEE, estas normas intentan rehabilitar y honrar a las víctimas de la dictadura y buscar la sepultura digna de quienes permanecen en fosas y cunetas, pero según su visión, sus verdaderos efectos profundizan la confrontación ideológica.
Durante su intervención, el máximo responsable de la Conferencia Episcopal propuso que los próximos tres años, enmarcados en la proximidad de los cincuenta años de la Constitución previstos en 2028, deberían consagrarse a un proceso de “purificación de la memoria.” Argüello sugirió este camino como alternativa a lo que considera una “memoria contaminada” por políticas legislativas recientes, manteniendo el enfoque en la reconciliación conseguida durante el periodo de la Transición española.
El medio también detalló que Argüello dedicó parte de su discurso a repasar el recorrido institucional de la Iglesia católica tras la muerte de Francisco Franco. El presidente de la CEE recordó que, “hace cincuenta años, la mayoría de los obispos de España, hombres que habían conocido la guerra y la posguerra, dedicaron a Franco palabras de elogio y agradecimiento, además de pedir sufragios por su alma y orar por el futuro inmediato de España.” Refirió expresamente las declaraciones públicas y solemnes del cardenal Tarancón, quien presidía entonces la CEE, y del cardenal primado don Marcelo, citando estos episodios como reflejo de la trayectoria que ha experimentado la Iglesia española, desde una fase de adhesión al régimen franquista hasta “el distanciamiento crítico” promovido en la era del Concilio Vaticano II y bajo el pontificado de Pablo VI.
Las palabras de Argüello relatan esa evolución, pasando de un vínculo institucional con las estructuras del franquismo hacia una postura crítica alineada con los nuevos aires procedentes del Concilio y las orientaciones vaticanas. Según consignó el medio, la narrativa presentada enfatiza el contraste entre la respuesta de la Iglesia en 1975 y su posición actual frente a los temas de memoria y reconciliación nacional.
En el contexto de la Asamblea Plenaria, el presidente de la CEE expuso su planteamiento sobre el papel de la Iglesia en los debates sociales actuales. Insistió en que, más allá de las leyes de memoria histórica y democrática, corresponde avanzar hacia una interpretación de la historia reciente que permita superar la confrontación política. Argüello propuso que al conmemorarse el aniversario de la Constitución española se busque también promover una memoria colectiva menos condicionada por intereses políticos contemporáneos y más enfocada en la restauración de la convivencia.
Durante este discurso inaugural, Argüello situó a la Iglesia en el debate nacional manifestando que la memoria y la identidad religiosa deben contribuir a la cohesión social y no ser empleadas como elementos divisivos. Estas afirmaciones, recogidas por el medio de referencia, dan cuenta de la postura actual de los obispos ante la legislación sobre memoria histórica, así como del reconocimiento del proceso de transformación que ha experimentado la Iglesia durante el último medio siglo, alejándose del colaboracionismo mantenido con el régimen franquista para situarse en una actitud de revisión crítica y apertura a la autocrítica institucional.

