Violencia en el Catatumbo sabotea la “paz total” de Gustavo Petro en Colombia

Las montañas del Catatumbo, en el este de Colombia, son tan peligrosas que la policía y el Ejército no suelen alejarse mucho de sus cuarteles por miedo a los francotiradores.

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(Bloomberg) -- Las montañas del Catatumbo, en el este de Colombia, son tan peligrosas que la policía y el Ejército no suelen alejarse mucho de sus cuarteles por miedo a los francotiradores.

Los tiradores ocultos en la selva tienen lealtades diversas, desde cárteles de la droga hasta guerrillas marxistas. Pero todos ellos están, en última instancia, en el mortífero negocio de imponer su control sobre los campos de coca de la región, la materia prima de la multimillonaria industria de la cocaína en Colombia.

Durante la última semana, la región del Catatumbo, que recibe su nombre del río que la atraviesa, ha sido escenario del brote de violencia más intenso en una década. El origen del terrorismo es un grupo guerrillero marxista que quiere tomar el control total de los laboratorios de cocaína de la zona, las pistas de aterrizaje clandestinas y las rutas de contrabando hacia Venezuela.

El Ejército de Liberación Nacional, o ELN, lanzó una ofensiva para intentar expulsar a un grupo rival, y sus combatientes fueron de puerta en puerta con listas para matar a los agricultores locales sospechosos de apoyar a sus enemigos. La violencia ya ha cobrado al menos 80 vidas y ha desplazado a 36.000 personas.

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El baño de sangre en el Catatumbo es otro golpe para los intentos del presidente Gustavo Petro de buscar la “paz total” a través de conversaciones con las guerrillas y los ejércitos privados de los narcotraficantes. El empeoramiento de la seguridad en todo el país y la propagación de bandas criminales en zonas que antes eran pacíficas han hecho que muchos colombianos se impacienten con los intentos de negociar con grupos que extorsionan, secuestran y trafican cocaína.

El fracaso de la estrategia de Petro podría favorecer a los candidatos conservadores a la presidencia y al Congreso en 2026, que pueden atraer a los votantes que anhelan una ofensiva militar, según Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis.

El “orden público” ahora es el mayor problema de Colombia, según una encuesta de Invamer publicada en diciembre, superando las preocupaciones sobre la economía y la corrupción.

Según Guzmán, esto va a ser fundamental para las elecciones.

Récord de cocaína

La violencia ha provocado una crisis de refugiados, con miles de personas que se dirigen a la capital provincial, Cúcuta, en busca de protección. Otros se han ido a Venezuela.

Uno de los refugiados es Francisco, que se escondió en los árboles cuando los combatientes del ELN vestidos con trajes de combate fueron a buscarlo a su finca en Tibú, el municipio que produce más coca que ningún otro en Colombia.

“Yo estaba en la finca, cuando unos hombres que vestían uniformes verdes con brazaletes del ELN llegaron preguntando por mí. Al escuchar mi nombre, salí corriendo por la parte de atrás y me escondí en el rastrojo”, dijo Francisco, que pidió no revelar su apellido por temor a represalias. “Ahí estuve como dos o tres horas, pidiéndole a mi Dios que no me fueran a ver”. Huyó de la zona cuando oscureció.

Aunque el Catatumbo es actualmente la región más afectada, varias milicias armadas están luchando en todo el país, en la costa del Pacífico, a lo largo de la cordillera de los Andes, en las llanuras ganaderas del este y en la Amazonía. Los combates se han extendido a veces al otro lado de la frontera venezolana.

Gran parte de los combates actuales tienen su origen en la desmovilización del mayor grupo guerrillero de Colombia, las FARC, que acordó en 2016 entregar sus armas y formar un partido político a cambio de promesas de reforma agraria, escaños en el Congreso y otros beneficios.

Antes de eso, las FARC eran lo suficientemente poderosas en muchas regiones como para mantener a raya a sus rivales, pero su desaparición desató una lucha por el control de las zonas que habían abandonado, con una producción récord de cocaína que agravó la situación.

En 2024, había 58 grupos armados ilegales operando en el país, según el centro de investigación política CERAC, con sede en Bogotá. Estos grupos estaban presentes en 281 municipios colombianos el año pasado, frente a los 215 de 2021, el año anterior a la toma de posesión de Petro.

La superficie de tierra cultivada con coca en Colombia aumentó un 10% el año pasado, hasta alcanzar la cifra récord de 253.000 hectáreas. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, eso es suficiente para producir más de 2.600 toneladas de cocaína.

Esto genera unos US$14.000 millones en ingresos anuales para los grupos armados ilegales de Colombia, según Daniel Mejía, profesor de economía en Bogotá que ha investigado las drogas y la delincuencia.

Problemas políticos

Los votantes conservadores de Colombia aún no se han unido en torno a un solo candidato. Pero las senadoras Paloma Valencia y María Fernanda Cabal, el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y la periodista Vicky Dávila, se encuentran entre los posibles candidatos presidenciales que podrían beneficiarse del estado de ánimo actual, según Guzmán.

“Yo no creo que ellos vayan a lograr un acuerdo con nadie”, dijo Valencia. “Lo que el gobierno va a tener que entender es que le toca volver a la lucha antidrogas”.

En 2002, la violencia de los rebeldes y el fracaso de las conversaciones de paz llevaron a la elección del mentor de Valencia, Álvaro Uribe, quien ordenó una ofensiva militar masiva contra la guerrilla, lo que debilitó a los combatientes, aunque no logró eliminarlos.

Por ahora, las áreas rurales de Colombia siguen siendo ingobernables, y eso podría deteriorar rápidamente las relaciones entre Petro y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Colombia ha sido uno de los aliados más cercanos de Washington en América Latina durante décadas y el mayor receptor de ayuda estadounidense en la región.

Pero dado que Trump está prometiendo intensificar la guerra contra los cárteles, Colombia podría incluso perder su certificación de socio en la guerra contra las drogas. Eso pondría al país en la misma categoría que Bolivia y la Venezuela de Nicolás Maduro, y limitaría el acceso a algunas ayudas y préstamos.

Aun así, aunque esto podría afectar la reputación de Colombia, no causará un gran daño económico, dado que la ayuda de EE.UU. no es tan significativa como lo era a principios de siglo, según Adam Isacson, que estudia la política entre EE.UU. y Colombia en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos.

Los combates en el Catatumbo también han causado fricciones con Maduro, que hasta hace poco mantenía relaciones cordiales con el gobierno de Petro.

Muchos de los trabajadores que cosechan coca en el Catatumbo son venezolanos. Algunos han huído de regreso a su país en los últimos días, a través del río, en motos o en automóviles, a menudo ondeando banderas blancas.

Las fuerzas armadas de Venezuela han tolerado durante mucho tiempo, y a veces incluso han ayudado, a los diversos grupos armados colombianos, como el ELN, que operan a ambos lados de la frontera.

Esta semana, Petro señaló que Venezuela tiene parte de la culpa de la fuerza del ELN.

“El poder actual del ELN no es conseguido internamente”, aseveró el martes en una publicación en X.

Por su parte, Maduro envió el miércoles aviones militares de fabricación rusa para patrullar la frontera en una demostración de fuerza. En ocasiones, Maduro ha intentado despertar el sentimiento nacionalista avivando las disputas con países extranjeros cuando se enfrenta a protestas en su país.

Traducción editada por Paulina Steffens.

Nota Original: Cocaine Violence Driven by Marxist Guerrilla Army Rocks Colombia

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--Con la colaboración de Fabiola Zerpa, Andreina Itriago Acosta y Patricia Laya.

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