Kinsasa, 20 ene (EFE).- El Ejército de la República Democrática del Congo (RDC) y el poderoso grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), que combaten en el noreste del país, usaron armas explosivas en zonas densamente pobladas en al menos 150 ocasiones entre enero y julio del pasado año, lo que causó la muerte de más de 100 civiles, denunció Amnistía Internacional (AI).
"En pleno repunte de los combates, el M23 y el Ejército deben dejar de disparar cohetes, morteros y otros explosivos con efectos de área amplia en zonas densamente pobladas", señaló en un comunicado remitido a EFE este lunes la secretaria general de AI, Agnès Callamard.
Este tipo de armas "intrínsecamente imprecisas" dificultan la diferenciación entre combatientes y civiles en el conflicto, señaló la organización, al destacar que el lanzamiento de "ataques indiscriminados" que maten o hieran a civiles es un crimen de guerra bajo el derecho internacional humanitario.
"Los civiles, incluyendo a desplazados internos hacinados en campamentos improvisados en toda la región, siguen corriendo un grave riesgo de morir o resultar heridos a causa de los cohetes y otras armas explosivas utilizadas por las partes del conflicto", alertó Callamard.
Para llevar a cabo su investigación, AI entrevistó a sesenta personas, visitó algunos de los lugares bombardeados y analizó decenas de imágenes y documentos tanto de las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC) como del M23, además de otros actores.
Más de cincuenta de los civiles asesinados, más de la mitad del total, murieron en solo tres ataques de los ataques documentados por la organización en el citado periodo, por los que las partes no han rendido cuentas ante la Justicia.
El 25 de enero de 2024, por ejemplo, un proyectil de artillería, probablemente disparado por las FARDC, alcanzó una casa en la localidad de Mweso, situada a unos 100 kilómetros de Goma, la capital de la provincia de Kivu del Norte.
El ataque mató a 19 personas e hirió a otras 25, incluyendo 15 niños, pero AI no encontró rastro de objetivos militares en el lugar impactado ni cerca de él y fuentes médicas confirmaron que no había combatientes entre las víctimas atendidas.
En otra ocasión, el pasado 3 de mayo, varios cohetes cayeron cerca de Goma, probablemente disparados por el M23 en respuesta al fuego del Ejército, que había tomado posiciones cerca de los campos de desplazados que rodean esta estratégica ciudad.
Uno de esos cohetes cayó en un campamento de desplazados y mató a 18 civiles, entre ellos 15 niños, seis de ellos menores de cinco años, además de herir a 30 personas (28 de ellas, mujeres y niños).
"La explosión fue ensordecedora. Decenas de tiendas volaron por los aires. Los cuerpos de los muertos, muchos de ellos niños, estaban despedazados, mientras los heridos pedían ayuda desesperadamente. Era apocalíptico", explicó a AI un hombre de 46 años, cuya hija menor resultó gravemente herida en el ataque en el campo.
Además del aumento de muertos, el incremento en el uso de este tipo de armas exclusivas ha provocado también un aumento de los civiles heridos, lamentó la organización.
Así, por ejemplo, un médico en un hospital de Goma aseguró a AI que su centro trató más civiles heridos por explosivos entre febrero y mayo de 2024 que en todo 2023.
La actividad armada del M23 -que, según ha confirmado la ONU, cuenta con el apoyo de la vecina Ruanda- se reactivó en 2022 después de años de relativa calma y, desde entonces, el grupo ha avanzado por varios frentes hasta situarse cerca de Goma, que ya ocupó durante diez días en 2012.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco). EFE