Antonio Sánchez Solís
Bucarest, 7 dic (EFE).- Aparte de las posibles irregularidades en su masiva campaña en redes sociales, el triunfo del prorruso Calin Georgescu en la primera vuelta de la presidenciales rumana, ahora anulada, obliga a los partidos tradicionales a reaccionar y reconectar con un electorado muy desencantado.
Así lo entiende Costin Ciobanu, un politólogo experto en el comportamiento de los votantes, y que afirma que la situación social y política en el país, tras la pandemia de la covid y la crisis inflacionista, había generado las condiciones para el crecimiento de la derecha radical.
De momento, todo el proceso electoral para las presidenciales ha sido anulado por el Tribunal Constitucional, ante la acumulación de irregularidades, que van desde dudas en la legalidad de la financiación de la campaña del candidato ultranacionalista y la posible injerencia de Rusia.
Con una inflación récord del 10 % en 2023 y 5 % para 2024, y un tercio de la población en riesgo de pobreza, la percepción generalizada es que el país no se ha beneficiado del ingreso en la Unión Europea (UE) en 2007, y que los dos grandes partidos, el socialdemócrata PSD y el liberal-conservador PNL, están desconectados de los votantes.
Únicamente el 40 % de la población está satisfecha con la democracia, 35 años después del fin de la dictadura comunista, y sólo uno de cada 10 confía en los partidos políticos.
La gran coalición entre el PSD y el PNL ha contribuido a ese descontento, desencadenando así el ambiente para que cale el discurso anti europeísta, ultranacionalista y conservador de Georgescu, un candidato independiente que hizo su campaña básicamente en las redes sociales, sin apenas mítines ni intervenciones en los medios tradicionales
El PSD y el PNL perdieron más de 15 puntos porcentuales en las elecciones legislativas de hace una semana, en las que el ultranacionalista AUR, que apoya a Georgescu, quedó segundo.
"Creo que Georgescu ha sido, en cierto modo, un hábil emprendedor político en el sentido de que fue capaz de captar este tipo de agravios, este tipo de furia", indica a EFE Ciobanu.
Con todo, este analista recuerda que el discurso de líder ultra, con muchas referencias religiosas y un tono mesiánico, es el del "típico populista capaz de identificar las causas, pero sin decir realmente demasiado en términos de posibles soluciones".
Sus promesas de una Rumanía casi autárquica, que produzca su propia comida y energía y no esté sometida a intereses extranjeros, han convencido sobre todo a los rumanos de entre 18 y 35 años, y a quienes viven en el extranjero.
Uno de esos convencidos es Adrian, de 42 años, empleado en un hotel, que afirma haber trabajado en varios países europeos, y que denuncia en una charla informal con EFE que "Rumanía es una dictadura".
Aunque afirma que no votó, mantiene que los partidos tradicionales tienen a Rumanía entregada a poderes extranjeros, y critica su pertenencia a la UE y a la OTAN.
Para reconectar con esos votantes desencantados, ante las nuevas elecciones presidenciales que podrían celebrarse en primavera, Ciobanu cree que el nuevo Gobierno debe asegurar primero un presupuesto que reduzca el déficit público.
Está por ver si las cuatro fuerzas moderadas y europeístas, que sumaron el 55 % de los votos en las legislativas, acuerdan algún tipo de coalición. Los partidos de extrema derecha sacaron alrededor del 33 %.
Pero también será importante que los partidos hayan aprendido la lección y presenten "candidatos más populares, que tengan la confianza del electorado".
En la primera ronda de las presidenciales, celebradas el 24 de noviembre, los aspirantes del PSD y del PNL quedaron fuera de la segunda vuelta electoral por primera vez desde el fin de la dictadura comunista en 1989.
Uno de ellos podría ser Nicusor Dan, antiguo líder del partido liberal USR y que este año fue reelegido alcalde de Bucarest, como candidato independiente, con casi el 50 % de los votos.
Aunque Ciobanu opina que hay motivos que no invitan al optimismo, sí reconoce que el hecho de que haya un frente común contra la derecha radical es una buena noticia, al menos a corto plazo. EFE