El calzado medieval que desafió la comodidad y generó un escándalo con la Iglesia

Los poulaines fueron un sinónimo de estatus. Su diseño extravagante los convirtió en símbolo de la aristocracia, pero también en blanco de duras críticas religiosas y sociales

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Los poulaines, zapatos medievales de
Los poulaines, zapatos medievales de largas puntas, fueron un símbolo de estatus entre la aristocracia europea (Credito: MFA)

La comodidad es un factor clave en el diseño del calzado. Las zapatillas deportivas con amortiguación, los zapatos ergonómicos y las plantillas anatómicas son opciones comunes para garantizar la salud y el bienestar de los pies. Sin embargo, a lo largo de la historia, la moda ha primado muchas veces sobre la funcionalidad, dando lugar a tendencias que pueden parecer incluso perjudiciales.

Uno de los ejemplos más llamativos es el de los poulaines, zapatos de punta extremadamente larga que dominaron la moda masculina en la Europa medieval. Considerados un símbolo de estatus y extravagancia, llegaron a adquirir connotaciones morales y religiosas, y hasta fueron culpados de desatar la ira divina en forma de enfermedades.

Origen y características de los poulaines

Eran, ante todo, un signo de estatus, ya que su incomodidad los hacía poco prácticos para cualquier trabajo físico. Solo quienes llevaban una vida de ocio podían permitirse calzar zapatos tan poco funcionales, lo que los convirtió en un símbolo de la aristocracia y la élite.

La longitud de la punta de los poulaines solía estar directamente relacionada con la posición social del portador. Según el Museo de Londres, en algunos ejemplares alcanzaban los 10 cm de largo, mientras que otras fuentes medievales mencionan versiones de hasta 45 cm, que requerían ser sujetadas con cadenas para facilitar el movimiento.

Relación con la moda y su exageración

En una época en la que la indumentaria cumplía un rol clave en la demostración del poder y la riqueza, los poulaines no fueron la única prenda exagerada de la moda medieval. Se complementaban con túnicas largas, guantes finamente trabajados y peinados extravagantes. Sin embargo, pocos accesorios despertaron tanta controversia y rechazo como estos zapatos puntiagudos.

En 1463, Eduardo IV prohibió
En 1463, Eduardo IV prohibió los poulaines para personas de bajo rango social mediante una ley suntuaria (Crédito: Wikimedia)

Las críticas que recibieron

Para la Iglesia y muchos moralistas medievales, los poulaines eran una manifestación de vanidad y de decadencia, e incluso llegaron a ser vinculados con comportamientos inmorales y castigados por la ira divina.

Las críticas más severas provinieron del clero. La forma puntiaguda y alargada de los poulaines fue interpretada como una representación fálica, lo que llevó a algunos religiosos a asociarlos con la perversión y la falta de moral.

Un monje benedictino, Orderic Vitalis, lanzó una feroz diatriba contra este calzado alrededor del año 1100, señalando que era una moda “absurda” y que “nuestros jóvenes libertinos están hundidos en el afeminamiento”.

Vitalis no fue el único en manifestarse contra los poulaines. Otros clérigos denunciaron que los hombres que los usaban “se entregaban a la inmundicia sodomítica” y que su vestimenta, en general, los hacía parecer más femeninos, con túnicas ajustadas y largas cabelleras.

El apodo que recibió durante la peste negra

Durante la epidemia que azotó a Londres en 1348, algunos religiosos interpretaron la enfermedad como un castigo divino por la inmoralidad de la sociedad.

En este contexto, los poulaines fueron vistos como un símbolo de pecado y una de las razones por las cuales Dios habría enviado la plaga. Además de su supuesta asociación con la desviación moral, los líderes religiosos criticaban su diseño, ya que dificultaba la postura de rodillas al rezar, considerándolo una amenaza para la correcta expresión de la fe. Por ello, los denominaron “las garras de Satán”.

Investigaciones recientes indican que los
Investigaciones recientes indican que los poulaines también causaron deformaciones en pies y fracturas por caídas (Crédito: Wikimedia)

Su ocaso

En 1463, durante el reinado de Eduardo IV, el Parlamento inglés aprobó una ley suntuaria que prohibía a cualquier persona de rango inferior al de lord usar zapatos con puntas de más de dos pulgadas (5 cm). Además, los zapateros y remendones de Londres y sus alrededores tenían prohibido fabricar o vender estos zapatos a personas de nobleza insuficiente.

La moda, que durante años había sido un símbolo de estatus, cayó en desuso y fue reemplazada por una nueva preferencia: los zapatos anchos y de punta cuadrada. Estos fueron impuestos por Enrique VIII.

En lugar de las puntas largas y afiladas, los zapatos comenzaron a ensancharse, reflejando la tendencia de la época a destacar la robustez y la presencia física de los hombres. De acuerdo con el Museo Victoria & Albert de Londres, estos zapatos anchos complementaban la vestimenta masculina, caracterizada por jubones acolchados y hombros amplios.

El ancho de estos zapatos se volvió tan exagerado que algunos llegaban a medir 17 cm. Además, el monarca reguló las leyes para que este calzado solo pudiera ser utilizado por hombres de cierto estatus.

Impacto en la salud

Más allá de la controversia social y religiosa, los poulaines también causaron problemas físicos a quienes los usaron. Un estudio realizado en 2005 por la American Journal of Physical Anthropology sobre restos medievales encontró que los juanetes eran frecuentes en las personas que solían utilizarlos.

Otro estudio, realizado en 2021 por la Universidad de Cambridge, reafirmó la hipótesis sobre los juanetes y agregó la existencia de otros problemas como pies deformes y fracturas óseas en los brazos, probablemente causadas por caídas al caminar con zapatos tan inestables.

La desaparición de los poulaines representó un alivio tanto para la salud de las personas como para quienes los criticaban, marcando el inicio de una moda más funcional en el calzado europeo.

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