Las aguas del Mar Mediterráneo han sido testigo de innumerables intercambios culturales y comerciales a lo largo de la historia. Recientemente, un equipo de arqueólogos realizó un hallazgo significativo en las profundidades cercanas a la costa de Santa María del Focallo, en Sicilia, al extremo sur de la isla, que podría aportar información sobre las rutas marítimas de la Antigüedad.
El equipo de arqueólogos está compuesto por especialistas del Departamento de Estudios Humanísticos y del Patrimonio Cultural de la Universidad de Údine y de la Superintendencia del Mar de la Región de Sicilia.
Descubrimiento del naufragio
El hallazgo se enmarca dentro del Proyecto Kaukana, una iniciativa en marcha desde 2017 dedicada a la investigación del patrimonio cultural sumergido en las aguas sicilianas. En este contexto, los arqueólogos identificaron los restos de un naufragio a seis metros de profundidad.
Los restos de la embarcación se encontraban parcialmente cubiertos por arena y rocas, lo que sugiere que han permanecido en el lecho marino durante siglos sin haber sido detectados previamente. Gracias a un meticuloso trabajo de documentación subacuática, los investigadores pudieron confirmar que el barco data de entre los siglos VI y V a.C., situándolo en una época clave para las interacciones entre griegos y cartagineses en la región.
Características del pecio
El naufragio corresponde a una embarcación construida entre los siglos VI y V a.C., un período crucial en la historia del Mediterráneo, cuando griegos y cartagineses disputaban el control de las rutas comerciales.
Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo es la técnica de construcción naval utilizada en la embarcación. Los arqueólogos identificaron que el barco fue ensamblado mediante el método conocido como on shell, en el que las tablas del casco están firmemente unidas mediante mortajas y espigas.
Este sistema, primitivo, pero eficiente, permitía dotar a la estructura de mayor resistencia sin necesidad de un armazón interno complejo, facilitando su construcción y mantenimiento.
Massimo Capulli, coordinador del Proyecto Kaukana y profesor de la Universidad de Údine, calificó el estado de conservación del pecio como “extremadamente delicado”. Según explicó a National Geographic, el casco ha sido objeto del “ataque de moluscos xilófagos, organismos marinos que se alimentan de la madera, lo que ha contribuido al deterioro progresivo de la embarcación”.
El innovador método para reconstruir el naufragio sin tocarlo
Para documentar y analizar el naufragio con la mayor precisión posible, el equipo de arqueólogos optó por recurrir a diversas técnicas de investigación subacuática. Entre ellas, la fotogrametría.
Esta ha sido una de las herramientas más valiosas, dado que permitió la creación de un modelo tridimensional del pecio. Su procedimiento consiste en tomar múltiples fotografías de los restos desde distintos ángulos y procesarlas digitalmente para generar una reconstrucción detallada de la embarcación en su entorno original.
Además, se han extraído muestras de los materiales que componen la estructura del barco con el propósito de realizar un análisis paleobotánico. Así, el estudio permitirá determinar la especie de madera utilizada en su construcción y aportar información sobre el entorno natural en el que fue fabricado.
Los resultados podrían ofrecer datos claves sobre las rutas de comercio de materias primas y la disponibilidad de recursos en la región en aquella época.
El naufragio fue solo el inicio
Además del barco hundido, los arqueólogos descubrieron numerosos objetos en las inmediaciones que podrían aportar información sobre la actividad marítima en la región a lo largo de los siglos. A pocos metros de la embarcación, se hallaron dos anclas de hierro que pertenece al tipo “T” invertida, una variante empleada en el siglo VII d.C. Este hallazgo sugiere que la zona pudo haber sido utilizada como punto de fondeo durante distintos períodos históricos.
Junto con estas piezas, también se identificaron cuatro anclas líticas, posiblemente de origen prehistórico. Una de ellas, aunque fragmentada, parece corresponder a la tipología de “tres agujeros”, un diseño característico de ciertas culturas antiguas del Mediterráneo.
La coexistencia de anclas de diferentes épocas en un mismo sector del lecho marino refuerza la idea de que esta área fue un importante punto de tránsito marítimo a lo largo de los siglos.