Un reciente estudio reveló que las aves acuáticas cazadas en el noreste de Estados Unidos están expuestas a niveles preocupantes de contaminantes químicos, lo que podría tener implicaciones tanto para su salud como para las personas que las consumen.
La investigación, publicada el 15 de enero de este año, analizó cinco especies de aves comúnmente cazadas en la región del Atlántico noreste y encontró rastros de sustancias tóxicas en cada muestra recolectada.
El estudio detectó la presencia de sustancias en más de 100 aves recolectadas en cuatro estados y nueve regiones ecológicas. Estas sustancias, conocidas por su persistencia en el medio ambiente y sus efectos adversos en la salud, representan un riesgo potencial tanto para las aves como para los consumidores humanos.
La contaminación de estas especies
El estudio fue publicado en la revista Science of the Total Environment, realizado en colaboración con el Departamento de Conservación Ambiental del Estado de Nueva York (NYSDEC) y otras agencias estatales y encontró que todos los pájaros analizados tenían niveles detectables de ciertas sustancias químicas.
Estas incluían PCB (bifenilos policlorados), al menos un pesticida organoclorado (OCP) y compuestos PFAS (sustancias perfluoroalquiladas o polifluoroalquiladas). Los análisis se realizaron en más de 100 aves recolectadas en cuatro estados y nueve regiones ecológicas diferentes.
Entre las cinco especies estudiadas, los niveles de contaminación variaron significativamente. Según los investigadores, los gansos canadienses y los patos de bosque presentaron menores concentraciones de contaminantes en comparación con los ánades reales, los patos negros americanos y los patos de ala verde americana. Esta diferencia se atribuye a los hábitos alimenticios de cada especie, ya que algunas consumen alimentos más propensos a estar contaminados.
Krysten Schuler, autora principal del estudio y profesora asistente de salud pública y ecosistemas en la Universidad de Cornell, destacó la gravedad de la situación.
“El panorama general es que estos químicos están presentes y los animales silvestres están expuestos a ellos. Nos preocupa desde el punto de vista de las poblaciones de vida silvestre, pero también surge la pregunta de qué significa esto para el consumo humano”.
Riesgos para la salud humana
El consumo de aves acuáticas contaminadas podría representar un riesgo para la salud humana, especialmente debido a los niveles de PCBs detectados. Aunque estos químicos fueron prohibidos en 1979, su persistencia en el medio ambiente sigue siendo un problema.
Según el estudio, los niveles de mercurio y pesticidas organoclorados encontrados no representan un riesgo significativo si se siguen las recomendaciones actuales de consumo. Sin embargo, los PCBs podrían aumentar el riesgo de cáncer en los consumidores, aunque los investigadores señalaron que se necesita más investigación para comprender completamente estos riesgos.
En el estado de Nueva York, las pautas actuales sugieren un consumo máximo de dos comidas de aves acuáticas al mes. Estas recomendaciones, vigentes desde la década de 1990, no incluyen algunas de las especies más consumidas.
Según Schuler, los nuevos datos podrían servir como base para que los departamentos de salud de Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey y Connecticut actualicen sus guías de consumo. “No estamos diciendo a las personas qué comer o qué hacer. Sólo estamos proporcionando los números”, afirmó.
Además de los riesgos para la salud humana, los contaminantes también podrían tener efectos negativos en las poblaciones de aves acuáticas. Joshua Stiller, coautor del estudio y líder de la unidad de caza menor del NYSDEC, señaló que aún no se comprende completamente cómo estos químicos afectan la supervivencia y el éxito reproductivo de las aves. “Es difícil saber en qué nivel estos contaminantes comienzan a impactar la supervivencia o el éxito reproductivo de las aves, pero entender las cargas actuales de contaminantes en estas especies es importante”, explicó.
El estudio también subraya la importancia de proteger los hábitats de las aves acuáticas, que enfrentan una pérdida constante de humedales y otros ecosistemas esenciales. Schuler enfatizó que la contaminación es solo uno de los muchos desafíos que enfrentan estas especies, lo que refuerza la necesidad de conservar sus hábitats naturales.
Para llevar a cabo esta investigación, los científicos recolectaron aves de diversas regiones en Nueva York, Pensilvania, Nueva Jersey y Connecticut, con la ayuda de agencias estatales de vida silvestre y conservación. Los biólogos trabajaron con cazadores voluntarios para obtener las muestras, que luego fueron analizadas en el Laboratorio de Salud de Vida Silvestre de Cornell y otros laboratorios especializados.
David Dayan, autor principal del estudio y exestudiante de la Universidad de Cornell, destacó la complejidad del análisis: “Para cada ave, teníamos entre 200 y 300 columnas de datos. Intentar construir una imagen coherente a partir de todas estas perspectivas y puntos de datos fue una forma realmente interesante de hacer ciencia”.