
Mientras realizaba una limpieza en su armario, Jennifer Candotti se topó con una prenda que no había usado en décadas: un vestido estampado floral en tonos rosa y blanco. Hecho de algodón, fresco y veraniego, fue su favorito durante los años 80, cuando era estudiante universitaria en la Universidad de Richmond en Virginia.
A pesar de haber donado muchas mechas antes de mudarse a Suiza, nunca pudo desprenderse de esta, que estaba cargado de recuerdos de una época llena de experiencias compartidas con sus amigas y momentos inolvidables.
“Lo he llevado conmigo a todas partes”, comentó Candotti a CNN Travel, haciendo alusión al valor sentimental que el vestido sigue teniendo para ella, que, incluso, se siente más significativo que su propio vestido de novia. Al encontrarlo nuevamente, se sintió transportada a esos años de su juventud universitaria, donde todo parecía tan vívido y lleno de emoción.
Las amigas de la universidad
La conexión con este vestido, sin embargo, no es solo con Candotti. Cada vez que lo ve, le trae a la mente a sus tres amigas más cercanas de la universidad: Robin Clark, Robin Garrison y Angie Carrano.
Fue en 1986, cuando Jennifer se mudó a la residencia Lora Robins, que conoció a estas mujeres, con quienes rápidamente formó una amistad que perdura hasta hoy.
La cercanía y complicidad que compartían en sus años universitarios sigue siendo el centro de su relación, incluso ahora que viven en diferentes países.
“Cuando estamos juntas, nos sentimos como si volviéramos a tener 18 años”, afirma, subrayando el vínculo tan fuerte que aún las une a pesar de los años y la distancia.
La foto
Una de las fotos más entrañables para Candotti es una tomada en 1989, donde aparece junto a Clark, Garrison y Carrano. En esa imagen, las cuatro amigas están reunidas en una fiesta previa a un partido de fútbol americano universitario.
Como solían hacer en aquellos días, pasaban horas en la fiesta sin llegar al estadio, disfrutando de la compañía y la cerveza mientras sonreían hacia la cámara con sus gafas de sol puestas y vasos azules en la mano.
Para ellas, esa foto es mucho más que una simple instantánea: es un símbolo tangible de los recuerdos compartidos, de la amistad que las ha acompañado a lo largo de los años.
Cada una de las amigas la tiene enmarcada en su casa y, cuando Carrano se casó, incluso la envió a las otras tres, pidiéndoles que fueran sus damas de honor. El hecho de que esta foto siga siendo tan significativa y viva en sus corazones es un claro reflejo de la solidez de su relación.

La recreación
El viaje a Le Marche, en Italia, fue uno de esos momentos tan esperados por las cuatro amigas. Durante esta escapada, decidieron recrear la famosa foto de su época universitaria, como una manera de revivir el pasado y rememorar los años dorados de su juventud.
Candotti, fiel a la tradición, lució el mismo vestido floral de aquellos años, y las demás, con la misma emoción, buscaron ropa que se asemejara a sus atuendos de 1989.
La recreación de la foto no solo estuvo marcada por la nostalgia, sino también por momentos de diversión y risas. Garrison, por ejemplo, logró conseguir los vasos azules característicos de esa época, algo poco común en Europa, y los llevó consigo al viaje, para llenarlos con buen vino italiano en lugar de la cerveza que solían tomar en su juventud.
El marido de Candotti, quien las acompañó en la aventura, fue quien capturó la imagen, ayudando a las amigas a recrear la misma pose de la foto original.
Al ver ambas fotos, las amigas no pudieron evitar sentirse conmovidas. Clark expresó que, al observar la imagen, se dio cuenta de todo lo que habían vivido juntas en esos 35 años, todo lo que esa foto representaba.
“Hay tanto en esa foto que alguien más, mirándola, no ve, pero nosotros podemos verlo y sentirlo”, comenta Clark, dejando claro que, para ellas, esa foto tiene un valor sentimental mucho más allá de lo que los ojos pueden ver.

La amistad a través del tiempo
El paso del tiempo no hizo más que reforzar la amistad entre Candotti, Clark, Garrison y Carrano. A lo largo de los años, y aunque cada una de ellas siguió caminos diferentes, su vínculo ha resistido la prueba del tiempo. Las cuatro mujeres ahora, ya en sus cincuenta y tantos años, continúan manteniendo una relación estrecha y cálida.
Candotti menciona que, a pesar de la distancia y de las responsabilidades cotidianas, como el trabajo y la crianza de los hijos, han logrado mantener una tradición: reunirse al menos una vez al año.
“Edimburgo fue nuestra última aventura en 2023. Para 2024, decidimos viajar a Italia,” dice Candotti, destacando cómo sus viajes anuales se han convertido en una forma de reafirmar los lazos que construyeron.
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