
La versatilidad y practicidad son la esencia del sánguche, características que lo han convertido en una elección universal. Su formato sencillo permite disfrutarlo en desayunos, almuerzos, meriendas o cenas, y su facilidad tanto de preparación como de transporte lo vuelve ideal para quienes buscan una comida rápida y equilibrada.
Además, la variedad de combinaciones —posibles con ingredientes fríos o calientes, dulces o salados— amplía las alternativas disponibles y permite adaptar cada receta al gusto, la disponibilidad y el tiempo de cada persona. Gracias a estas cualidades, el sánguche no solo se integra naturalmente en la rutina diaria, sino que también se transforma en una opción práctica y flexible para reuniones, encuentros con amigos o comidas en familia.
El pasado 3 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de este plato, una fecha que da pie a la Semana del Sánguche y que subraya la importancia de este emblema gastronómico, cuya popularidad traspasa fronteras y culturas.
El chef Lele Cristóbal, referente de la gastronomía argentina, compartió con Infobae su visión sobre cómo el sánguche puede acompañar cada momento del día. Para el desayuno, destacó el tostado de jamón y queso como su elección predilecta. “A mí, personalmente, a la mañana un tostado de jamón y queso me encanta. Creo que es el mejor horario para comer un tostadito. Cuando te levantás, un prensado de jamón, queso y manteca me encanta”, dijo el chef.

Además, reveló algunos secretos para realzar este clásico: “En la Parada Sanguchera hacemos uno con pan tipo hamburguesa, aunque un poco más finito. Lo untamos con manteca de ambos lados, lo rellenamos con jamón y queso, y lo tostamos solo de un lado. Queda buenísimo, porque la manteca se derrite y al tostarlo se carameliza. El tostadito de jamón y queso con manteca para mí es la bomba”.
Al mediodía, el chef opta por un pebete de milanesa, una combinación que considera perfecta para esa franja horaria. “Al mediodía, un pebete de milanesa me parece ideal. Lechuga, tomate, mayonesa y milanesa de carne. Es un gran sánguche que va en cualquier horario, pero al mediodía siento que como algo más liviano. A mí me gusta bastante clásico, sin conservas”, explicó Lele a Infobae. Esta versión, sencilla y sin ingredientes en conserva, responde a la búsqueda de una comida sabrosa pero ligera.
Para la merienda, después del mediodía, el antojo de una hamburguesa se impone en la preferencia del chef. “A la hora de la merienda me da ganas de una buena hamburguesa. Prefiero que sea doble carne, doble queso, panceta y nada más. Clásica, fácil de comer, sin mucho enchastre”, detalló Cristóbal. Y subrayó la importancia de la simpleza y la practicidad en este momento del día.

La noche, en cambio, invita a explorar sabores más intensos o a experimentar con nuevas combinaciones. Lele señaló que, en verano, el sánguche de salame es su favorito, acompañado de bebidas como cerveza o fernet.
“A la noche suele aparecer el antojo de un sánguche de vuelta. Si es verano, el de salame me encanta. Puede ser con una birra o con un fernet, con salame, queso, ajíes en vinagre, o salame, queso, pepino y mostaza”, relató el chef a Infobae. Cuando el deseo de cocinar se hace presente, Lele elige preparar pollo frito en pan de brioche, acompañado de pepinos en conserva y una mezcla de gochujang con mayonesa, combinación que, según él, “queda buenísimo”.
Por qué el sánguche es un emblema global

La multiplicidad de opciones y la facilidad para reinventarse han consolidado al sánguche como un símbolo de la gastronomía mundial, capaz de satisfacer los gustos más variados y de acompañar cada instante del día con propuestas que van desde lo clásico hasta lo innovador.
“Para la gente que tiene poco tiempo, y especialmente para los gastronómicos, el sánguche es la mejor opción, porque lo comés de parado en cualquier lado. El mito de que el cocinero come comida rebuscada o sofisticada es mentira. Si entrás a una cocina a las once y media o doce de la noche, vas a ver a todos los cocineros con algo metido adentro de un pan, comiendo de costado, al lado de una heladera o de un horno”, reflexionó Lele.

Y cerró: “A mí me pasó desde chico, desde que empecé a trabajar en cocina: comer a las apuradas, medio de parado, mientras terminás de limpiar o vas cerrando el servicio, ir comiendo algo entre dos panes. Me parece que eso es sensacional”.
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