
Al frente de la iniciativa se encuentra The Balance Project, una organización sin fines de lucro liderada por padres que, de acuerdo con Time, busca reducir el tiempo frente a pantallas y recuperar la vida en comunidad.
La historia de Molly Moscatiello, de siete años, refleja el impacto de la iniciativa. Empezó a ir en bicicleta al colegio sin ayuda adulta, lo que animó a otros compañeros a sumarse. Pronto, se conformó un pequeño grupo para que recorrieran juntos el trayecto. Su madre, Holly Moscatiello, fundadora de The Balance Project, explicó a Time que el objetivo es hacer que vivir experiencias reales sea tan sencillo como usar un teléfono.
Para lograrlo, identificaron rutas seguras y distribuyeron mapas a las familias. También promovieron el programa de compañeros de bicicleta, facilitando que los menores fueran en grupo al colegio.
Espacios y propuestas fuera de lo digital
La organización impulsa la transformación de espacios en los colegios locales. En colaboración con Sticks & Sprouts, buscan convertir áreas baldías en zonas de juego libre y adaptar patios para adolescentes. El propósito es crear lugares donde los niños y jóvenes prefieran reunirse en vez de quedarse en casa con los dispositivos electrónicos.

Efecto en casa y comunidad
Para muchas familias, el proyecto ha supuesto un cambio en la rutina. Tori Finnegan, madre de tres hijos, cuenta a Time que, tras unirse al movimiento, los menores preparan su propio almuerzo y cuidan de sus hermanos. “La gente actúa como quienes la rodean”, destaca, remarcando el efecto contagio.
Para los momentos sociales, diseñaron las “Balance Boxes”: cajas con juguetes y materiales creativos para que los niños se entretengan sin pantallas en restaurantes u otros espacios. “Los dispositivos son una herramienta fácil”, sostuvo Ryan Moscatiello a Time, quien agregó: “intentamos dar a los padres otras herramientas para reemplazarlos”.
Estrategias colectivas y soluciones locales
The Balance Project surgió en noviembre de 2024, con la primera reunión a la que asistieron 60 personas, triplicando lo esperado. El grupo decidió promover colegios libres de dispositivos, retrasar la compra de teléfonos y restringir el acceso a redes sociales hasta la adolescencia tardía. Reconocen que no es viable criar a los hijos totalmente alejados de la tecnología, por lo que apuestan a hacer el mundo físico más atractivo.
Según Holly Moscatiello, el reto es lograr que un cuarto de las familias y niños estén comprometidos con reducir el uso de pantallas y aumentar el tiempo al aire libre. Esto, piensa, podría marcar un cambio masivo en la comunidad.

Inspiración y respaldo: el modelo Let Grow
El proyecto toma ideas de Let Grow, una organización nacional que promueve la independencia infantil. Su presidenta, Lenore Skenazy, señaló en Time que la principal preocupación de los padres ya no es solo la seguridad, sino la salud mental de los niños.
En ese sentido, sostiene que recurren a las pantallas porque no pueden explorar el mundo real con libertad. “El único lugar donde tienen libertad es en línea”, puntualizó Skenazy.
Let Grow impulsa tareas de autonomía en los colegios y clubes de juego libre sin dispositivos. Además, recomiendan a las comunidades mejorar los cruces peatonales y fomentar la independencia desde pequeños.
Cambios en el colegio y acuerdos entre padres
The Balance Project adoptó estas recomendaciones solicitando más recreos al aire libre y la prohibición de relojes inteligentes en los colegios. El grupo continúa participando en reuniones del consejo escolar para defender estos cambios.
En las reuniones, predominan padres de niños menores de diez años que todavía no tienen dispositivos propios. Familias como las de Tara Griepenburg y Christina Gorini aprovecharon los veranos sin estructura para reducir el interés por las pantallas.
Para retrasar la adquisición de teléfonos y la creación de clubes de juego libre, aunque algunos padres muestran reservas sobre las palabras “pacto” u “obligación”.

Una comunidad analógica en construcción
La mayoría de las familias integrantes tiene hijos pequeños, lo que permite prevenir la dependencia tecnológica. Moscatiello señaló a Time la existencia de una brecha entre quienes aún no introdujeron dispositivos y los que ya lo hicieron, enfrentando sentimientos de culpa y ansiedad.
Molly Moscatiello, ajena a la rutina digital, disfruta de independencia y actividades presenciales. En el próximo ciclo escolar, su hermana menor se sumará a los recorridos en bicicleta, consolidando una red de niños que, pedal a pedal, se abren paso lejos de las pantallas.
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