
En el mundo de los relojes, un detalle que puede pasar desapercibido para muchos es la representación del número 4 en la esfera. Aunque en el sistema de numeración romana el 4 se escribe como IV, es común encontrar relojes donde se utiliza IIII. Esta diferencia, que puede parecer anecdótica, tiene explicaciones históricas, estéticas, técnicas y culturales, que revelan la evolución de la relojería y sus complejidades.
Orígenes históricos del uso de IIII en los relojes
La historia detrás del uso de IIII en lugar de IV en los relojes está vinculada a anécdotas de poder y tradición. Una de las explicaciones más conocidas remonta este cambio al año 1370, cuando el relojero Henry de Vick fabricó un reloj para la torre del Palacio Real de Francia, conocido como La Conciergerie. Durante la elaboración, Carlos V de Francia, apodado “El Sabio”, corrigió al artesano por escribir el número 4 como IV, insistiendo en que debía usarse IIII. Ante el dogma de aquella época -“el Rey nunca se equivoca”-, este diseño se convirtió en un estándar en Francia y en muchos relojes posteriores.
Otra historia, aunque más cercana a la leyenda, menciona a un relojero suizo que habría sido ejecutado por su soberano por representar el 4 como IIII en lugar de IV. En solidaridad y como protesta por su muerte, otros relojeros comenzaron a usar el IIII de manera sistemática. Aunque esta versión carece de pruebas sólidas, ha perdurado como parte del folclore de la relojería.

Más allá de estas historias, la evolución del sistema de numeración romana también ofrece una pista. Inicialmente, los romanos utilizaban un método aditivo, donde el 4 se representaba como IIII (la suma de uno más uno más uno más uno). Con el tiempo, este sistema evolucionó al método sustractivo, que permitió escribir 4 como IV (cinco menos uno). A pesar de este cambio, el uso de IIII persistió en algunos ámbitos, como la relojería.
Explicaciones estéticas, técnicas y culturales
Simetría visual en los relojes
Una de las razones más aceptadas para mantener el IIII en las esferas de los relojes es de carácter estético. Según estudios del Instituto Británico de Relojería, los relojeros prefieren usar cuatro caracteres en lugar de dos porque esto crea una simetría visual con el número VIII, que también tiene cuatro dígitos. Esta disposición equilibra la distribución de los números en la esfera, proporcionando una sensación de armonía visual que sería alterada con el uso de IV.
Otra teoría relacionada con la simetría sostiene que dividir la esfera del reloj en tres grupos ayuda a crear un diseño equilibrado:
- Los números de las primeras cuatro horas utilizan el símbolo I (I, II, III, IIII).
- Las siguientes cuatro horas emplean el V (V, VI, VII, VIII).
- Finalmente, las últimas cuatro horas usan el X (IX, X, XI, XII).
Este enfoque resulta visualmente atractivo y mantiene una lógica uniforme en el diseño.

Motivos técnicos y prácticos
En términos de fabricación, el uso del IIII simplificaba el trabajo de los relojeros en épocas donde cada número se hacía manualmente con moldes. Para producir un reloj, se requerían más símbolos I que cualquier otro, y el uso del IIII permitía optimizar los materiales necesarios al reducir la cantidad de moldes diferentes.
Además, desde una perspectiva práctica, escribir el IV podría generar confusión con el número VI, ya que en la esfera del reloj ambos aparecen boca abajo. Esta confusión se eliminaba al usar el IIII, que es más intuitivo y fácil de leer.
Supersticiones y referencias culturales
Otra teoría interesante apunta a la superstición romana. En latín, las iniciales IV coinciden con las de IVPITER (Júpiter), el dios romano. Algunos historiadores creen que, para evitar una posible blasfemia al usar estas letras fuera de un contexto divino, los romanos preferían emplear IIII. Aunque esta explicación no tiene un respaldo académico sólido, refleja cómo las creencias culturales pudieron haber influido en decisiones aparentemente técnicas.
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