
Un momento que muchos experimentaron es escuchar su propia voz grabada y sentir un rechazo inmediato. Este fenómeno es muy común, sobre todo en la actualidad, con las redes sociales. Grabar audios o videos, y después escucharse. Aunque parezca raro, tiene una explicación científica sencilla pero fascinante.
La clave está en cómo percibimos los sonidos que producimos, un proceso que involucra dos tipos de transmisión: conducción aérea y conducción ósea.
Cuando hablamos, el sonido de nuestra voz viaja de dos maneras. Por un lado, está la conducción aérea, que ocurre cuando las ondas sonoras se desplazan por el aire y llegan al oído externo, donde son procesadas a través del tímpano, los huesos del oído medio y la cóclea.

Esta es la misma forma en que escuchamos las grabaciones de nuestra voz. Sin embargo, durante el habla, también interviene la conducción ósea, un proceso en el que las vibraciones de nuestra voz viajan directamente a la cóclea a través de los huesos del cráneo, generando un sonido más profundo debido a los tonos bajos añadidos.
El resultado de esta dualidad es que la voz que percibimos mientras hablamos tiene un matiz más grave y cálido en comparación con la voz más aguda y “plana” que escuchamos en una grabación, donde la conducción ósea no participa.
Según explicó Ashish Shah, un audiólogo de The Hearing Care Partnership, en el diario español La Vanguardia, esta discrepancia provoca que nuestra voz grabada nos parezca ajena y, a menudo, desagradable, pues no coincide con la imagen auditiva a la que estamos acostumbrados.
El impacto social y psicológico de nuestra voz
La incomodidad que muchas personas sienten al escuchar su voz grabada no es solo una cuestión fisiológica; también está profundamente influenciada por factores sociales y psicológicos. Nuestra voz es una parte integral de nuestra identidad, y la discrepancia entre cómo creemos sonar y cómo realmente lo hacemos puede generar una sensación de desconexión.

Como señala el audiólogo Shah, “nuestra voz forma una gran parte de nuestra identidad, así que cuando nos damos cuenta de que no sonamos como pensamos que lo hacemos, puede desconcertarnos”.
Además, la voz juega un papel crucial en cómo los demás nos perciben. Estudios indican que el sonido de nuestra voz activa juicios sobre atributos sociales como inteligencia, confiabilidad, amabilidad y autoridad.
Estos juicios pueden influir en la forma en que interactuamos con los demás y en cómo somos tratados en contextos personales y profesionales. El doctor Brian Nuyen, otorrinolaringólogo y cirujano de cabeza y cuello certificado en Stanford Health Care, explicó en diálogo con la revista científica Popular Science, que las personas tienden a hacer evaluaciones rápidas basadas en nuestra voz. “Hay mucho en juego”.
Métodos para modificar nuestra voz
Aunque nuestra voz es en gran medida un producto de la fisiología, también es un instrumento sorprendentemente adaptable que puede modificarse según nuestras necesidades o deseos. Cambiar la voz para muchas personas, puede ser una herramienta fundamental para alinear su identidad personal con su expresión vocal o para cumplir con ciertas expectativas sociales y profesionales.

Existen diversas técnicas para modificar el sonido de la voz. Según especialistas, ajustar la respiración y utilizar el diafragma de manera más eficiente puede ser un primer paso para controlar el tono y la intensidad de la voz. Asimismo, alterar cómo moldeamos los sonidos con los labios, la lengua, el paladar y los dientes permite cambios más precisos en la articulación y el timbre.
“Muchas personas pueden cambiar y de hecho cambian la forma en que producen su voz. Es un instrumento muy maleable en nuestro cuerpo. Podemos adaptarnos y usar la retroalimentación para cambiar la forma en que realizamos nuestras funciones corporales, incluida nuestra voz”, explicó Brian Nuyen a Popular Science.
Según la Libby Smith, jefa de división de laringología en la Universidad de Pittsburgh y directora del Centro de Voz, Vía Aérea y Deglución de UPMC, existen terapias que se centran en modificar aspectos como la elección de palabras, el tono y la prosodia -la melodía del habla- para lograr una voz que refleje mejor su identidad, muchas veces sin necesidad de intervenciones quirúrgicas.

Por otro lado, los usuarios profesionales de la voz, como políticos o educadores, a menudo adaptan su forma de hablar para proyectar una imagen que sirva a sus intereses. Por ejemplo, personas en posiciones de liderazgo optan por bajar el tono de su voz para ajustarse a las expectativas sociales de autoridad, a pesar de las limitaciones culturales que esto implica.
La doctora Smith explicó al respecto: “A menudo, se trata de algo llamado ‘frío glotal’, porque, lamentablemente, existe una idea social de que las voces más graves denotan autoridad. Esperamos que sea algo en lo que, como sociedad, estemos trabajando para cambiarlo. Pero esa es la realidad actual”.
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