En las horas previas al regreso más esperado, Oasis reaviva el pulso de Buenos Aires. La ciudad arde de expectativas y nerviosismo: los fans, llegados desde varios puntos del país y del exterior y se apiñan en los alrededores de los hoteles donde se alojan los músicos británicos. Como un ritual que se repite generación tras generación, el público también invade los accesos al estadio, donde una carpa blanca ofrece remeras, buzos y pines del merchandising oficial. ¿Qué impulso inagotable conmueve a esta multitud? ¿Es solo la música? ¿La leyenda viva? ¿O la sombra imprevisible de los hermanos Gallagher?
La atmósfera es tensa, eléctrica. La noticia circula casi con el silbido del viento: Noel Gallagher sigue sin aparecer junto a su hermano Liam en ninguno de los eventos vinculados al tour. Una historia que se multiplica y se desdibuja en las redes sociales. ¿Hay distanciamiento? ¿Cautela? Las versiones indican que ambos decidieron hospedarse en hoteles diferentes para evitar roces y cuidar una paz tan precaria que solo parece existir frente a los reflectores. Los hoteles de ambos están cerca, pero las diferencias parecen insalvables. Es fácil imaginar un océano entre ellos que solo se acorta cuando las luces se apagan y empiezan a sonar las canciones que se convirtieron en himnos.
Por las calles porteñas reinan los símbolos: guitarras, discos, afiches convertidos en talismanes y remeras de Oasis en cientos de diseños. La vigilia transcurre al compás del mate y la ansiedad. “¿A qué hora abren las puertas mañana?”, interroga una adolescente al borde de las lágrimas. Un muchacho sostiene su vinilo esperando el milagro de una firma. Y sí, cerca de las 16:00, Noel entró al Hyatt junto a uno de sus hijos, Donovan, y el amigo inseparable del joven, saludando casi en susurros a la multitud que contenía el aliento con la esperanza de presenciar un instante histórico. Y más tarde, salió a firmar algunos autógrafos que se guardarán como trofeos.
Aprovechando que los flashes se los quedan los hermanos, el resto de la trouppe aprovecha para perderse en la ciudad. Andy Bell, Gem Archer y el inconfundible Paul “Bonehead” Arthurs se lanzan a recorrer Recoleta, Balvanera y San Telmo. Entre saludos y abrazos, firman autógrafos y posan para fotografías junto a banderas. Paul, acompañado por su esposa Kate, camina como un porteño más. Es la segunda vez que pisa la Argentina y su regreso, tras el tratamiento para enfrentar el cáncer, es celebrado con un respeto reverencial. Un fan lo dice sin vueltas: “Maduraste cuando te das cuenta de que lo mejor era ser el segundo guitarrista de la mejor banda de rock, y no el cantante o el guitar hero. Viviste todo de primera mano y encima podés salir por el barrio a disfrutar con tu mujer sin que te jodan, ni estar encerrado en un hotel”. Su presencia resulta esencial en el espíritu de este renacimiento de la banda.
Mientras tanto, Andy se permite ser turista en todo sentido. Visita el Cementerio de Recoleta, disfruta pizzas en bodegones y saborea helados de la locales históricos. Sus redes sociales se llenan de guiños: aparecen Maradona, la tumba de Evita Perón, y más de una sonrisa porteña. Con cada paso, cada fotografía compartida o tomada, la comunidad fanática se moviliza, archiva y celebra.
El fervor trasciende la música. Benjamin Rock, un artista británico, lidera un proyecto nacido en Manchester y materializa junto a artistas locales una obra de arte urbano: un mural celeste y blanco que levanta tributo en la estación Núñez del Tren Mitre, a solo pasos del Estadio Monumental. “Es una Wonderwall”, define uno de los creadores, consciente de la carga simbólica y sentimental de esos colores que laten fuerte en el corazón de cada hincha.

Ese mural se transformará en el epicentro de cada previa, cada selfie, y en refugio tras los recitales. Más allá de lo estético, es un santuario donde la pasión se multiplica, las canciones retornan al grito colectivo y florecen los recuerdos en comunidad.
La ciudad palpita con rumores: los Gallagher podrían pasear por Puerto Madero, probar asado o perderse por algún museo. Las teorías se cruzan a medida que se acerca la hora señalada. Buenos Aires afina las gargantas para recibir, una vez más, clásicos insuperables como “Wonderwall”, “Don’t Look Back in Anger” y “Champagne Supernova”. Los pronósticos coinciden: este será uno de los regresos musicales más ovacionados del año.

La relación entre Oasis y el público argentino tiene la textura de las noches interminables y las melodías irrepetibles. La historia se alista para un nuevo capítulo en el Monumental. ¿Qué quedará en la memoria de los que estuvieron? ¿Sobrevivirá el eco de una voz, la emoción de una canción, la lluvia, el sol, esa foto jamás soñada?
En la víspera, una imagen lo resume todo: Andy Bell en la puerta del hotel, rodeado por la felicidad genuina de sus fanáticos argentinos. Viste una remera verde y una gorra beige, mimetizado entre sonrisas y cánticos, mientras una bandera celeste y blanca con el sol y la leyenda “Oasis live ’25 – Muster” ocupa el primer plano de la escena. Sobre la tela, las firmas de los músicos agregan un aura de unicidad. Hay quienes elevan los brazos, otros muestran remeras o camisetas de la propia banda, y todos comparten ese instante irrepetible.
La expresión de Andy es la de alguien que entiende el fervor. Relajado, sonriente, responde con cercanía y humildad a una devoción que trasciende la lógica. Algunos sonríen, otros parecen contener lágrimas. Todos saben que ese instante será imborrable: la antesala del reencuentro entre Oasis y el público argentino, un capítulo luminoso para escapar por siempre a la rutina diaria.
¿Y a todo esto donde está Liam? Desde su llegada el miércoles pasado -fue el primer adelantado de la comitiva-, no se lo vio más en público y poco se sabe de él. Solo que está alojado en el Four Seasons y que el sábado y el domingo hará vibrar al Monumental con su voz inconfundible. Y que alimenta el mito o la realidad de la pelea fraticida y la tregua que permitió esta gira internacional de regreso.
Más allá de rumores y especulaciones, nadie olvidará jamás jornadas como estas, donde la distancia entre artista y público se desvanece, por lo general en lo simbólico y algunas veces en lo real. Donde la bandera argentina y las canciones en el aire son testigos de una espera que, por unas horas y una foto, se vuelve eternidad. Y donde las emociones se ponen a prueba a pesar del paso del tiempo.
Últimas Noticias
La historia de la canción que Javier Calamaro le escribió a su padre y grabó con su hermano Andrés: “Un desahogo”
En su visita a Infobae en Vivo, el cantautor repasó la experiencia vivida en una clínica, y como una decisión compartida y la posterior recuperación inspiraron una obra que celebra la memoria y la fortaleza familiar

Las Trillizas de Oro anticiparon su regreso a la música con el video de una nueva canción
María Laura, María Emilia y María Eugenia sorprendieron a sus seguidores con un adelanto musical y anunciaron cuándo se podrá escuchar en las plataformas

Noel Gallagher en Argentina: las imágenes de su visita al Cementerio de la Recoleta y el recorrido por La Bombonera
El guitarrista de Oasis hizo un recorrido turístico por la Ciudad de Buenos Aires que lo llevó, acompañado por los fans, a los lugares más emblemáticos

Palito Ortega suspendió todos sus shows del 2025 y su salud volvió a preocupar: “Hacia fin de año debería recuperarse”
Su manager, Luis Méndez, se lo confirmó a Teleshow. La noticia generó inquietud entre sus seguidores. Las nuevas fechas previstas

Alejandro Fantino mostró cómo se recupera de la operación junto a su hijo Beltrán: “Día 1 superado”
Tras someterse a una cirugía en el tendón de Aquiles, el conductor se apoya en la compañía del niño, que adopta el papel de enfermero y superhéroe



