Hoy, para los futboleros, Flavio Azzaro no necesita presentación. Y no sólo para los hinchas de Racing, el club de sus amores que funcionó como disparador de sus opiniones muchas veces explosivas y tajantes. Azzaro Al Horno es uno de los streamings de mayor audiencia. Lejos queda el 2013, cuando debutó de la mano de Alejandro Fantino en el Show del Fútbol, por la pantalla de América.
En charla con Infobae, así repasaba su infancia: “Desde muy chico escribía, desde los ocho, nueve años. Armaba historia de los partidos. Hacía reportes de Racing, lo hice hasta los 20 años. Pero dos años antes empecé a estudiar periodismo y arrancamos con un programa partidario llamado Identidad racinguista...”.
Pertenece a esa generación de periodistas que se siente más cómodo desde la independencia y la viralización de los medios digitales que desde las estructuras del mainstream. Otra muestra de su fama creciente llegó con el streaming El Loco y el Cuerdo, su sociedad con Andrés Ducatenzeiler, el ex presidente de Independiente.
Casado desde hace tres años con Sol Nobile, enfrenta con ansiedad la excitación de ser padre hacia fin de año. Invitado a esta nueva entrevista lúdica de Mi Cielo, aquí los momentos más destacados de la charla:

Mariano: —Hola, Flavio. Esto es como la VTV de los autos, pero acá es la VTA, Verificación Técnica del Alma. Pero quedate tranquilo, acá no estamos hablando de muerte. Esto sería como un espacio del Edén, una sala de espera atemporal. ¿Hay alguna cosita que quieras que cargue como falla del sistema? La puedo borrar...
Flavio: —Y... borrame algún bullying. Era bravo de pibe. Y para que veas que te estoy jugando, que no quiero evitar nada, te digo: que mis viejos se separen de otra manera.
Mariano: —¿Satisfecho en el amor?
Flavio: —Muy. Porque además soy un convencido de que gran parte de mi felicidad debe ir ligada sí o sí a encontrar una persona que te ame y que vos ames. Algo que me viene pasando con Sol felizmente.
Mariano: —¿Realización profesional?
Flavio: —Sí, porque yo siempre quise la independencia laboral, hacer lo que tengo ganas, la autogestión... Tengo que ser sincero, desde que arranqué hasta ahora, casi siempre fue para arriba. Sacando los momentos malos que siempre uno tiene.
Mariano: —¿Cómo fuiste como persona?
Flavio: —Creo que soy una buena persona, que pude haber tenido momentos donde por mambos personales capaz que tuve actitudes con ciertas personas que pueden decir no, “Azzaro conmigo no se portó bien”, y capaz tienen razón, porque cuando uno no está bien puede mandarse una cagada. Pero cuando hago el repaso el saldo me va favorable.
Mariano: —El día que te toque entrar al cielo, ¿qué tema elegís?
Flavio: —Yo te pondría “Corazón delator” de Soda Stereo, entraría despacito, pero bien.
Mariano: : —¿Cuál fue la decisión que a vos te trajo ser este Flavio Azzaro que sos ahora?
Flavio: —La gran decisión fue no renunciar a mis pensamientos, a mis valores -sin caer en la gilada de “voy por la vida haciendo lo que quiero”-, sabiendo que en cuanto detecto que me estoy corriendo un poco, mi personalidad me acomoda. “No, esto con vos no va”.
Mariano: —Entiendo...
Flavio: —Y tengo otra decisión muy importante y que está más relacionada con el aquí y ahora: saber que hasta que yo no estuviera del todo acomodado mentalmente, laboralmente, emocionalmente, no quería ser padre. Yo quería ser padre con una persona que amara, con una familia, y ese momento es ahora con Sol.
Mariano: —¿Y qué gran paso que tendrías pendiente?
Flavio: —Esa es una buena pregunta, porque te juro que no estoy tan de las pendientes hoy en día.
Mariano: —Un buen padre.
Flavio: —Es que yo sé que voy a ser un buen padre. Un gran paso es entender que ahora voy a trabajar menos. Yo soy un apasionado del trabajo, laburo un montón. Alguno dirá que ahora, porque tengo un hijo, tenés que trabajar más. Y no, ahora tengo que trabajar menos para estar más con mi hijo y con mi mujer.
Mariano: —Cuando te toque entrar, vas a estar ante una pantalla llena de videitos, que es el on demand del minuto a minuto de la vida entera. ¿Cuál es el el primer video que te ponés para volver a vivirlo?
Flavio: —Te voy a ir a algo que muchos giles pensarán que es frívolo, pero nosotros los futboleros, sabemos que no lo es. Porque para mí Racing es mi papá. Para mí Racing es ir a la cancha con mi papá, ir en el auto con mi papá, caminar con mi papá, correr con mi papá. Darme cuenta con los años que mi papá había veces que no quería ir a la cancha y que iba por mí; porque mi papá no tenía ganas de irse a Santa Fe un martes a la tarde para ver Racing-Unión, fecha ocho.
¡Iba por mí, por mi felicidad! Ese momento lo tengo tatuado: 27 de diciembre del 2001, ¡Racing campeón! Ver a mi papá por primera vez llorar. Y abrazarlo. ¡Y darle un pico! ¡Estábamos tan locos que le di un pico a mi papá! Yo, de pibe, tenía un re miedo de no verlo campeón a Racing. Miraba mi papá: 35 años sin salir campeón y decía: “Loco, ¿y si no lo veo campeón?" Y mi viejo un día me escribió una carta. Año 97. Faltaban cuatro años para verlo campeón.

Mariano: —¿Por qué una carta?
Flavio: —Con el con el diario del lunes te digo que pudo haber sido porque después, al año, se separaron. Y sobre el final de la carta me decía: “Y yo te juro, hijo amado, que pronto llegará ese momento que los dos soñamos, que es ver a Racing C...”, escribió sólo la letra C, dejó los espacios y puso la N. Vos fijate qué premonitorio, que en el 2001 no podíamos decir campeón. Era el “paso a paso” de Mostaza y mi viejo ni siquiera lo quiso escribir.
Mariano: —Hermoso.
Flavio: —Pero también tengo que decir algo de mi vieja. Cuando se separan, mi viejo se va a vivir con la que hoy es su mujer. O sea, hace treinta años de esto. Y ya no quería llevarme a la cancha, quería llevarme a montar barriletes. Y era mi vieja la que me llevaba a la cancha. Tenía 12 años y me llevaba a la cancha de Lanús, fuimos a Córdoba, a La Plata, íbamos los dos en los micros. Porque a mi vieja le dolía que mi viejo me estaba dejando tirado.
Mariano: —Y esa separación que vos quisieras remediar...
Flavio: —Es barajar y dar de nuevo. Tenía 12 años, no entendía bien. Hubiese aportado un poco más de serenidad. No digo que era algo que yo podía cambiar porque era un tema de ellos, pero si hay algo que no me gustaría pasar por la vida es separarme. Pero si me llegara a pasar -porque te puede pasar-, sin juzgar a mis viejos, desearía con todo mi corazón que Dios los hubiese iluminado para que hagan un poco mejor las cosas.
Mariano: —Pondrías mute. O sea, te la sacarías...
Flavio: —Ahí me hubiese gustado tener un hermano. Pero más que nada algunas cosas me hubiese gustado que no sucedan básicamente. Más allá de todo esto, juntos o separados, yo tuve dos padres espectaculares, ¡eh!
Mariano: —¿Qué verdad de tu historia nunca te atreviste a preguntar...?
Flavio: —Cuando fui al pueblo de mi abuelo aparecieron muchas verdades. Al pueblo de mi abuelo materno, con quien yo pasé mucho tiempo. Cuando llegué a Galicia y vi dónde vivía, dije “ahora entiendo todo”. Claro, ¡por eso el viejo no tiraba la cáscara de nada! Y mi vieja, igual. Y ahí entendés lo que hizo mi abuelo. El tipo vivía en una casa así de chiquitita, con siete hermanos, con gallinas adentro, vacas adentro, en el medio de la nada. Lo hacían laburar de chiquito. Por eso mi abuelo odiaba España y yo no entendía.
Mariano: —Escuchá, ¿qué pregunta con respecto a la humanidad te gustaría ver en el on demand ?
Flavio: —Me gustaría entender el odio al peronismo, volver a sus comienzos, entender por qué tanto odio, por qué lo bombardean. Poder estar adentro de esas reuniones.
Mariano: —Ahora te llevo a tu primer día en el cielo. “¿Por qué llegaste acá vos?“, te preguntan.
Flavio: —Y llegué porque mis amigos me bancaron desde siempre. Eso habla de que soy un buen tipo. Yo relaciono el cielo con hacer las cosas bien. Llegué acá porque fui un buen hijo con mis padres hasta el último día.
Mariano: — Y si tenés que dejar un eslogan. Algo para la lápida: soy Flavio Azzaro...
Flavio: Flavio Azzaro, un buen tipo.
Mariano: —Si le pudieras sacar un dolor a una persona que vos sabés que lo tiene clavado...
Flavio: —Entiendo hacia dónde vas. Y elijo a mi vieja.
Mariano: —¿Era de consolar? ¿Te encerrabas vos por haberla visto sufrir?
Flavio: —A veces consolaba. A veces me encerraba porque no quería ver. Pero me gustaría que ciertas cosas que veo que sufre, que no sufra. Es fuerte ver llorar a tu vieja.
Mariano: —Ahora pensá que vas a poder bajar uno de los tuyos que está acá adentro durante dos horas.
Flavio: —Y ahí, sin duda elijo a mi abuelo Manuel (se quiebra, llora). Me vendrían bárbaro porque creo que en dos horas le diría todo lo que significó para mí. Mi abuelo se murió cuando yo tenía 18 años. Estaba en la etapa donde me chupaba todo un huevo. Iba a verlo mucho menos de lo que podría haber ido. Y capaz que en la etapa donde se murió mi abuelo no compartí todo el tiempo que me hubiera gustado. Aparte, creo que se sentiría orgulloso.
Mariano: —¿Por...?
Flavio: —Y porque salí trabajador, como a él le gusta. Porque tengo una familia como a él le hubiera gustado. Porque me vería laburando con mi primo Jero, como mi hermano, o sea, vería a sus dos nietos trabajando juntos.

Mariano: —Escuchá, cuando bajes, el día que suceda, te voy a avisar diez horas antes. ¿Qué activas?
Flavio: —¿Qué activo? Trataría de dejar todo lo más acomodado posible para que ninguno venga a pelearse por guita y todas esas boludeces.
Mariano: —¿Pero por qué haces esto? Te van a decir.
Flavio: —No, no sé eso. Primero, porque si veo desde arriba y veo esto, son unos hijos de puta y eso no me gustaría. Trataría de activar todo eso para que quede todo prolijo. Ah, y le diría a mis amigos “Che, no me entierren. ¡Me queman y tiran las cenizas en la platea! ¡Pero bajo tierra noooooo!
Fotos: Jaime Olivos
Producción texto: César Litvak