Después de semanas de trabajo, denuncias y enojo, Cinthia Fernández volvió a sufrir, por segunda vez, el bloqueo de su cuenta de Instagram. En una mezcla de furia y angustia, la influencer reapareció brevemente en su perfil para explicar las bases del problema y dirigirse a sus fanáticos.
Este miércoles, luego de denunciar meses atrás que había sido hackeada, la influencer volvió a experimentar una serie de problemas. Así las cosas, antes de que su perfil fuera desactivado, la bailarina aprovechó para realizar un descargo. “Me mandaron una horda de bots para denunciar la cuenta por un motivo que no voy a decir para que no me sigan jodiendo. Es injusto pero ahora vamos a ir a una mediación para que la gente de meta pueda rastrear el IP de la persona que paga a los bots”.
“Evidentemente tiene ganas de tirar la plata porque para denunciar una cuenta como la mía, necesitás de 5 mil dólares para arriba... tiene ganas, tiempo y plata”, subrayó la influencer visiblemente molesta por la situación.

En su descargo, Fernández también hizo hincapié en los mensajes que recibió, razón por la cual decidió detallar el problema que enfrentaba: “Algunos fueron divinos, otros poco comprensivos. Hay gente que se piensa que yo tenía ganas de no facturar por 14 días, porque esta es mi fuente de laburo. Expliqué con mucha paciencia y con lágrimas porque en la desesperación de que se me reduzca la facturación, había gente a la que no le estaba importando y pensaban que quería no pagar”.
A principios de julio, la bailarina había logrado recuperar su cuenta luego de un primer cierre. “Dios, qué días, qué sufrimientos, qué horror todo”, expresó visiblemente angustiada en sus historias. La primera reacción fue intentar apelar la suspensión, un proceso que la plataforma propone como solución. Sin embargo, a medida que avanzaba, la influencer descubrió que este camino solo complicaba aún más la recuperación. “Si les suspenden la cuenta, no apelen. Es mucho más fácil recuperarla si no lo hacen”, advirtió en sus relatos.
Desde el principio, sospechó que el bloqueo no había sido una acción injustificada por parte de la red social. “No había hecho ninguna publicación indebida. No entendía el motivo. Por eso mi sensación de injusticia era tan fuerte. Esto fue financiado por alguien”, afirmó, dejando claro que no fue un error de la plataforma. Este incidente no fue algo aislado, ya que, según la experiencia de Fernández, el problema de las suspensiones de cuentas de influencers y emprendedores es algo que está sucediendo a nivel global.
En su relato, explicó cómo Instagram no solo le había cerrado la cuenta, sino que había puesto en riesgo sus fuentes de ingresos. “Instagram y las otras redes sociales para un montón de influencers son su medio de vida”, subrayó, reflejando la importancia que tiene la plataforma no solo para la parte personal de su vida, sino para su trabajo. Con varias empresas a su cargo, de las cuales una es completamente digital y depende de su presencia online, la cuenta de Instagram era una herramienta clave para el sustento económico de su familia.
La angustia estuvo ligada a que el ataque afectaba directamente a sus negocios. “Lo que está en juego es el medio por el que construí mi empresa. Esto significaba el trabajo de años, la forma en la que llegaba a los consumidores y, en definitiva, el alimento de mis hijas”. La incertidumbre la llevó a momentos de desesperación, pero también la motivó a tomar acción.
El ataque, que en un principio parecía un simple error de la plataforma, se fue transformando en un caso de ciberdelito organizado. Cinthia reveló que, con la ayuda de su pareja Roberto Castillo, quien tiene un estudio jurídico con un equipo de expertos en informática, comenzaron a investigar el origen del hackeo. “Gracias a la informática y el trabajo del equipo, descubrimos que esto fue intencional. Todo indicaba que había alguien detrás de la denuncia masiva de mi cuenta, que en principio se pensó como un error”, relató.