El aniversario número 27 del casamiento entre Valeria Mazza y Alejandro Gravier sirvió como excusa para rememorar uno de los eventos sociales más emblemáticos de la Argentina de los años noventa. A través de Instagram la pareja, que son padres de Balthazar, Tiziano, Benicio y Taína, compartieron un video con algunas fotos de su boda.

En las redes sociales, la pareja rememoró la fecha con una frase cargada de emoción. “¡Un día como hoy, pero hace 27 años! Felicidades, amore”, escribieron, en un posteo que recibió miles de corazones y comentarios, incluido el de su hijo Tiziano. “¡Son grosos!“, les dedicó, en una publicación que contó con algunos de los momentos más recordados del matrimonio.

La boda, celebrada el 9 de mayo de 1998 en la iglesia del Santísimo Sacramento y seguida por una fastuosa fiesta en el Hipódromo de San Isidro, fue concebida y ejecutada como un espectáculo de magnitudes cinematográficas. Televisada en vivo y seguida por más de 400 periodistas de todo el mundo, representó una postal de época, marcada por el lujo y la espectacularidad.

Alejandro Gravier asumió personalmente la planificación y logística de la ceremonia, desde los equipos técnicos hasta los detalles escenográficos, una labor que Valeria Mazza reconoció públicamente años después. La fiesta, que congregó a más de 1.200 invitados, contó con la participación de figuras de renombre como Diego Maradona, Susana Giménez, Mauricio Macri, entre muchos otros. El show musical incluyó una interpretación en vivo de una orquesta filarmónica de 75 músicos, un vals y un tango ensayado especialmente por los novios, además de un menú de lujo con ostras, caviar y champagne francés.

La pareja llegó al evento en un carruaje Landeau tirado por caballos, reforzando una estética que oscilaba entre lo aristocrático y lo teatral. La torta de bodas de ocho pisos, con un anillo de oro escondido en su interior, completó el conjunto de elementos destinados a hacer de esa noche un evento inolvidable.

Valeria Mazza y Alejandro Gravier confiaron en el diseñador italiano Giorgio Armani para la confección de sus trajes nupciales. El vestido de la modelo, con sobrevestido desmontable y una larga cola, combinaba sencillez y sofisticación, adaptándose a las exigencias de la ceremonia religiosa y de la celebración posterior. Gravier, por su parte, usó un chaquet también diseñado por Armani, acompañado por la icónica galera gris que años más tarde se convertiría en símbolo del evento.

El momento en que Gravier rompió el pacto con Armani y se colocó la galera frente a las cámaras de televisión quedó inmortalizado como una imagen emblemática de la cultura pop argentina. Ese sombrero ocupa hoy un lugar especial en el vestidor de la pareja, como si fuera una obra de arte, y ha sido reutilizado en momentos íntimos y celebraciones familiares posteriores, según ellos mismos contaron.

Lejos de limitarse a un episodio de exposición mediática, la boda fue el inicio de un proyecto familiar cuidadosamente planificado. Tuvieron cuatro hijos, quienes crecieron al tanto de la historia de amor de sus padres, cuyas imágenes nupciales son motivo de orgullo y complicidad dentro del hogar.

Valeria Mazza y Alejandro Gravier no limitaron su festejo al día del casamiento. A lo largo de los años, repitieron el ritual de la celebración como una forma de reafirmar su vínculo y homenajear el camino recorrido. La lógica de esas conmemoraciones osciló entre la espectacularidad simbólica y la intimidad afectiva.

Para los 25 años de casados, la pareja organizó una cena en su casa. Recuperaron los atuendos originales: Alejandro se puso su chaquet y Valeria, el vestido de novia diseñado por Armani. A la mesa se sentaron los padrinos de boda y los padrinos de sus hijos, en una escena pensada para revivir aquella noche de 1998 desde un registro íntimo pero con sentido ceremonial.

En cambio, para el aniversario número 26, optaron por una celebración más privada. “Los 26 los vamos a rememorar de una manera más romántica, los dos solos”, explicó Valeria a Infobae marcando la diferencia entre lo colectivo y lo personal en el modo de celebrar.