La transformación de Bill Gates de estudiante procrastinador a líder empresarial meticuloso no fue inmediata ni sencilla. El propio cofundador de Microsoft reconoció que su tendencia a posponer tareas, compartida con Steve Ballmer durante sus años en Harvard, se convirtió en un obstáculo serio cuando la compañía comenzó a expandirse y a trabajar con clientes internacionales, sobre todo japoneses.
La presión ejercida por la disciplina y el control de los plazos de las empresas japonesas resultó ser el factor decisivo que llevó a Gates a modificar radicalmente su gestión del tiempo y a erradicar la procrastinación de su vida profesional.
Cómo era Bill Gates en su etapa en la universidad
En su libro autobiográfico ‘Código fuente: Mis inicios’, Bill Gates relató que tanto él como Steve Ballmer solían saltarse clases y aplazar cualquier responsabilidad académica durante el semestre.

Su método consistía en estudiar intensamente solo unas horas antes de los exámenes, aprovechando que los profesores permitían jugarse toda la calificación al final del curso.
Según Gates, ambos se enfocaban en otras áreas y no dedicaban tiempo al curso hasta la semana previa al examen final, momento en el que estudiaban de manera frenética y, aun así, lograban obtener la máxima calificación.
“Steve y yo prestábamos muy poca atención a nuestras clases, y después ‘devorábamos’ furiosamente los libros, justo antes de un examen… No hicimos absolutamente nada por el curso hasta la semana antes del último examen. Luego estudiamos como locos y terminamos consiguiendo la máxima calificación”, escribió Gates en su libro.
Cuál fue el impacto de este hábito en los primeros años de Microsoft
Este enfoque, que Gates describió como un experimento para comprobar hasta dónde podían llegar los buenos resultados con el mínimo esfuerzo, no tardó en trasladarse a su vida profesional.
Según citó Xataka, en su obra de 1996, “Camino al futuro”, el cofundador de Microsoft admitió que el hábito de posponer tareas se convirtió en un problema real a medida que la empresa crecía.
“Después de que Paúl Allen y yo fundamos Microsoft, descubrí que desarrollar el hábito de demorar las cosas no había sido la mejor preparación para dirigir una empresa”, reconoció Gates en ese libro.

El propio empresario calculó que necesitó “un par de años” para superar lo que denominó un “ciclo insano”, en el que quedaba rezagado y generaba un ambiente poco favorable para sus colaboradores.
Qué circunstancia hizo que Bill Gates cambiará sus hábitos de trabajo
El punto de inflexión llegó cuando Microsoft comenzó a colaborar con empresas japonesas, conocidas por su disciplina y su estricto control de los plazos. Gates relató que estos clientes no toleraban retrasos y que, si la compañía se demoraba incluso un minuto respecto a la programación, enviaban a un representante en avión para supervisar el trabajo en persona.

“Enviaban a alguien en avión para que nos vigilara, como si fuéramos niños. Ellos sabían perfectamente que su hombre no nos podía ayudar en nada, pero permanecía en nuestra oficina 18 horas al día para demostrarnos lo mucho que le importaba el tema”, escribió Gates.
La presencia constante de estos supervisores resultó ser un estímulo contundente para que Gates modificara su actitud frente a la procrastinación. El cofundador de Microsoft describió la experiencia de retrasarse con las empresas japonesas como “algo doloroso”, y atribuyó a esa rigurosidad externa el impulso necesario para transformar su gestión del tiempo.
El proceso de cambio, según dijo Gates, implicó una revisión profunda de sus rutinas personales y profesionales. Pese a que la transformación no fue inmediata, el aprendizaje derivado de la exigencia y el rigor de los clientes japoneses resultó determinante para redefinir su desarrollo personal y la cultura de trabajo en la compañía.
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