Los falsos policías son una pequeña norma en el hampa bonaerense. A lo largo de los últimos años, particularmente durante la pandemia, varios delincuentes se vistieron de provincial o federal para ingresar a casas en allanamientos de mentira y desvalijar a familias enteras, o secuestrar a víctimas incautas en controles camineros inventados.
Sin embargo, hacerse pasar por policía todo el tiempo es otra cosa. Miguel Eduardo Juárez tiene una historia al respecto. Ayer martes por la noche, mientras estaba literalmente vestido de comisario, con gafete, insignias y camiseta de la Superintendencia de Drogas Ilícitas, se enfrentó a personal de verdad de la Bonaerense. Les apuntó con una pistola de aire comprimido. Terminó detenido y baleado él mismo.
Personal de la Comisaría 4° de José León Suárez, jurisdicción de San Martín, lo encontró en la calle Biarritz, donde tiene domicilio, totalmente de uniforme, a bordo de un Fiat Palio blanco. Sorprendidos, lo cruzaron. Así, Juárez, de 55 años, tomó su arma y disparó. El efectivo que le tiró lo rodeó alrededor del auto. Juárez recibió una bala en la pierna derecha y fue trasladado al Hospital Thompson, fuera de peligro. Su sangre quedó en el pavimento, con un charco tan largo como su pierna.

Tras registrar sus pertenencias, descubrieron no solo que su arma era una réplica de aire comprimido, con un cargador con varios balines. El Palio, por su parte, tenía pedido de secuestro en Lanús.
El disfraz de Juárez era al menos completo: llevaba una porta-chapa en su pecho, dos cargadores de repuesto, más prendas, un cuchillo de tamaño notable y dos handys. Terminó con una causa en la UFI N°6 por los delitos de abuso de arma, encubrimiento, atentado contra la autoridad y usurpación de títulos y honores.
Sería una historia tragicómica si fuese así de sencilla. Pero Juárez, con antecedentes por robo agravado, tiene la costumbre de hacerse pasar por efectivo. Nunca se hizo el agente raso: siempre interpretó a comisarios de alto rango. En 2002, según su ficha policial, se hizo pasar por policía mientras estaba detenido por otro delito, para cometer varias estafas telefónicas. Un tribunal de Quilmes lo condenó a cuatro años de prisión.
Terminó condenado en San Isidro, por hacerse el policía también.

En agosto de 2018, el Tribunal Oral N° 2 de San Isidro homologó un acuerdo de abreviado por el que se condenó a dos años y ocho meses a Juárez Tapia, por los delitos de robarle a una mujer a la salida de un cajero y de hacerse pasar por jefe de Drogas Ilícitas para llevar de gira por varios cajeros a un hombre, bajo amenaza de formarle una causa.
Su osadía actoral no quedaba solo en robos. A comienzos de la década pasada, relatan fuentes policiales, llegó a entrar a varias dependencias con el pretexto de realizar inspecciones e ingresó, de uniforme trucho, al Ministerio de Seguridad mismo en La Plata
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