
Amancay Diana Sacayán nació en Tucumán. El último día de 1975, el último año antes de la dictadura militar en Argentina, pero el primer año en que comenzó la desaparición de personas, en la provincia de la independencia, una marca que caracterizó su vida sin casilleros.
Diana nació y renació con su búsqueda personal. Y volvió a nacer con los logros colectivos. Impulsó la Ley de Identidad de Género, aprobada en el 2012 y creó el cupo laboral trans en la Provincia de Buenos Aires, que lleva su nombre como homenaje y que se convirtió en el primer escalón de la ley nacional, que dio dignidad y empleo a las personas trans.
Su hermano, Say Sacayán, actual coordinador del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), que fundó Diana hace 25 años, para defender a todas las personas expulsadas que viven en los barrios populares (no solo de la diversidad sexual) rescata: “Esta fecha es muy especial porque se cumplen diez años del travesticidio de Diana. Coincide con fechas simbólicas como la primer marcha de Ni Una Menos y la marea verde que han incorporado una perspectiva diferente en el país”.

El 17 de septiembre de 2019, en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, se aprobó, mediante el Decreto 721/20, el cupo laboral del 1% en la administración pública para personas travestis, transexuales y transgénero.
“Que el Estado Nacional nos haya permitido ser parte de la creación de las políticas públicas de empleo nos allanó el camino para llegar a este debate que nos permite gozar del derecho genuino al trabajo”, resaltó Diana Sacayán en la consagración de la norma bonaerense.
El proyecto había sido presentado por la diputada bonaerense Karina Nazabal (en ese momento del Frente para la Victoria), con el apoyo de Sacayán, Lohana Berkins (ya fallecida), de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT); Marlene Wayar, de Futuro Trans y Darío Arias de Jóvenes x la Diversidad.

Nazabal enmarcó el valor de Diana en ese logro normativo: “La ley es sueño, militancia y letra de Diana. La trabajamos en equipo con abogados y referentes en los temas laborales. Pero fue un anhelo de ella anterior a la ley de matrimonio y a la de identidad de género que logró aprobar una norma única en el mundo”.
Nazabal resaltó: “Es su ley y lleva su nombre para que siempre se sepa que ella luchó por la inclusión laboral genuina de la población trans y por el reconocimiento como sujetos de derechos de todas las personas más allá de su orientación sexual y su identidad de género”.
El hito se extendió como derecho a todo el país. El 24 de junio del 2021 se sancionó la Ley Nacional (27.636) de Cupo e Inclusión Laboral Travesti Trans “Diana Sacayán – Lohana Berkins”. La idea se convirtió en ley provincial, la ley provincial en nacional, la ley en trabajo, el trabajo en oportunidades, las oportunidades no se olvidan.

Sacayán enumeró los logros de Diana: “Fue impulsora del empleo y la economía social con cooperativas, programas de inclusión, acompañamiento a las compañeras, diálogo con instituciones y organismos. Entendió la necesidad del empleo para las personas travesti y trans”.
Su hermano muestra su raíz popular y su pisada fuera del formalismo o la letra muerta: “Corrió al feminismo más académico y le dio lugar al feminismo que nace de las experiencias del cuerpo y de la expulsión. La vinculación con la lucha social, los movimientos piqueteros, saber disputar la calle, hacer marchas, responder a las urgencias”.
También cuenta su recorrido de la calle a las bancas y de la protesta a la construcción de derechos: “Ella se fue construyendo con autonomía y después entendió que necesitamos una estructura para poder llegar a lo que queremos en términos de derechos”.

Diana no murió, fue asesinada el 11 de octubre del 2015. Tenía 39 años. Fue un travesticidio. Apenas unos meses antes, el 3 de junio, había participado de la marcha de Ni Una Menos. Lohana Berkins fue a la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) a exigir una investigación que tenga en cuenta su identidad de género.
La palabra travesticidio se incorporó, por primera vez, a la jurisprudencia. El 18 de junio del 2018 el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°4, de la Ciudad de Buenos Aires, condenó a Gabriel David Marino a prisión perpetua. La sentencia dejó constancia que fue un crimen de odio con violencia de género, según los incisos 4 y 11 del Código Penal.
Después la justicia retrocedió. En octubre del 2020 la Cámara Nacional de Casación descartó el agravante. Y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en abril del 2025, evadió el término. Pero el litigio va a seguir hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

“Yo soy una persona trans y para las personas trans después del crimen violento de Diana se tomó otra perspectiva -apunta su hermano- porque hemos sabido construir con trabajo, bronca y enojo el posicionamiento político a partir del travesticidio político de Diana y el travesticidio social de Lohana Berkins que es otra referente muy importante”.
Say Sacayán contextualizó: “El juicio por el travesticidio de Diana, en el 2018, fue un hito porque jamás se reconoció ni siquiera la muerte de las personas trans y travestis. No se las leía como posibles víctimas. Siempre había una mirada estigmatizante en su lecho de muerte como si estuviera bien que las hayan matado porque “algo habrá hecho” o “está bien que le pase” o “andaba en cosas raras”. Hemos logrado revertir esa mirada“.
“Logramos probar que hay una estructura de violencia y un promedio de vida muy bajo. Logramos que un primer tribunal hable de travesticidio -destacó-. No solo es el crimen de odio a la identidad travesti de Diana sino que, además, es la estructura de la violencia social que sufren las femineidades. Eso hizo que se entendiera por primera vez el estado de vulnerabilidad de toda una comunidad”.

Diana era una referente de La Matanza. Creció en Gregorio Laferrere. Su hermano la describió: “Fue una militante de barrio, construyó desde el territorio, atravesada por las diferentes interseccionalidades en términos de lucha: vivir en el conurbano, ser una femineidad, crecer en la pobreza, ser una militante política, tener claridad en la identidad y luz política”.
“Las personas travestis y trans tienen en general lucidez pero no las herramientas para convertirse en un cuadro político”, denunció Say Sacayán. Él continúa con el trabajo de Diana que fundó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) e integró el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género.
Fue la primera travesti en recibir su DNI con género femenino en un acto encabezado por la entonces presidenta Cristina Kirchner. “Genera indignación como la vida de una luchadora termina en manos de un violento”, se entristeció Ornella Infante, Secretaría General de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (FALGTB) y responsable nacional de Igualdad del Movimiento Evita.
“Pero es importante recordarla como activista en años en los que no recibían a las personas trans y ella visibilizaba a las travestis y lo que se vivía por ser de un pueblo originario, de La Matanza y por su identidad de género”, valoró Infante.

“Diana fue única e irrepetible”, destacó Infante. “Diana es la base del movimiento travesti trans. Participó de la sanción de la Ley Identidad de Género y es la creadora de la ley del cupo laboral trans en la Provincia de Buenos Aires que sale un mes antes de que la maten”, subrayó Sacayán.
Y apuntó: “Diana es una de las máximas referentes y no tiene el reconocimiento que debería tener. Otros tienen más reconocimiento y no hicieron el aporte que hizo ella a las políticas públicas, incluso dentro del feminismo. Ella vivió y militó en el barrio, haciendo política en las calles, con vida comunitaria”.
Por eso, la homenajeó: “Era una tipa que escribía poesía, narraba la vida travesti desde adentro, comunicaba. Y debería tener un reconocimiento que no lo tiene”.
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