De Quilmes a Mozambique, el médico argentino que devuelve la vista: “En 10 minutos, una persona ciega por cataratas vuelve a ver”

Gerardo Valvecchia lidera una cruzada silenciosa contra la ceguera por esa condición, que afecta a millones de personas en el mundo. Desde 2017, operó a miles de personas que volvieron a ver

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Junto a un paciente en
Junto a un paciente en África

Gerardo Valvecchia llega, literalmente, donde la oscuridad agobiaba a miles de personas y les devolvió la luz. Es médico oftalmólogo, pero sobre todo es un hombre que decidió que su profesión no se limite a un quirófano moderno o a un congreso científico donde solamente se hable de los avances en la materia.

Hace más de 30 años que ejerce y su carrera tomó un giro trascendental cuando entendió que no bastaba con operar en la clínica o en hospitales: había que llevar la cura hasta las personas que no podían acceder al sistema de salud. Así, fue desde las zonas más vulnerables de Argentina hasta la África olvidada. Su verdadera revolución ocurre en silencio, en aulas reconvertidas en quirófanos, en el medio de la selva o la montaña...

Desde su consultorio en Quilmes hasta el Impenetrable chaqueño, Mozambique o Dakar, Valvecchia operó gratuitamente a infinidad de personas ciegas por cataratas. Lo hace con el respaldo de la Fundación Elena Barraquer —organización sin ánimo de lucro que lucha contra la ceguera evitable—, de la cual es embajador para Latinoamérica. Y lo hace con una vocación única. “La ceguera por cataratas es la única ceguera reversible. En 10 o 15 minutos el paciente vuelve a ver. Eso todavía hoy nos sigue emocionando”, le cuenta a Infobae.

Su historia no sólo habla de cirugía, sino de una batalla contra la indiferencia, los obstáculos políticos y la falta de recursos para la salud pública. Es fundador de FacoExtrema, el evento oftalmológico más disruptivo de la región, donde se transmiten cirugías en vivo de pacientes “extremos”, y que se realizará entre el 21 y 23 de agosto en el Centro de Convenciones de Buenos Aires, bajo una consigna "¿Somos héroes o villanos?".

Los controles previos en África
Los controles previos en África

La vocación detrás del bisturí

“Yo soy oftalmólogo, trabajo en una clínica privada en Quilmes, pero siempre estuve en hospitales también y operamos a miles de personas. Pero siempre tuve esa necesidad de ayudar”, dice Valvecchia con sencillez, como quien enumera una costumbre diaria. Durante décadas operó a miles de personas en centros de salud, pero sentía que eso no era suficiente.

“Siempre tuve el bichito de llevar la ayuda a la gente donde vive. En Buenos Aires, las personas ciegas por cataratas, mal que mal llegan al médico, pero en otros lugares, no. Se quedan afuera del mundo”, asegura con pena al conocer esa realidad que, muchas veces se prefiere tapar para que no quede en evidencia las falencias del sistema de salud. Pese a no haber tenido el visto bueno para llegar a distintas ciudades con su idea, y durante años, finalmente en 2017 todo cambió.

Durante un congreso en España, conoció a la médica oftalmóloga española Elena Barraquer, que hace campañas humanitarias en África y fundadora de la fundación homónima. “Era una de las disertantes del Congreso. Cuando terminó su exposición, me acerqué y le dije: ‘Elena, quiero ir a África con vos’. Me dijo que bueno... A los tres meses estábamos operando en Mozambique”.

En ÁFrica
En ÁFrica

Ese primer viaje le cambió la vida. Operó en medio de la nada, lejos de las ciudades, en condiciones impensadas, pero entendió que ese deseo de “hacer algo” y ayudar a quienes más lo necesitaban había comenzado. “Desde entonces, me convertí en parte de la Fundación Elena Barraquer. Fui unas seis o siete veces a África: Angola, Dakar, Mozambique. Pese a la enorme y gran experiencia, yo quería hacerlo acá, en Argentina”.

La visibilidad que ganó con aquel viaje le abrió puertas antes cerradas. Al año, en 2018, organizó con la Fundación la primera gran campaña nacional y luego de vencer (una vez más) las trabas burocráticas impuestas, logró algo épico: 500 personas ciegas por cataratas de Salta recuperaron la visión. “Tuvimos ayuda de los Clubes de Leones. Había que traer gente del medio de la montaña, operarla, alojarla en cuarteles del ejército, y devolverla a su casa. Fue una movida gigante”, revive.

Desde entonces, su cruzada humanitaria no se detuvo: siguió en Chaco, Rosario, Córdoba, Neuquén, Tucumán. Cada campaña implica atender miles de personas, seleccionar cientos, conseguir insumos y montar quirófanos donde no los hay. “A veces usamos salones de clase y los transformamos en quirófanos. Llevamos todo: gasas, sueros, microscopios, lentes. La mayor incertidumbre la noche anterior es que no falte nada y todo funcione. Después, una vez que empezamos, ya fluye”, confía.

El equipo de Dakar que
El equipo de Dakar que realizó 1060 cirugías en 2022

La labor es física y emocionalmente extenuante. “Terminamos muertos de cansancio. A veces operamos 70 pacientes por día, cada uno de los médicos. No sabés cómo sentarte, te duele hasta el ombligo... ¡Pero terminamos felices!”, dice con una sonrisa. “Te llevás más de lo que das”, asegura.

Y la escena más repetida —y más poderosa— que viven es la misma: quitarle el parche al paciente y verle la cara cuando abre los ojos y recupera la vista. “Muchos entran asustados, no entienden nada de lo que pasará. Pero cuando se dan cuenta de que volvieron a ver y se les dibuja esa sonrisa... ya está. ¡Ganaste! ¡Le cambiaste la vida a esa persona!”, repite emocionado.

Cada paciente que llega a esos quirófanos improvisados es una historia que vale tanto como la propia. Una que lo conmovió fue la de un adulto mayor que vivía en la oscuridad de una casa de adobe en El Impenetrable chaqueño, y que se chocaba con todo. Todos los días, había un chico de la familia, quizás un nieto, que no iba a la escuela porque cuidaba a su abuelo ciego y le daba de comer. “No es sólo una persona que recupera la vista. Es toda una familia que recupera calidad de vida”, resume el hombre que hace tiempo perdió la cuenta de las cirugías gratuitas que realizó.

Durante una de las campañas
Durante una de las campañas realizadas en Salta

El deseo de devolverle un bien a la sociedad

La pasión de Valvecchia por el ojo humano es profunda y científica. Aunque admite que no es una pasión que sienta haya nacido con él. “Lo decidí en el último año de medicina. Vi lo que era el ojo y me voló la cabeza. Pensá que, de punta a punta, mide 2,5 cm de punta a punta. ¡Es un órgano casi perfecto!: es un tejido con vida, que tienen que ser transparentes en algunos lugares para dejar pasar la luz. Es una lupa perfecta, muy difícil de imitar. El que nos hizo, sabía lo que hacía”, dice casi en broma y explica, de manera coloquial, el funcionamiento de los ojos.

Así como se habla de “píxeles” para formar una imagen digital, explica que son como “millones de pixeles” que mandan la información a un lugar del cerebro y forman la imagen. “Es como de ciencia ficción. ¡El ojo es fantástico!”, dice. Pero también es territorio de enfermedades y las cataratas es una de sus enemigas principales. “El cristalino, que es la lupa natural del ojo, pierde transparencia. Ahí se vuelve catarata. Hay muchos grados que no complican la visión, pero en su estadio máximo, causa ceguera. Actualmente, en el mundo hay al menos 19 millones de ciegos a causa de la cataratas. Lo bueno es que se puede revertir”, advierte.

Las causas que la provocan son múltiples: edad, golpes, diabetes no controlada, radiación solar, entre otras. Incluso bebés pueden nacer con cataratas congénitas. “Ahí el tiempo para tratarlo es clave. Cuanto antes se opera, mejor la recuperación visual. A veces operamos bebés de un mes de vida”, cuenta.

Gerardo Valvecchia
Gerardo Valvecchia

Con orgullo, dice que durante un tiempo, la Fundación Elena Barraquer tuvo un acuerdo con la Fundación Leo Messi que costeaba las operaciones pediátricas en África. “Era más ayuda para poder dar más ayuda. Hay mucha gente con ganas de ayudar, y eso está buenísimo”.

Mientras en la Argentina “hay cantidad de cirujanos oftalmológicos brillantes”, lo que falta es dinero —dice—, y en países de África, directamente, no hay médicos. “En Mozambique hay 35 millones de personas y solo 14 oftalmólogos. De esos, la mitad opera. Hay una población de ciegos gigantesca por falta de recursos humanos y económicos”, compara. En cambio, en la Argentina “lo que sobra son los buenos médicos”. Por eso, su objetivo es cada vez este proyecto dependa menos de su presencia y cuente con nuevos profesionales que se sumen. “Mandamos los insumos y los cirujanos locales operan. Ellos hacen el trabajo fino: seleccionar pacientes, preparar el terreno. Yo a veces sólo me llevo la foto en el diario”, dice entre risas.

Las campañas futuras ya están en marcha: la próxima será a finales de agosto, en Córdoba, con apoyo de la Sociedad Oftalmológica local, volverá a El Impenetrable chaqueño. “Ya hicieron las pesquisas necesarias para poder operar 500 pacientes, pero capaz que atendés 3000. Es un trabajo previo enorme”.

En una edición de FacoExtrema
En una edición de FacoExtrema

Detrás de cada cirugía hay una filosofía de vida: devolver lo que la educación pública le dio. “Me formé en la UBA. Mis viejos me bancaron mientras estudiaba, pero la carrera fue gratis. Siempre tuve esa idea de devolver algo a la sociedad. Y la verdad, como cirujano, te llevás muchísimo más de lo que das. Es impagable lo que vivimos”.

Lo que Gerardo Valvecchia hace no es solo medicina: es acción social, es devolver la dignidad a quienes lo económico los pasa por arriba. Es la convicción de que un ojo que vuelve a ver también es una persona que puede volver a soñar.

“Los pacientes que necesiten atención, cuando escuchen de una de estas campañas, se acerquen a nosotros, que vamos a hacer todo lo posible para devolverles la vista. Y los médicos que quieran sumarse, también se acerquen. Esto se multiplica”, finaliza.

*Más información sobre las campañas en el Instagram @valvecchia