
Abandonar la carne, incluso durante un periodo breve, puede provocar transformaciones notables en el organismo. Según investigaciones recientes citadas por National Geographic, quienes optan por una dieta vegana o vegetariana experimentan desde una reducción del peso corporal hasta mejoras en la salud cardiovascular y cambios en la flora intestinal.
Estos efectos, que van más allá de la simple pérdida de peso, incluyen beneficios menos conocidos en el sistema inmunitario y el equilibrio bacteriano del intestino, lo que ha despertado el interés de quienes buscan alternativas alimenticias por motivos de salud, ética o sostenibilidad ambiental.
Pérdida de peso y mejora metabólica
El primer impacto visible al dejar de consumir carne suele ser la pérdida de peso. Matthew Landry, dietista titulado y científico de la salud en la Universidad de California, Irvine, explicó a National Geographic que este fenómeno no se debe únicamente a la eliminación de productos animales, sino a la calidad de los alimentos que los sustituyen.

“Terminamos consumiendo más alimentos con menos calorías”, señaló Landry, aludiendo a la incorporación de verduras, legumbres, cereales integrales y frutas, todos ricos en fibra y capaces de generar mayor saciedad.
Un estudio realizado en 2018, que siguió a personas durante tres meses, reveló que quienes pasaron de una dieta omnívora a una vegetariana perdieron aproximadamente 1,8 kilogramos.
Los beneficios de este cambio alimenticio se extienden al sistema cardiovascular. Diversos estudios han demostrado que las dietas vegetarianas mantenidas durante al menos seis semanas pueden reducir la presión arterial, un factor clave para disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Luigi Fontana, experto en nutrición y envejecimiento saludable de la Universidad de Sídney, atribuye este efecto tanto a la pérdida de peso como al mayor consumo de minerales como potasio y magnesio, presentes en los alimentos vegetales.
Además, las dietas vegetarianas tienden a reducir los niveles de azúcar en sangre, lo que disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, según investigaciones recientes lideradas por Fontana.

El colesterol LDL, conocido como “malo” por su papel en la obstrucción de los vasos sanguíneos, también desciende con la adopción de una dieta vegana. Un estudio realizado a 11 pares de gemelos, dirigido por Landry y su equipo de la Universidad de Stanford, mostró que quienes siguieron una dieta vegana durante cuatro semanas lograron reducir su colesterol LDL a niveles óptimos, por debajo de los 100 miligramos por decilitro, incluso partiendo de valores ya saludables.
Alteraciones en la flora intestinal
Más allá de los efectos inmediatos, la transición a una alimentación basada en plantas modifica el ecosistema bacteriano del intestino. Verónica Witte, neurocientífica del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas y del Centro Médico de la Universidad de Leipzig, explicó a National Geographic que los nuevos vegetarianos desarrollan más bacterias especializadas en descomponer la fibra vegetal y menos bacterias asociadas al procesamiento de carne.

Un estudio efectuado en 2014, que analizó muestras de heces de personas que cambiaron a una dieta basada en plantas, detectó alteraciones en la composición bacteriana “incluso después de varios días”, según Witte.
Algunos de estos cambios pueden resultar beneficiosos. Datos preliminares del estudio de gemelos de Stanford indicaron que la Bilophila wadsworthia, una bacteria intestinal vinculada a la inflamación y a enfermedades, disminuyó en quienes adoptaron una dieta vegana.
Matthew Carter, microbiólogo de Stanford y coautor del estudio, afirmó que “la presencia de B. wadsworthia en la microbiota intestinal en grandes cantidades puede ser muy problemática, y una forma de eliminarla es adoptar una dieta vegana”.
Los científicos también exploran cómo las bacterias que fermentan la fibra podrían beneficiar la salud, mientras que Witte investiga si estos cambios bacterianos pueden influir en el cerebro y los antojos alimentarios, aunque advierte que aún se requiere más investigación para comprender estos procesos.

Sistema inmunitario y cuestiones nutricionales
El sistema inmunitario también parece responder a la eliminación de la carne. Un estudio de 2024 reportó que personas que siguieron una dieta vegana durante dos semanas mostraron mayor actividad en las áreas del sistema inmunitario responsables de la defensa contra virus.
Además, los participantes veganos del estudio de gemelos experimentaron una reducción de citocinas, moléculas que coordinan la actividad inmunitaria. Carter calificó de “sorprendente” la rapidez con la que se observaron estos cambios, aunque subrayó que las implicancias a largo plazo todavía no se comprenden del todo.
No obstante, la evidencia científica no es concluyente respecto a la necesidad de eliminar completamente la carne para obtener beneficios. Estudios sobre la dieta mediterránea, que incluye verduras, cereales integrales, legumbres y pequeñas cantidades de carne y pescado hasta dos veces por semana, han mostrado resultados similares a los del veganismo. Fontana planteó la pregunta: “¿Consumir una pequeña cantidad de carne una vez por semana perjudica la salud? La respuesta es que no lo sabemos”.

La calidad de la dieta es fundamental. Fontana advirtió que los beneficios de una alimentación vegana o vegetariana dependen de la elección de alimentos saludables. Sustituir la carne por productos ultraprocesados, como pastas veganas congeladas o snacks azucarados, puede ser igual de perjudicial que una dieta occidental típica.
“Se puede ser vegetariano y ser tan poco saludable, o más, que alguien con una dieta occidental típica”, puntualizó Fontana en diálogo con National Geographic. En cuanto a las deficiencias nutricionales, junto a Landry, coincidieron en que no representan un riesgo significativo para quienes dejan la carne por unas semanas o meses. Sin embargo, a largo plazo, es esencial vigilar la ingesta de nutrientes como vitamina B12, hierro, zinc, calcio y ácidos grasos omega-3, que suelen encontrarse en menor cantidad en los alimentos vegetales.
Landry recomendó considerar suplementos de vitamina B12 y vitamina D para quienes siguen una dieta vegana, y sugirió iniciar el cambio de manera gradual, experimentando con nuevos alimentos y recetas. Para quienes deciden explorar una dieta sin carne, la experiencia puede abrir la puerta a una mayor diversidad de sabores y tradiciones culinarias, ampliando así las posibilidades del paladar y la alimentación cotidiana.
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