
Misteriosa, magnética y protagonista de incontables mitos, la luna llena no solo despierta fascinación: también podría alterar nuestras noches de descanso más de lo que imaginamos. Investigaciones recientes, citadas por Popular Science, revelan que durante este ciclo las personas tienden a dormir menos y con peor calidad de sueño, un efecto que se acentúa en lugares donde la luz artificial es mínima o inexistente.
El interés científico sobre este tema aumentó en la última década. Un estudio realizado en 2013 por investigadores suizos detectó que, en torno a la luna llena, los participantes mostraron una reducción del 30% en la actividad cerebral asociada al sueño profundo, necesitaron cinco minutos más para conciliar el sueño y durmieron, en promedio, 20 minutos menos.
Además, reportaron peor calidad de descanso y niveles más bajos de melatonina, la hormona que regula el ciclo de sueño y vigilia. El Dr. Alex Dimitriu, psiquiatra y especialista en medicina del sueño, explicó a Popular Science: “Sabemos que la luz, ya sea artificial o natural, puede suprimir la melatonina, por lo que es plausible que la luz de la luna tenga un efecto natural que promueva la vigilia”.
Otros estudios han respaldado estos hallazgos, aunque presentan matices. Una segunda investigación suiza, con 47 adultos sanos, comprobó que los participantes dormían 25 minutos menos durante la luna llena.
En esta ocasión, los hombres parecieron estar más afectados que las mujeres, con una disminución de hasta 50 minutos en el tiempo total de descanso y un retraso de 30 minutos en alcanzar la fase REM, donde ocurren los sueños.
Sin embargo, una investigación realizada en Hungría obtuvo resultados opuestos: las mujeres presentaron más interrupciones del sueño que los hombres en el mismo periodo lunar. Estas diferencias sugieren que la influencia de la luna llena puede variar según el género y otros factores individuales.

Las explicaciones sobre por qué la luna afecta el descanso incluyen aspectos tanto fisiológicos como psicológicos. El Dr. Stephen Carstensen, consultor en trastornos respiratorios del sueño, señaló a Popular Science: “Muchas personas idealizan la visión de una luna llena, especialmente durante eventos como la luna de la cosecha o la luna azul, por lo que tal vez los efectos provengan de las emociones y no de la fisiología”.
La expectativa de dormir mal esas noches podría dificultar realmente conciliar el descanso. No obstante, la evidencia sobre la reducción de melatonina y las alteraciones en la arquitectura del sueño indica que la luz lunar puede tener un efecto biológico real.
Para superar limitaciones propias de los estudios de laboratorio, que suelen modificar los patrones de sueño a causa del entorno artificial, científicos de la Universidad de Washington trasladaron la investigación a contextos cotidianos.
Monitorearon el descanso de personas en tres comunidades argentinas con diferentes niveles de acceso a electricidad: una en las afueras de una ciudad, otra en una aldea rural con electricidad limitada y una más en una zona remota sin acceso eléctrico. Además, analizaron los datos de 464 estudiantes universitarios en Seattle. Todos los participantes llevaron relojes de pulsera capaces de registrar su sueño durante dos meses.
Los resultados, publicados por Popular Science, mostraron que en todas las ubicaciones, sin importar el acceso a luz artificial, las personas dormían menos y tardaban más en dormir en las noches previas a la luna llena. El efecto resultó más marcado en comunidades sin electricidad, donde la luz de la luna sigue siendo la principal fuente de iluminación nocturna.
Los investigadores sugieren que este patrón podría ser una adaptación ancestral: cuando la luna brillaba con más intensidad, nuestros antepasados probablemente aprovechaban para cazar, socializar o trabajar bajo la luz natural.

En contraste, en sociedades urbanas modernas, la luz artificial tiene un impacto mucho mayor en el sueño que la propia luna. Carstensen subrayó que, en estos entornos, la influencia lunar queda relegada frente a la omnipresencia de pantallas y lámparas.
Dimitriu coincidió y advirtió que, si la luna puede reducir el tiempo total de sueño hasta una hora, la exposición directa a una pantalla brillante puede tener un efecto aún más fuerte.
A pesar de los avances en la investigación, persisten limitaciones importantes. Los estudios en laboratorio pueden no reflejar con precisión el impacto real de la luna en condiciones cotidianas, y las diferencias según género o contexto cultural añaden complejidad al fenómeno.
Los expertos consultados por Popular Science insisten en que no se debe interpretar la relación entre la luna llena y el sueño como causalidad absoluta, ya que intervienen factores emocionales, expectativas personales y el entorno.
La luna llena puede acortar el sueño de modo relevante, pero la vida moderna, dominada por la luz artificial, plantea desafíos aún mayores para el descanso nocturno.
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