
Un estudio genético del Hospital de Niños de Boston y la Academia Estadounidense de Oftalmología propone un cambio radical en la comprensión de la ambliopía, una afección ocular que afecta a millones de niños en todo el mundo.
Los resultados sugieren que existen causas neurobiológicas y genéticas fundamentales, además de los factores visuales ya conocidos, lo que permite imaginar terapias personalizadas capaces de transformar el abordaje oftalmológico infantil.
Qué es el “ojo perezoso” y cómo se manifiesta
La ambliopía es la principal causa de pérdida de visión unilateral en la infancia. Según la Asociación Estadounidense de Oftalmología Pediátrica y Estrabismo, ocurre cuando uno de los ojos no desarrolla una comunicación adecuada con el cerebro, que entonces favorece las señales provenientes del ojo más fuerte. El resultado es una disminución de la agudeza visual persistente en el ojo afectado, con consecuencias a largo plazo si no se trata a tiempo.
Esta afección suele detectarse en los primeros años de vida y afecta aproximadamente al 3% de la población. Entre los desencadenantes se encuentran el estrabismo (desviación ocular), los errores refractivos desiguales y ciertas obstrucciones tempranas como cataratas congénitas. Si la ambliopía no se trata antes de los siete u ocho años, la plasticidad cerebral disminuye considerablemente, lo que limita la recuperación visual.

Qué se sabía antes: una mirada limitada
Durante décadas, la ambliopía fue entendida como la consecuencia exclusiva de experiencias visuales anómalas. Los tratamientos tradicionales, avalados por organismos internacionales y difundidos por The Washington Post, incluyen el uso de parches, colirios de atropina y, recientemente, programas de estimulación visual con realidad virtual.
Sin embargo, estos enfoques no garantizan siempre una recuperación visual completa, lo que subraya la necesidad de alternativas innovadoras.
La genética y el neurodesarrollo reescriben la historia
El estudio publicado en la revista Ophthalmology, calificado por el Hospital de Niños de Boston como el análisis genético más amplio sobre ambliopía, examinó el ADN de más de 120.000 participantes del programa All of Us Research Program de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. Liderado por Mary Whitman, oftalmóloga pediátrica, el equipo realizó un estudio de asociación de genoma completo (GWAS) y un análisis de variantes raras (RVAS).
El estudio de asociación de genoma completo identificó cuatro regiones genéticas asociadas a la ambliopía, todas correspondientes a locus de rasgo cuantitativo de expresión: variantes que regulan la expresión de otros genes.

De esta forma, se comprobó que estas regiones afectan principalmente el neurodesarrollo y no solo el desarrollo ocular. El análisis de variantes raras encontró 15 genes adicionales con diferencias significativas, muchos involucrados en procesos cerebrales.
Mary Whitman explicó: “Estos hallazgos ayudan a entender por qué algunos niños con factores de riesgo visual similares desarrollan ambliopía y otros no, y por qué la respuesta a los tratamientos varía entre pacientes”. Para la Academia Estadounidense de Oftalmología, esta nueva perspectiva científica impulsa el diseño de terapias personalizadas.
Hacia un tratamiento personalizado y más efectivo
Comprender los componentes genéticos y neurobiológicos de la ambliopía permite avanzar hacia intervenciones más direccionadas y eficaces. En lugar de tratamientos uniformes, los expertos podrán en el futuro recurrir a pruebas genéticas para personalizar la atención según las necesidades de cada niño. Este enfoque innovador promete mejorar los resultados y reducir el riesgo de daño visual irreversible.

En paralelo, terapias experimentales como videojuegos terapéuticos, realidad virtual y estrategias neurocognitivas están siendo investigadas en países como Estados Unidos y Reino Unido. STAT News y The Guardian han remarcado el impacto positivo que tienen estas tecnologías al estimular ambos ojos simultáneamente y mejorar la motivación de los pacientes pediátricos.
El gran desafío continúa siendo la detección precoz y vencer el estigma, ya que el uso de parches puede causar incomodidad psicológica en muchos niños, dificultando la adherencia al tratamiento. Instituciones como la Asociación Estadounidense de Optometría insisten en la importancia de los exámenes oftalmológicos en los primeros años y la implementación de programas de tamizaje visual en las escuelas.
Un futuro más claro para la visión infantil
El descubrimiento de nuevas bases genéticas y neurobiológicas redefine la manera en que se comprende, diagnostica y trata la ambliopía. Según Mary Whitman, el objetivo es avanzar hacia métodos más efectivos y adaptados a cada paciente, enriqueciendo la calidad de vida de los niños afectados por esta condición.
La ambliopía, lejos de ser solo una cuestión de “mala visión”, se posiciona ahora en la intersección entre genética, neurociencia y medicina personalizada. Los avances científicos ofrecen una nueva oportunidad para proteger la visión y el desarrollo visual de la infancia.
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