El ejercicio físico, entendido como actividades como correr, saltar y levantar pesas, es fundamental para fortalecer los huesos y reducir el riesgo de fracturas, según Harvard Health. Estas prácticas no solo ayudan al sistema cardiovascular y a la musculatura, sino que desempeñan un papel clave en la prevención de la osteoporosis, el mantenimiento de la independencia y la salud integral de los adultos.
El mecanismo principal detrás de este beneficio es la respuesta adaptativa del cuerpo: cuando los músculos ejercen fuerza sobre los huesos a través de movimientos de impacto o resistencia, los huesos refuerzan su estructura y aumentan su densidad. Esta estimulación es más eficaz con ejercicios de alto impacto (como correr y saltar) y rutinas de fuerza usando pesas o bandas de resistencia.
Harvard Health destaca que incorporar de manera regular estos ejercicios específicos no solo previene la pérdida de masa ósea, sino que permite incrementar la autonomía y disminuir significativamente la probabilidad de fracturas, especialmente en edades avanzadas. La constancia y la correcta progresión en la práctica del ejercicio son esenciales para obtener resultados duraderos y seguros.

Precauciones antes de comenzar
Antes de iniciar cualquier programa orientado a la salud ósea, Harvard Health recomienda obtener una evaluación médica, sobre todo si la persona no realiza ejercicio regularmente, presenta lesiones, enfermedades crónicas o condiciones de salud inestables.
Es fundamental tener en cuenta antecedentes de enfermedades cardíacas, factores de riesgo cardiovascular (como hipertensión o colesterol elevado), problemas respiratorios (asma), afecciones articulares y óseas (artritis, osteoporosis), antecedentes de accidente cerebrovascular, diabetes, alteraciones musculoesqueléticas, problemas de equilibrio o el uso de medicamentos con potencial para causar mareos.

Quienes hayan sido sometidos a cirugía reciente también deben consultar a su médico antes de retomar cualquier actividad física. El profesional podrá sugerir ajustes personalizados, recomendar ejercicios específicos o indicar la supervisión de un fisiatra, fisioterapeuta o entrenador certificado para garantizar la seguridad.
En personas con factores que aumentan el riesgo de baja densidad ósea, las precauciones deben ser aún más estrictas. Harvard Health aconseja realizar una prueba de densidad ósea antes de iniciar rutinas exigentes si se presentan condiciones como edad mayor a 75, fracturas después de los 50, antecedentes familiares de osteoporosis o fracturas, tabaquismo habitual, bajo peso corporal, ingesta insuficiente de calcio (menos de 1.000 a 1.200 mg diarios), consumo frecuente de más de dos bebidas alcohólicas al día o una vida sedentaria.
En las mujeres, el riesgo se eleva si la menopausia ocurrió antes de los 45 años o si tuvieron ausencias prolongadas de menstruación por motivos distintos al embarazo o a la menopausia.
Enfermedades y medicamentos que impactan la salud ósea

Diversas enfermedades pueden debilitar la estructura ósea y aumentar la vulnerabilidad a fracturas. Entre los trastornos congénitos asociados a mayor riesgo de osteoporosis figuran el síndrome de Marfan, el síndrome de Ehlers-Danlos y la osteogénesis imperfecta.
También afectan negativamente a los huesos la enfermedad celíaca, el síndrome de Cushing, hiperparatiroidismo, hipertiroidismo, enfermedades inflamatorias intestinales, hepáticas y renales, esclerosis múltiple, artritis reumatoide y deficiencia de vitamina D.
Ciertos medicamentos contribuyen de forma significativa a la pérdida de masa ósea. Harvard Health identifica como los principales a los corticosteroides como la prednisona, los inhibidores de la aromatasa administrados en tratamientos contra el cáncer de mama (anastrozol, exemestano y letrozol) y los fármacos que suprimen los andrógenos en el manejo del cáncer de próstata (apalutamida, enzalutamida y abiraterona).

Para fortalecer los huesos de forma segura, Harvard Health recomienda buscar asesoramiento profesional y elegir rutinas personalizadas y adecuadas al perfil y nivel de riesgo de cada persona.
De esta manera se maximizan los beneficios del ejercicio, se minimiza el riesgo de lesiones y se favorece la independencia durante el envejecimiento. Incorporar hábitos saludables, como una alimentación equilibrada y evitar el sedentarismo, refuerza aún más la protección ósea.
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