
Las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la principal causa de muerte a nivel global, afectando a hombres y mujeres por igual y, cada vez más, a personas jóvenes. Aunque existe una mayor conciencia social sobre la importancia de cuidarse, el corazón sigue siendo el órgano más vulnerable ante los hábitos de vida modernos.
Así lo destaca Aurelio Rojas, médico cardiólogo español, conocido por su enfoque divulgativo, humano y directo sobre la salud cardiovascular, en una entrevista en el podcast Tengo un Plan, quien advierte que la salud cardiovascular depende en gran medida de las decisiones cotidianas y no de soluciones farmacológicas milagrosas.
El papel de los estilos de vida
Rojas señala que, a pesar de la disminución del consumo de tabaco y de una tendencia creciente hacia el autocuidado, la mayoría de la población mundial fallece por problemas cardíacos.
El especialista recalca que, si bien la genética influye, su peso es limitado: “El condicionante genético es muy pequeño... La calidad y la cantidad de lo que vivamos va a depender en un 70%, 80% de nuestro estilo de vida”, afirma en declaraciones recogidas por Tengo un Plan.
El entorno moderno, caracterizado por el sedentarismo, la alimentación inadecuada, el estrés crónico y la falta de sueño, favorece el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, Rojas explica que el cuerpo humano está sometido a estímulos constantes que elevan los niveles de estrés y dificultan el descanso reparador, lo que afecta la capacidad de regeneración nocturna.

A esto se suma la tendencia a consumir alimentos ultraprocesados y la escasez de tiempo para la actividad física, factores que contribuyen a la aparición de resistencia a la insulina, diabetes, sobrepeso, obesidad e inflamación crónica.
Enfermedades silenciosas y la importancia del diagnóstico precoz
El médico advierte que muchos problemas cardíacos evolucionan de forma silenciosa. “El corazón es un órgano que tiene tanto aguante que hasta que no llega a una situación muy límite, no nos suele avisar”, señala.
En la mayoría de los casos, los síntomas previos a un infarto son inexistentes o se confunden con molestias menores, como dolor en el pecho o en la boca del estómago, que suelen atribuirse a causas digestivas. Solo en situaciones extremas, como un esfuerzo físico intenso o un episodio de estrés agudo, pueden desencadenarse arritmias o infartos, incluso en personas aparentemente sanas.

La revisión médica periódica resulta fundamental, especialmente para quienes superan los 40 años, tienen antecedentes familiares de enfermedades cardíacas, presentan factores de riesgo como hipertensión, diabetes o colesterol elevado, o practican deportes de alta intensidad.
Rojas recomienda que todos los deportistas sometidos a esfuerzos importantes, independientemente de la edad, se sometan a controles médicos básicos, como electrocardiogramas y exploraciones físicas, para descartar posibles anomalías. En caso de sospecha, pruebas complementarias como ecocardiogramas o estudios de las arterias coronarias pueden aportar información clave sobre el riesgo individual.
Tecnología y monitoreo de la salud cardiovascular
La tecnología ha abierto nuevas posibilidades para el monitoreo de la salud cardiovascular. Dispositivos como relojes inteligentes y pulsómetros permiten registrar la frecuencia cardíaca y su variabilidad, parámetros útiles para detectar alteraciones en personas jóvenes y sanas.

Según Rojas, un rango de frecuencia cardíaca en reposo entre 50 y 100 pulsaciones por minuto se considera normal, aunque lo habitual en personas sanas oscila entre 60 y 80.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca también puede ofrecer pistas sobre el estado del corazón y el nivel de estrés, aunque el especialista aconseja no obsesionarse con estos datos y confiar en las alertas automáticas de los dispositivos, que suelen ser bastante precisas.
El consumo máximo de oxígeno (VO2 max), medido en pruebas de esfuerzo, se correlaciona estrechamente con la salud cardiovascular y la esperanza de vida. Rojas destaca que tanto el ejercicio cardiovascular, como caminar a paso ligero, como el entrenamiento de fuerza contribuyen a mejorar este parámetro.
Mantenerse activo, con al menos 5.000 a 7.000 pasos diarios y dos o tres sesiones semanales de ejercicios de fuerza, puede reducir la mortalidad cardiovascular entre un 30% y un 40%. “La salud se entrena y el corazón también es un músculo... Hay que darle caña haciendo deporte y cuidándose bien”, insiste el médico en Tengo un Plan.
Responsabilidad individual y prevención
El especialista subraya la importancia de la autoevaluación y la responsabilidad individual en el cuidado de la salud. Considera que el verdadero dueño de la salud es cada persona, no el médico, y que la información y las herramientas están al alcance de todos para tomar decisiones informadas.
El uso de tecnología, la atención a los síntomas y la adopción de hábitos saludables son pilares fundamentales para la prevención de enfermedades del corazón.

Como concluye Rojas en Tengo un Plan, ningún tratamiento médico actual iguala el impacto positivo que el ejercicio regular y un estilo de vida saludable tienen sobre la salud del corazón. La constancia y el compromiso diario con el propio bienestar marcan la diferencia en la prevención cardiovascular.
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