
Un simple smartwatch en la muñeca puede aportar información relevante sobre la salud cardíaca, aunque su verdadero valor depende de la correcta interpretación de sus datos.
El Dr. Malcolm Finlay, cardiólogo consultor y profesor de medicina cardiovascular, señaló en una reciente entrevista con ZOE podcast que los dispositivos wearables tienen tanto posibilidades como limitaciones para el monitoreo cardíaco.
Según el especialista, métricas como la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) y el electrocardiograma (ECG) transformaron la manera en que las personas pueden observar su bienestar cardiovascular, pero la clave radica en entender el significado real de esos números y su utilidad adecuada.
Los wearables: de gadgets a herramientas clínicas
El Dr. Finlay, con más de 15 años de experiencia en el tratamiento de trastornos del ritmo cardíaco, destacó en el ZOE podcast que los wearables evolucionaron, pasando de ser simples gadgets a herramientas con potencial clínico.

“Realizo diagnósticos basados en estos dispositivos, y una de las muchas cosas que puedes usar para guiarte es la variabilidad de la frecuencia cardíaca”, afirmó. Para el cardiólogo, la VFC y el ECG son ejemplos de cómo la tecnología portátil puede aportar datos útiles tanto para el autocuidado como para la detección temprana de problemas cardíacos.
Variabilidad de la frecuencia cardíaca
La VFC es una de las métricas más populares y, al mismo tiempo, menos comprendidas por los usuarios. El Dr. Finlay explicó que la variabilidad mide los cambios sutiles en el intervalo entre latidos del corazón, reflejando el equilibrio entre el sistema nervioso simpático (respuesta de lucha o huida) y el parasimpático (relajación).
“Una mayor fluctuación en el ritmo cardíaco es señal de buena salud”, explicó el cardiólogo, ya que indica que ambos sistemas trabajan activamente y regulan el corazón de manera eficiente.
Sin embargo, la VFC varía mucho entre personas: valores típicos registrados por wearables pueden oscilar entre 30 y 70 milisegundos y suelen disminuir con la edad.

El especialista subrayó que la VFC debe analizarse como una tendencia personal y no como un valor absoluto para establecer comparaciones con otras personas. “El número exacto no nos dice mucho sobre la salud general; lo importante son los cambios a lo largo del tiempo en un mismo individuo”, dijo.
Factores como el estrés, la falta de sueño, infecciones o enfermedades crónicas pueden reducir la VFC, mientras que mejores hábitos, como dormir bien, suelen incrementarla.
No obstante, el cardiólogo advirtió que la VFC es un indicador limitado para predecir enfermedades futuras frente a pruebas médicas más avanzadas, como la resonancia magnética o la tomografía computarizada.
Los límites de comparar métricas y la importancia del contexto
El Dr. Finlay insistió en que la VFC no debe considerarse el único parámetro para evaluar la salud cardíaca ni para tomar decisiones clínicas. “Si te concentras en los números equivocados, puedes hacer cosas incorrectas y sacar conclusiones equivocadas”, advirtió en el podcast.

Además, recalcó que comparar la VFC entre diversas personas carece de sentido, ya que cada individuo parte de bases diferentes. “Estas métricas de salud no deberían ser tomadas para competir con el otro. Se trata de mejorar tu propia salud y bienestar”, puntualizó.
Electrocardiogramas en la muñeca y la detección precoz
Uno de los avances más importantes de los wearables es la posibilidad de realizar electrocardiogramas desde la muñeca. El Dr. Finlay expresó confianza en la precisión de estos dispositivos: “Los ECG que veo de estos wearables son dispositivos precisos”, explicó.
El ECG permite registrar la actividad eléctrica del corazón y detectar arritmias, como la fibrilación auricular, que afecta hasta a una quinta parte de la población en algún momento y puede aumentar el riesgo de ictus si no se trata.
Los smartwatches pueden alertar ante ritmos cardíacos irregulares y facilitar un diagnóstico temprano, lo que permite iniciar tratamientos preventivos de forma más rápida.

El cardiólogo relató que, antes de la llegada de los wearables, el diagnóstico de una arritmia dependía de que el paciente presentara síntomas durante la consulta médica.
Ahora, cualquier persona puede registrar un ECG en cuanto percibe palpitaciones o irregularidades y llevar ese registro al médico. Este cambio representa una mejora fundamental en la prevención de complicaciones graves, ya que permite intervenir más rápido y con mayor precisión.
Más allá del corazón: otras métricas y hábitos saludables
Además de la VFC y el ECG, los wearables ofrecen métricas como la frecuencia cardíaca, el VO2 max, el seguimiento del sueño y el conteo de pasos.
El Dr. Finlay explicó que la frecuencia cardíaca ayuda a monitorizar el esfuerzo durante la actividad física y la calidad del descanso, donde un descenso nocturno indica sueño reparador y los aumentos reflejan un entrenamiento efectivo.

Sobre el VO2 max, señaló que es un buen indicador para deportistas y entrenamiento, aunque su utilidad como métrica general de salud sigue en revisión.
El especialista también recomendó prestar atención a la consistencia del sueño, ya que favorece la VFC y la salud integral, y destacó el conteo de pasos como una manera sencilla de fomentar la actividad diaria.
Consejos de uso y el impacto de los hábitos en la salud cardíaca
El Dr. Finlay aconsejó a los usuarios de wearables concentrarse en las tendencias personales, sin obsesionarse con comparaciones externas, y usar los datos para mejorar hábitos como la actividad física, el descanso y la alimentación.
Desmintió mitos como que un solo parámetro puede compensar otros factores de riesgo o que el ejercicio intenso es indispensable. “El beneficio clave proviene de salir de la zona de reposo y aumentar la frecuencia cardíaca, aunque sea de forma moderada”, indicó.
El especialista también destacó la relación entre alimentación y métricas cardíacas, señalando que el consumo excesivo de alcohol perjudica la VFC y que los avances positivos en dieta y estilo de vida se reflejan en la salud del corazón a largo plazo.
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