
La aparición de molestias cervicales y problemas posturales entre adolescentes se ha convertido en una señal de alerta silenciosa dentro de los hogares y aulas actuales.
Bajo el nombre de “cuello tecnológico”, esta condición refleja el impacto directo que provoca la exposición prolongada y cotidiana a dispositivos electrónicos—teléfonos inteligentes, computadoras, consolas de videojuegos— sobre la salud física de las nuevas generaciones.
Lejos de ser un malestar pasajero, expertos citados por Newsweek advierten que estas alteraciones posturales pueden derivar en complicaciones duraderas si no se incorporan medidas de prevención. La tecnología, tan presente en la vida adolescente, empieza a mostrar un costo oculto sobre el bienestar corporal.
Manifestaciones y causas del “cuello tecnológico”
El “cuello tecnológico” se presenta como dolor o rigidez en el cuello y la parte superior de la espalda, consecuencia de mantener posturas inadecuadas durante tiempos prolongados. Cate Wright, doctora en fisioterapia y especialista en ortopedia certificada en Oklahoma City, explicó a Newsweek que suele aparecer cuando la cabeza se inclina hacia adelante, los hombros toman una posición redondeada y se incrementa la curvatura en la parte superior de la espalda.

Factores como mantener las pantallas por debajo del nivel de los ojos y permanecer sentado sin pausas, tanto en actividades escolares como en sesiones extendidas de videojuegos, inciden de manera significativa en este problema.
Uso temprano de dispositivos y riesgos posturales
El acceso temprano y extendido a dispositivos electrónicos ha acentuado la tendencia. Según un informe de Statista citado por Newsweek, el 30% de los adolescentes accede a su primer teléfono inteligente entre los doce y trece años, mientras que uno de cada cinco lo obtiene a los nueve años.
Además, el 92% de los jóvenes de entre quince y diecisiete años dispone de computadora de escritorio o portátil en el hogar, frente al 86% del grupo más joven. Una investigación detectó que cuatro de cada diez jugadores de deportes electrónicos sufren dolor de manera regular, principalmente en el cuello.
Esta situación se relaciona con sesiones de juego de más de tres a cinco horas sin descanso y el empleo de videojuegos como vía de escape ante el estrés.
Consecuencias más allá del dolor físico
Las repercusiones del “cuello tecnológico” trascienden el malestar físico. Wright observó que, tras el uso intensivo de dispositivos, existen casos en los que las personas pierden la capacidad de mantener una postura erguida o experimentan alteraciones en la curvatura natural de la columna cervical.

Sherry McAllister, presidenta de la Fundación para el Progreso Quiropráctico, subrayó a Newsweek: “Cuando la curvatura natural del cuello se pierde o se invierte, se altera la forma en que las señales viajan a través del sistema nervioso”. Según McAllister, esta alteración puede incidir en el equilibrio, la coordinación, la capacidad respiratoria, la calidad del sueño, el estado de ánimo, niveles de estrés y concentración.
Prevención: hábitos y ejercicios recomendados
Para disminuir el riesgo de daños ortopédicos y neurológicos prolongados, los especialistas sugieren hábitos saludables en el vínculo cotidiano con la tecnología. Wright recomienda limitar el tiempo ante pantallas, ajustar la altura de los monitores al nivel ocular y utilizar soportes que mantengan los dispositivos a la altura del rostro.
También sugiere levantarse, estirarse o modificar la posición al menos una vez cada hora y, si las condiciones lo permiten, preferir escritorios de pie con ergonomía adecuada.
En cuanto a las estrategias prácticas, los expertos destacan la efectividad de determinados ejercicios posturales realizados en el hogar. Wright menciona la flexión de barbilla: sentarse erguido y desplazar la barbilla hacia atrás, manteniendo la nariz al frente durante cinco segundos y repitiendo veinte veces.

También recomienda la extensión cervical, entrelazando los dedos detrás del cuello y mirando suavemente al techo, con hasta veinte repeticiones según la tolerancia.
Para la extensión torácica, se deben levantar los brazos por encima de la cabeza y extender la espalda sobre una silla baja, o bien utilizar una toalla enrollada o rodillo de espuma entre los omóplatos en una silla de respaldo alto; la posición se mantiene cinco segundos y se repite veinte veces.
Implementar estos ajustes y ejercicios específicos contribuye a revertir de manera significativa los efectos del “cuello tecnológico”, acuerdo al consenso de los especialistas consultados por Newsweek.
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