
El eje intestino-cerebro es una relación que la ciencia investiga de manera detallada desde hace años y que reúne cada vez más evidencia sobre la interconexión entre la alimentación, el funcionamiento del sistema intestinal y el sistema cognitivo, hasta el punto de desarrollar un nuevo término para describirla: el sentido neurobiótico.
Para sumar otro logro a este eje fundamental y aliado de la salud, una reciente investigación clínica de estándar internacional encontró, mediante una intervención nutricional intensiva (plan nutricional B15) en 7.677 casos, que “más del 60% de los pacientes con migraña crónica mostraron una reducción significativa en la frecuencia y severidad de los episodios tras las cuatro semanas de introducir cambios nutricionales”, según explicó a Infobae el médico clínico y gastroenterólogo argentino Facundo Pereyra.

El estudio liderado por Pereyra fue publicado en el Journal of Human Nutrition and Dietetics, la revista oficial de la British Dietetic Association. Allí se evaluó cómo una dieta específica (antinflamatoria) influye sobre la frecuencia e intensidad de las crisis de este trastorno neurológico -así es ponderada la migraña, entendida como un dolor de cabeza punzante y agudo-, que puede ser considerado la principal causa de discapacidad entre personas menores de 50 años.
“En contextos donde se prioriza lo sintomático, demostrar que una intervención alimentaria sostenida puede reducir la frecuencia y severidad de la migraña en miles de personas constituye una evidencia que interpela incluso a los sectores más escépticos”, subrayó Pereyra.
Durante dos semanas, 7.677 adultos con diagnóstico de migraña y afecciones digestivas participaron del programa nutricional B15, diseñado para restringir el consumo de FODMAP (carbohidratos fermentables), almidón y sacarosa.

El método B15 es una intervención alimentaria no farmacológica creada por el doctor Pereyra, basada en cambios de hábitos sostenibles, educación alimentaria y seguimiento grupal. En solo dos semanas, los resultados fueron los siguientes:
- El 60,3% reportó una mejoría clínica significativa.
- Disminuyó la intensidad del dolor (de 6,1 a 3,8 puntos).
- Bajó la frecuencia semanal de migrañas (de 3,4 a 2,5 días).
- Se redujo la discapacidad medida por la escala de Evaluación de Discapacidad por Migraña (MIDAS).
El trabajo se centró en determinar cuántos pacientes reportaban cambios positivos al implementar esta estrategia y en identificar los factores asociados a una mejor respuesta.
FODMAP surge del acrónimo del idioma inglés “Fermentable Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides, and Polyols”. Se trata de un grupo de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables, que son todos tipos de carbohidratos que algunas personas pueden tener dificultad para digerir.

La dieta baja en FODMAP es una estrategia dietética que implica reducir la ingesta de estos carbohidratos para aliviar síntomas como hinchazón, gases, dolor abdominal y diarrea, especialmente en personas con síndrome del intestino irritable (SII).
“La hipótesis que teníamos se confirmó: modular la microbiota y reducir la fermentación intestinal puede mejorar síntomas neurológicos crónicos”, subrayó el doctor Pereyra. La investigación fue realizada junto a Digital Means y fue codirigida por Pereyra y el epidemiólogo Leandro Steinberg.
El programa B15 por dentro
La propuesta de tratamiento del gastroenterólogo Facundo Pereyra y líder del estudio internacional es un plan nutricional de 15 días diseñado para mejorar la salud digestiva y el bienestar general, que se basa en una dieta de eliminación y reintroducción de alimentos, suplementación y técnicas de manejo del estrés para desinflamar el sistema digestivo, estabilizar la microbiota y recuperar la permeabilidad intestinal.
En diálogo con Infobae, Pereyra detalló: “El programa denominado B15, actualmente utilizado por miles de pacientes en Latinoamérica y Europa, se encuentra en proceso de validación continua como parte de un proyecto más amplio de medicina preventiva personalizada y prescripción alimentaria estructurada”.

De los pacientes participantes, 4.628 (60,3%) mostraron una mejoría clínica luego de la intervención. La frecuencia de los dolores de cabeza en los últimos tres meses pasó de un promedio de 3,4 días a 2,5 días, y la intensidad del dolor descendió de 6,1 a 3,8 puntos en la escala de 0 a 10.
El criterio de éxito fue estricto: el equipo consideró “mejoría” solo cuando detectó una reducción de, al menos, la mitad en la frecuencia o intensidad de las crisis de migraña.
Esta proporción de respuesta resulta especialmente llamativa si se tiene en cuenta que todos los pacientes, además, presentaban trastornos digestivos funcionales, una comorbilidad común pero muchas veces no tenida en cuenta en el manejo de la enfermedad neurológica.
¿Quiénes responden mejor a los cambios en la dieta?

No todos los pacientes observaron el mismo nivel de beneficio. Se observó que los pacientes que más mejoraron tras la dieta eran más jóvenes y presentaban síntomas digestivos notables, como dispepsia (malestar digestivo superior o “indigestión”) y pirosis (“acidez estomacal”).
Además, en el estudio se reconocieron asociaciones entre la mejoría y la presencia de otros síntomas extraintestinales, como fatiga crónica, fibromialgia, disfunción temporomandibular, síndrome premenstrual y candidiasis recurrente.
Pereyra precisó: “Respondieron mejor quienes presentaban síntomas digestivos (distensión, dispepsia, estreñimiento), fatiga o niebla mental asociadas y alteraciones previas del ritmo intestinal”.
Los autores también detectaron que la prevalencia de trastornos digestivos funcionales como el síndrome de intestino irritable era alta en la cohorte, lo que podría indicar un papel sustancial del aparato digestivo en la fisiopatología de la migraña.

Intervenciones nutricionales y reposo intestinal
La lógica detrás de la dieta elegida responde a evidencia emergente sobre la interacción entre el sistema digestivo y el sistema nervioso central.
El intestino, donde reside la mayor parte de la microbiota corporal, tiene una comunicación constante y bidireccional con el cerebro, fenómeno conocido como eje intestino-cerebro. Modificar las condiciones del tracto intestinal, en especial reduciendo la fermentación colónica que generan ciertos carbohidratos, podría reducir la liberación de sustancias inflamatorias y modificar la percepción del dolor cerebral.
Seis ejercicios de fuerza esenciales para mujeres a partir de los 30 años
Especialistas destacan que en esta etapa comienza un proceso natural de disminución de masa muscular y ósea. Incorporar rutinas específicas en la actividad física regular permite mejorar la calidad de vida y prevenir lesiones en el futuro

La voz de la infancia en el universo virtual: por qué es clave reconocer nuevas experiencias y lenguajes
Memes, avatares y videojuegos configuran formas de expresión diversas y legítimas entre niñas, niños y adolescentes, aunque con frecuencia permanecen invisibilizadas. Escuchar requiere afinar la sensibilidad y ampliar los modos de comprender

Los jóvenes se enfrentan a riesgos para la salud cardiaca por pasar demasiado tiempo frente a la pantalla
Healthday Spanish
