
Pasar muchas horas sentado, tanto en la oficina como en casa, representa un peligro subestimado para la salud. De acuerdo con especialistas en salud cardíaca, el tiempo excesivo en posición sedentaria eleva de forma importante el riesgo de padecer enfermedades del corazón.
Pese a este riesgo, existen estrategias simples y accesibles para minimizar el impacto negativo y resguardar el bienestar cardíaco, según un informe publicado por EatingWell.
Además, tanto la Harvard Medical School como la Cleveland Clinic han avalado con investigaciones propias la relación entre sedentarismo y mayor incidencia de enfermedades cardíacas, respaldando la importancia de mantener a diario hábitos activos y saludables.
Los efectos del sedentarismo sobre el sistema cardiovascular
El cuerpo humano necesita moverse. Permanecer sin actividad durante largos periodos enlentece la circulación sanguínea, lo cual implica mayor esfuerzo para el corazón.
Veronica Rouse, especialista en nutrición cardiovascular, explicó a EatingWell: “Los largos períodos de estar sentado ralentizan la circulación, lo que puede aumentar la presión arterial y provocar la acumulación de sangre en las piernas”.

El tiempo prolongado sentado impide que los músculos colaboren en el retorno de sangre venosa, intensificando la acumulación en las extremidades inferiores. Al persistir este proceso, crece el riesgo de enfermedades del corazón.
Rouse destacó hallazgos recientes, también ratificados por la Cleveland Clinic, según los cuales quienes tienen empleos sedentarios presentan un 34% más de probabilidades de fallecer por enfermedad cardíaca en comparación con quienes trabajan de pie o en movimiento.
Relación entre tiempo sentado, insulina y diabetes tipo 2
El exceso de tiempo inactivo también deteriora la sensibilidad a la insulina. Esta hormona permite que la glucosa ingrese a las células; si el cuerpo se vuelve menos sensible, la glucosa permanece en la sangre, elevando los niveles de azúcar y favoreciendo la aparición de diabetes tipo 2.
EatingWell reportó que, según estudios recientes, cuanto mayor es el tiempo sentado, mayor es el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina.

Esta condición perjudica los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca. La Harvard Medical School ha destacado en publicaciones recientes que mantenerse activo con pausas regulares ayuda a controlar la glucosa y a prevenir complicaciones cardiovasculares.
La actividad física frecuente permite que los músculos utilicen la glucosa disponible, lo que contribuye a mantener niveles saludables de azúcar y brindar protección cardiovascular.
Movimiento: el mejor aliado para el corazón
Privarse de movimiento limita los múltiples beneficios de la actividad física para el corazón. La cardióloga Elizabeth Klodas afirmó a EatingWell: “La actividad física mejora directamente casi todos los factores de riesgo cardiovascular”. Una caminata diaria de veinte minutos puede bajar la presión arterial, disminuir la inflamación, regular el azúcar y mejorar los niveles de colesterol.

Klodas enfatizó: “Más movimiento equivale a mayor protección” frente a la enfermedad cardíaca. Estos beneficios no exigen rutinas extenuantes; cambios pequeños en los hábitos diarios logran impactos significativos en la salud del corazón.
Estrategias prácticas para reducir el sedentarismo
La Asociación Americana del Corazón (AHA) enfatiza la importancia de un enfoque global para el bienestar cardíaco. Según lo publicado por EatingWell, la AHA integra el sueño en sus “8 estrategias esenciales para la vida”, junto a la dieta, la actividad física y otros hábitos saludables. La organización sostiene que la duración, el horario y la calidad del descanso tienen impacto relevante en el riesgo cardiovascular.

La información recogida por EatingWell y los aportes de especialistas muestran que limitar el tiempo sentado, llevar una dieta sana, realizar actividad física de forma constante, mantener los controles médicos y cuidar el descanso nocturno son acciones fundamentales para proteger el corazón.
La Asociación Americana del Corazón y entidades como la Cleveland Clinic y la Harvard Medical School coinciden en que la salud cardíaca depende de un conjunto de hábitos diarios coordinados, no de una sola medida individual.
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