
La reelección del colombiano Sergio Díaz-Granados como presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) por un nuevo mandato de cinco años ratificó una conducción que puso el foco en un diagnóstico urgente y compartido por los líderes de la región: sin inversión pública sostenida y expansión del sector privado, la región corre riesgos de profundizar un ciclo de estancamiento económico, frustración social y pérdida de oportunidades en un mundo cada vez más fragmentado.
La decisión, adoptada durante una reunión del Directorio de la CAF en Ciudad de Panamá, reflejó el respaldo de los países accionistas a una conducción que, en los últimos años, posicionó al banco como una de las principales instituciones financieras para la región. El mandato se extenderá de 2026 a 2031 y contará con la continuidad como vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica del argentino Christian Asinelli, quien tuvo un rol clave en la gestión del organismo en el primer mandato.

“América Latina necesita inversión para volver a crecer. No puede perder los próximos cinco años”, advirtió Díaz-Granados en una extensa entrevista con Infobae, al delinear los desafíos de la región y la misión que el banco buscará cumplir en la próxima etapa.
El respaldo del directorio surgió de los resultados obtenidos en el primer mandato de Díaz-Granados y Asinelli. Desde 2021, la CAF impulsó la mayor capitalización de su historia —USD 7.000 millones—, mejoró de forma constante sus calificaciones de riesgo y amplió significativamente su presencia geográfica.
En ese período, la institución incorporó seis nuevos países accionistas, logrando una expansión relevante en Centroamérica y el Caribe, y facilitó el regreso de Chile como miembro pleno. Costa Rica, El Salvador, Honduras, República Dominicana y Guatemala se sumaron como accionistas en Centroamérica; Barbados, Antigua y Barbuda, Bahamas y Granada lo hicieron en el Caribe, convirtiendo a la CAF en el banco multilateral con mayor presencia territorial en América Latina y el Caribe.
Este crecimiento institucional también se reflejó en un fuerte aumento de la actividad financiera: las aprobaciones anuales superaron los USD 16.000 millones y, en cuatro años, la CAF colocó más de USD 28.000 millones en los mercados internacionales, consolidándose como el principal emisor no soberano de la región.
De cara al nuevo mandato, Díaz-Granados reafirmó la hoja de ruta fijada desde su llegada: duplicar el tamaño de la CAF hacia 2031, fortalecer el financiamiento de infraestructura y profundizar la articulación con el sector privado como motor del desarrollo. “El respaldo del directorio nos permite redoblar los esfuerzos para ser más ágiles, innovadores y cercanos a las necesidades de los países”, afirmó el presidente ejecutivo del organismo, quien destacó como objetivo central elevar la participación del sector privado al 20% de las aprobaciones del banco.
La agenda prevé también mayor enfoque en ciudades —en una región mayoritariamente urbanizada—, la integración energética y digital y la modernización de infraestructura, en un contexto donde el déficit de inversión en infraestructura oscila entre el 3% y el 5% del PIB anual, un volumen imposible de cubrir solo con recursos fiscales.
Más allá de la performance del banco, Díaz-Granados expuso un diagnóstico crítico sobre la situación regional: estancamiento económico, caída persistente de la inversión, baja integración comercial y un impacto social severo por la falta de oportunidades.
Entre los desafíos, señaló el deterioro del capital humano. En América Latina, cerca de 18 millones de jóvenes no estudian ni trabajan, lo que afecta la productividad futura y la sostenibilidad de los sistemas sociales. En respuesta, la CAF lanzó la iniciativa Banco Futuro, orientada a invertir al menos USD 5.000 millones en educación y desarrollo infantil en alianza con el sector privado y organismos internacionales.
“La región lleva más de una década sin avances sostenidos contra la pobreza y con una creciente frustración en la clase media”, advirtió el titular del banco. Subrayó que, sin una formación bruta de capital cercana al 20% o 25% del PIB, será difícil revertir esa tendencia.
Díaz-Granados puntualizó que la función principal de la CAF es financiar proyectos de desarrollo, aunque reconoció que en contextos extraordinarios —como la pandemia o crisis macroeconómicas severas— el banco debió adaptar sus herramientas para sostener las economías de la región. Es que durante la pandemia, la prioridad fue atender necesidades de liquidez; una vez superada esa fase, la CAF volvió a centrarse en infraestructura y programas estructurales. El organismo se convirtió en tenedor autorizado de Derechos Especiales de Giro (DEG), lo que permitió canalizar ayuda financiera a países como Argentina, Ecuador y Bolivia, siempre a través de mecanismos transitorios y coordinados con otros bancos multilaterales.
“No es la función principal del banco, pero es una función real. Hay momentos que tenemos que actuar todos como un equipo de auxilio en carretera”, explicó Díaz-Granados, al precisar que el objetivo de estas intervenciones es evitar rupturas que destruyan capacidad de desarrollo y dificulten la recuperación posterior.
Uno de los ejes distintivos de la gestión de Díaz-Granados ha sido posicionar a la CAF como “Banco Verde” de América Latina y el Caribe. En 2021, la institución estableció que al menos el 40% de sus aprobaciones serían sostenibles para 2026, una meta alcanzada en 2024.

Durante la última Conferencia de las Partes sobre cambio climático (COP30), celebrada en Belén, la CAF anunció una inversión de USD 40.000 millones en los próximos cinco años para impulsar el crecimiento verde y elevó su meta de financiamiento sostenible al 50% para 2030. Estos recursos estarán destinados a energías renovables, movilidad sostenible, economía circular, conservación de la biodiversidad y adaptación al cambio climático.
Este perfil de liderazgo en sostenibilidad tuvo reconocimiento internacional. Standard & Poor’s elevó recientemente la calificación de la CAF a AA+, la más alta en la historia de la institución.
En la entrevista con Infobae, el presidente ejecutivo anticipó que, frente a un mundo fragmentado y competitivo, la CAF buscará consolidar su rol como banco de desarrollo con escala, previsibilidad y capacidad de adaptación. Para Díaz-Granados, el desafío es acompañar a los países de América Latina y el Caribe en un momento crítico, donde la inversión resulta indispensable para volver a crecer y evitar otra década perdida.
La entrevista completa

–Le pido primero una reflexión sobre el proceso que concluyó con su reelección al frente del Banco. Los países de América Latina y el Caribe decidieron renovar la confianza y el compromiso con la gestión que usted encabeza.
-Sí, tuvimos un par de días de reunión de directorio en los que se pudieron revisar los avances del 2025 y también preparar todas las acciones del 2026. Es un año también de oportunidades y necesidades en la región. Y el directorio aprovechó también de una vez para evaluar, de manera comprensiva, lo que ha sido la gestión del banco estos últimos años. Conseguimos un buen respaldo que nos permite continuar la gestión y sobre todo enfocar, aún más, el proceso de crecimiento del banco para la región.
Tuvimos la oportunidad de mantener un diálogo próximo, cercano con varios presidentes de la región, con casi todos los ministros, secretarios, subsecretarios, directores de crédito público. Esta es una actividad que demanda mucho diálogo y, sobre todo, entender la situación en particular que tiene cada país, cada subregión en América Latina, que es muy heterogénea.
Se tiende a pensar a América Latina como una cosa muy compacta, pero en realidad es muy heterogénea. Las necesidades y las expectativas, los ciclos de cada país es muy distinto. Lo que hemos tratado es de ajustarnos para poder ser más útiles a cada uno de ellos y mantener un diálogo cercano con los equipos que están en cada país, pero también el caso mío, como presidente del banco, los vicepresidentes, los gerentes, de mantener todo el tiempo un puente de diálogo abierto. Eso ayuda a generar el consenso. Las reelecciones en este tipo de instituciones no son tan extrañas cuando hay una gestión que está bien enfocada.
Si uno mira los últimos 25 o 30 años en los bancos de desarrollo, en el Fondo Monetario o en el Banco Mundial, ha habido siempre este tipo de respaldos de las administraciones, porque ayuda mucho al planeamiento de largo plazo, que es lo que se requiere. Estas instituciones tienen que tener unos consensos sobre los cuales apoyarse para crecer. Siento que aquí tenemos un caso interesante para una región como América Latina, que siendo tan heterogénea, tan diversa, podamos tener unos consensos mínimos de operación alrededor de este tipo de instituciones, particularmente de CAF.
–Su gestión y la del vicepresidente Christian Asinelli han tenido de parte de los países que integran la CAF una valoración positiva del trabajo realizado estos años. Le pido una reflexión sobre ese proceso y las claves de la gestión que fue respaldada para continuar cinco años más.
- Nosotros planteamos un horizonte en el 2021. Cuando asumimos la conducción del banco, planteamos un horizonte de crecimiento al banco. Propuse que en la década, entre el 2021 y el 2031, pudiéramos doblar el tamaño del banco con un propósito: servir más al financiamiento, sobre todo los temas de resiliencia y de adaptación. Hablamos de un banco verde, de un banco que se enfoca en uno de los desafíos grandes que tiene América Latina, como es el cambio climático. Y, por supuesto, identificar en cada uno de los países donde estaban las condiciones para un crecimiento económico mucho más sostenido, más inclusivo y, obviamente, mantener ese diálogo con los países, que es el eje de la transformación.
Visto cuatro años, no solamente el banco ha crecido ya 35 %, sino que hemos sentado las bases para un crecimiento de un 70 % adicional en los próximos cinco años. Vamos en el sendero de lo que propusimos hace cuatro años.
Lo segundo, este es el año de mejor desempeño del banco en su historia, en términos de aprobaciones y de desembolso, que es muy importante, que al final del día es lo que concreta el apoyo financiero. Y por supuesto, también en calificaciones y en la salida a los mercados internacionales.
Solamente este año vamos a superar los 8.500 millones de dólares en bonos emitidos en los mercados internacionales. Si yo sumo los últimos cuatro años, hemos hecho prácticamente en estos cuatro años lo que se hicieron en los diez años anteriores. Hemos colocado más de 28.000 millones de dólares en bonos que se han trasladado a América Latina para el financiamiento de proyectos y programas.
Esto es lo que realmente se valora cuando hablo de consensos, porque son los números los que ayudan, más allá de cualquier otra consideración, a generar esos consensos y elevar esa confianza.
Mejores calificaciones en la historia, gran acceso a los mercados internacionales. De hecho, CAF hoy es el principal emisor no soberano de América Latina. Un buen acceso en crecimiento del portafolio, del capital del banco, de su patrimonio, de las aprobaciones y adicionalmente una capacidad de innovación financiera que lo demostramos también para optimizar la hoja de balance del banco.
Ahora, el rol que ha cumplido el equipo, como yo se los decía ayer a él, tanto Christian Asinelli como el vicepresidente de finanzas, como el sector privado, la secretaria general, los gerentes, todo el equipo, porque este es un equipo multidisciplinario de distintas partes. Todos han cumplido un rol y aquí lo que ha habido es una administración enfocada en el resultado y eso es lo que permite obtener este respaldo, que permiten apalancar y sostener la administración para seguir en esta dirección.
En el último directorio del año, aprobamos catorce operaciones que van a significar más de 3.000 millones de dólares de nuevas aprobaciones y de incrementos de cartera para la región, que se traducen en proyectos para el sector público, para el sector privado. Ahí se ve todo el trabajo del banco. Yo creo que esto es lo que generó el consenso para mi reelección.

– La CAF tiene que gestionar necesidades y demandas vinculadas a cuestiones de infraestructura, pero también muchas veces, el banco ha sostenido situaciones en distintos países de desbalance de balanza de pagos o necesidades financieras de emergencia.
- Sí, el banco hoy es la ventanilla más potente de financiamiento de infraestructura en América Latina y el Caribe. Y no lo es recientemente conmigo, sino que lo es desde hace más de trece años. De hecho, en el 2012, siendo yo ministro, iba al directorio de CAF -ya en ese momento, en 2011-2012- que era el principal financiador de infraestructura y eso es muy importante reconocerlo, porque ha sido la vocación central del banco. Ahora bien, durante la pandemia -no podemos olvidar ese momento- las necesidades fueron distintas, fueron de liquidez.
El banco tuvo que atender la pandemia y creo que fue con mucho tino quienes en ese momento, tanto la administración como en el directorio, enfocaron el financiamiento directamente para liquidez, para que las tesorerías de cada uno de los socios estuviera lista para enfrentar de mejor manera la incertidumbre en ese momento. Hoy es más fácil explicar qué pasó en la pandemia, pero en ese momento de la pandemia, había una necesidad de mucha liquidez. Ahí el banco tuvo que suspender prácticamente su preparación de proyectos de infraestructura e ir a atender las necesidades de liquidez de los socios. Cuando yo llegué, estábamos cerrando el ciclo de la pandemia y le hice justamente este planteamiento al banco: tenemos que volver nuevamente a nuestro carril, en lo que sabemos hacer mejor, en lo que podemos ser más útiles y llevar nuevamente el banco en esa dirección.
Los últimos tres años -ese ha sido parte del trabajo que ha hecho Christian Asinelli y también el sector privado nuestro- fue volver a promover más programas, más proyectos de infraestructura o de financiamiento de desarrollo social y humano, en lugar de los proyectos de financiamiento de emergencia o los problemas de liquidez. El grueso se ha ido hoy para infraestructura, hasta el punto que más del 40% de la cartera de las aprobaciones de este año -una aspiración que teníamos hace tres años- está yendo a la estructura de banco verde, de banco que apoya la resiliencia y la adaptación.
Hemos ido nuevamente al carril anterior. Pasamos la pandemia -que fue cuando nos volvimos un banco de entregar mucha liquidez- y regresamos al banco que hace programas, que hace proyectos de desarrollo. Hemos, además, invertido y movilizado en los últimos cuatro años, adicional de lo nuestro, 9.000 millones de dólares adicionales de otros bancos, de otras instituciones para poder trasladar ese financiamiento a América Latina y el Caribe. Esto demuestra el giro del banco: cuatro veces más de lo que habíamos hecho antes de la pandemia. Ahí tenemos una muy buena demostración práctica de esto.
Ahora bien, hay países de la región que han tenido que enfrentar choques macroeconómicos y ahí también quisimos ser parte de la red de apoyo. Esto hay que hacerlo de manera muy coordinada con los otros bancos de desarrollo, con el Banco Interamericano, con el Banco Mundial, pero especialmente con el Fondo Monetario.
Esa fue la razón que cuando llegué al banco, estábamos recién viendo la emisión de los DEGs en el Fondo Monetario. Instruí al equipo financiero del banco para, inmediatamente, volvernos tenedores autorizados de los Derechos Especiales de Giro. Y eso lo hicimos durante el año 2021 y 2022 y lo reconocieron en febrero del 23. Al ser tenedores autorizados de Derechos Especiales de Giro, CAF puede recibirlos para llevarlos a los programas de financiamiento que necesiten los países de la región.
El primero de esos programas fue justamente para Argentina. Eso fue lo que hicimos en mitad del año 2023. Y luego volvimos nuevamente al apoyo a Argentina a finales del 23, comienzos del 24. Luego le dimos apoyo de liquidez a Ecuador, no una, sino dos veces, y ahora recientemente con Bolivia.
Va a pasar que vamos a encontrar países de la región que van a enfrentar, por alguna razón -sea por problemas internos o por problemas externos- choques muy fuertes que van a requerir un apoyo transitorio, porque nos resulta mucho mejor a todos evitar un colapso de una de las economías que decir: “No, por mi propia función, yo me voy a sentar y voy a ver en primera fila qué pasa en este o aquel país”. La prioridad fue tomar una decisión que ayude a cerrar eventualmente una hemorragia o un problema serio en cualquier de nuestras economías, para no correr el riesgo de contagio dentro de la región. Las economías nuestras, si bien no tienen un gran grado de integración regional, sí hay ciertas interdependencias y, adicionalmente, hay muchos balances de empresas que están en distintos puntos y cuando no recogen cal, recogen arena.

– Claro.
- Por eso, tenemos que tener la capacidad de entender siempre la interdependencia de las economías de América Latina y el Caribe, y la importancia de estar atentos a las señales de deterioro, para acompañar los procesos de reforma y ajuste que hay que hacer para volverlas nuevamente a encajar. No es la función principal del banco, pero es una función real. Fui profesor de Hacienda Pública, hace muchos años, y cuando uno da clases, la primera lección en Hacienda Pública es: está el deber ser y está el ser, el ser real de las cosas. Hay momentos que tenemos que actuar todos como un equipo de auxilio en carretera, y hay que hacerlo, con la coordinación con los otros bancos.
– ¿Cómo está mirando la región para el año que viene? ¿Qué mirada tiene sobre la situación política y económica de los países, en función de los requerimientos que puede haber y de las necesidades concretas de financiamiento para obras públicas? ¿Influyen los cambios de signo político que se viene registrando en la región para el abordaje que hace la CAF?
- No. Comenzaría diciendo que el banco tiene 57 años de existencia y hemos trabajado con gobiernos de todos los espectros políticos. Un buen reflejo de lo que ha pasado justamente en la historia del banco es ser flexible, ser cercano, elaborar programas que duren más allá de lo que dura un gobierno. No solamente lo digo por CAF, lo digo también por el BID, por el Banco Mundial, por todos los bancos de desarrollo. Nuestra función es ayudar a la solución de los problemas. Obviamente, los gobiernos ponen más énfasis en unos ciclos, en unos asuntos que en otros, y también hay que entender eso como parte del proceso normal de nuestras sociedades, de ir identificando cuáles son sus prioridades.
Lo más importante es entender que estos bancos son agentes que acompañan las decisiones y acompañan los intereses y las prioridades que las propias sociedades, a través de sus gobiernos, están determinando. Vemos las elecciones como un proceso natural y rutinario de las sociedades, de ir relevando las agendas, irlas recalibrando. A cada gobierno que llega no solamente le damos la bienvenida, sino que nos acercamos para ver de qué manera podemos ayudar.
Esa es la experiencia que tenemos en el banco, no solamente en mis cuatro años que llevo como presidente, sino en más de cincuenta años de existencia. Tenemos que poder trabajar y entregar resultados. Obviamente, siempre habrá que hacer ajustes o determinar nuevas prioridades, pero la ventaja que tiene hoy cualquier gobierno que arranca es que aquí tiene un grupo de funcionarios, de especialistas, que llevan muchos años trabajando en la región, que conocen desde los temas más elementales de agua y saneamiento, hasta temas más complejos de financiamiento, de nutrición infantil. O sea, todos estamos enfocados y a disposición de lo que requieren los países.
Si yo estuviera iniciando un gobierno en un país, quisiera tener al lado gente que tenga la experiencia, el conocimiento y la capacidad financiera para ayudarme a resolver los problemas que tengo que resolver. A ningún presidente o presidenta lo eligen para no resolver asuntos, sino para resolverlos, con la caja de herramientas que tenga.
– Hay una actividad importante de la CAF que es no solamente asistir y proveer de propuestas e iniciativas para el sector público, sino también para el sector privado. ¿Qué tipo de abordaje hicieron durante los últimos años y cuál va a ser la perspectiva para los próximos años en el sector privado? ¿Qué tipo de proyectos e iniciativas va a tener como prioridad la CAF?
- Hace cuatro años, cuando planteamos la capitalización del banco, hablamos de tres ejes para la capitalización y el crecimiento del banco. Uno de esos ejes es utilizar más el sector privado como palanca de desarrollo y de crecimiento. Los otros ejes son apoyar más a las ciudades, porque tenemos una región muy urbanizada en América Latina, ya que contamos con más de 50 ciudades de más de un millón de habitantes. Tenemos una gran oportunidad para trabajar con las ciudades. Y también estaba toda esta expectativa de apostar más a la integración energética digital de América Latina y el Caribe.
Pero uno de los mensajes claves del directorio fue: retomemos nuevamente el rol de CAF como financiador del sector privado. Las primeras operaciones de CAF, inclusive hace 45 o 50 años, muchas fueron con el sector privado, con apoyo al mundo rural, la hotelería, infraestructura. La meta es llevar nuevamente una mezcla de que el 20% de nuestras aprobaciones vayan al sector privado, con proyectos de todo tipo, de infraestructuras, de financiamiento a pequeña y mediana empresa o líneas de garantía.
Eso es justamente lo que hemos venido haciendo. De hecho, aprobamos un número importante de operaciones para el sector privado, que incluyeron garantías para que el sector financiero de América Latina haga emisiones internacionales o tenga más alianzas financieras, trasladar mejores servicios financieros para pequeñas y medianas empresas a países de la región, hasta financiamiento de generación de energía a partir de gas natural, como también mejoras en proyectos de vías de la región, con alianzas público-privadas.
No hay dudas de que América Latina necesita hoy más que nunca inversión privada y requiere hoy más que nunca el sector privado para terminar de hacer las infraestructuras que requiere la región.
Hay muchos estudios que estiman cuánto es el déficit de infraestructura que tiene América Latina, que oscila entre el 3% y 5 % del PIB anual. Esto quiere decir que debiéramos invertir en los próximos veinte años en infraestructura entre 600 a 700 mil millones de dólares de inversión, solamente en el tema de mejoramiento de las autopistas, dentro de un continente como América Latina -particularmente Suramérica- que tiene grandes extensiones geográficas y que transmite sobrecostos a la logística y al comercio. Hay un arancel geográfico enorme dentro de Suramérica.
Cuando uno ve esas cifras, no hay presupuesto que aguante y no todo puede salir de impuestos directos para financiar las necesidades de infraestructura. Por eso, toca abrir espacio al sector privado y buscar financiamiento también. El sector financiero nuestro tampoco tiene el 100% de la capacidad para eso, por eso la necesidad de utilizar los mercados internacionales.
Cuando uno ve la complejidad de estos asuntos, diría que la conclusión aquí es que el banco tiene una visión muy clara y el directorio también: necesitamos hacer más del sector privado, necesitamos que el sector privado haga más, invierta más, cubra más de las fallas del mercado que estamos teniendo. Ahí se requieren buenas políticas públicas y se requiere acceso al financiamiento para el sector privado. En esto, también el banco de desarrollo cumple una función de mejora de las políticas y marcos regulatorios y acceso a financiamiento para el sector privado.

– Le pido un balance de lo mejor que hizo la gestión de la CAF en su primer período y qué es lo que quiere que le salga mejor en los próximos años.
- Lo que mejor se hizo fue reaccionar temprano en el 2021 con la idea de establecer una meta de doblar el tamaño del banco. Eso fue determinante y se lo dije al equipo. A una semana de haber llegado, preparamos un documento en tiempo récord, en menos de ocho semanas, y le entregamos al directorio la decisión de capitalizar por 7.000 millones de dólares el banco. Eso lo hicimos en menos de diez semanas. Esa capitalización que se está recaudando ahora es la que está permitiendo tener las tasas de crecimiento que estamos teniendo. Inmediatamente, comenzamos un proceso de recuperación, que es lo segundo que diría más importante, de las calificaciones de riesgo del banco. Porque esto es un negocio de reputación, donde se requiere que efectivamente las calificadoras vean la solidez de la institución para poder llegar a los mercados internacionales.
Hemos logrado cerrar las brechas de los spreads de CAF casi a los niveles de los bancos que tienen donantes. CAF no tiene donantes, es un banco de la región y hemos logrado cerrar los spreads para transmitirle cada vez mejores servicios financieros a la región. Y lo tercero es la innovación financiera e innovación en los productos. Y señalo una de las operaciones del 2024 que fue el canje de deuda del Río Lempa, que es el mayor canje de deuda en el 2024 en el país más pequeño de América Latina, que es El Salvador.
– Esa fue una experiencia exitosa.
- Esa operación tuvo el reconocimiento en la revista Time, para mí y para el banco como agente importante frente al cambio climático, desde El Salvador. Hemos logrado realmente demostrar que este banco, que es de la región, puede dar avances rápidos y grandes saltos.
¿Qué veo hacia adelante que me preocupa y donde el banco tiene una oportunidad para entregarle a la región más resultados? Lo primero, que nos estamos envejeciendo demográficamente en América Latina. Tenemos 18.000.000 de jóvenes que no estudian ni trabajan. Esa es una gran paradoja: la semilla que tiene que sostener América Latina en los próximos treinta o cuarenta años -que es la que va a pagar las pensiones, la que va a generar el crecimiento, la que va a elevar la productividad- hoy ni estudia ni trabaja. Hicimos esta apuesta de Banco Futuro que la anunciamos en septiembre. Es una alianza con el sector privado, con fondos de desarrollo a nivel global, como el Qatar Development Fund, una alianza con UNICEF, que es la gran agencia en este propósito de crear lo que llamamos Banco Futuro, que es preocuparse por los niños y las niñas de América Latina y el Caribe.
Hemos dicho: queremos colocar al menos 5.000 millones que vayan a la mejora del sistema educativo y alcanzar cerca de 50 millones de niñas y niños, de una masa que es casi de 280 millones entre niñas, niños, jóvenes, adolescentes, hasta veintiocho años de edad. Si pudiéramos trabajar los próximos cinco años en esa semilla, y ahí hay diagnósticos del Banco Mundial, del BID, de la CAF, sobre la importancia de trabajar en esa generación, que además fue la más afectada en la pandemia en educación.
– Esa fue la población más afectada y la que sufre las consecuencias de la pandemia.
- Sí. Cuando se hizo el gran encierro, la gente no solamente no aprendió, sino peor aún, desaprendió. Esa es la semilla sobre la cual tiene que reposar la productividad y el crecimiento económico de América Latina y el Caribe. Esta sería una de las principales preocupaciones de los próximos cinco años y así se lo he manifestado al directorio.
La segunda gran preocupación que tenemos es que vienen cayendo los flujos de inversión sistemáticamente en América Latina. América Latina no perdió la década de los 80. América Latina perdió el siglo XX, porque es la región que menos creció a nivel mundial. Hay una tesis que escribió el ministro Gabriel Oddone de Uruguay, que se llamó “El declive”, y el libro más reciente de él, que se llama “El despegue”. Yo decía que cualquiera pudiera utilizar esos dos títulos y aplicárselos para América Latina. Lo que pasó con Uruguay, como lo describe Gabriel Oddone, es válido para el resto de América Latina y el Caribe.
Nuestra región prácticamente se ha mantenido suspendida y estancada en los últimos quince años en la reducción de pobreza, y hay un estancamiento y una gran frustración de la clase media. Nosotros tenemos que responderle a eso y por eso necesitamos volver a crecer.
Esto está conectado con lo anterior, con la educación. Pero para poder hacer eso, necesitamos aumentar los flujos de inversión en América Latina. La llave para eso son los marcos regulatorios y la dinamización del sector privado. Necesitamos aumentar los flujos de inversión, porque se están alejando y se están concentrando nuevamente en el norte, en los temas de mayor rentabilidad, que son los temas tecnológicos. Para la región, hoy se está secando el pozo de los flujos de inversión.
América Latina necesita tener por lo menos 20% a 25% de formación bruta capital para poder comenzar a flotar. Y eso no está pasando. Entonces, si hubiera una preocupación en los próximos años, lo primero que digo son los niños y las niñas, y lo segundo, los flujos de inversión.
Lo tercero que yo creo que tenemos que maniobrar de aquí en adelante es cómo logramos efectivamente cerrar las brechas de la mala integración regional. Cada vez el mundo está más definido en bloques, hay mayores tensiones geopolíticas y nosotros somos la región que menos comercia entre sí. Todavía tenemos promedios arancelarios entre el 7 y 8% dentro de América Latina, con unos problemas de logística que en realidad pueden ser superados, pero no lo hemos superado. Eso ocurre en el mercado energético, en el mercado digital.
Hay oportunidades para fortalecer más los temas de integración, y este es un tema que es del corazón del nacimiento del banco. El banco nace como una entidad para promover la integración en la región. Ahí tenemos como un gran desafío, que sería lo que yo quisiera trabajar también en los próximos años, y es acercar más al sector privado, invitarlo a invertir más, invitarlo a que crezca más dentro del área de América Latina y el Caribe.
– América Latina hoy está afectada por la disputa geopolítica y económica que mantienen Estados Unidos y China. La región a veces parece tironeada por ambos titanes. ¿Qué mirada tiene sobre pulseada y cómo entiende usted que impacta en procesos de integración o de desintegración de la región?
- El choque entre Estados Unidos y China es una realidad de la que no podemos sustraernos. Pero también hay una realidad, y es que dependiendo de dónde uno esté en América Latina, el problema es más cercano o más lejano o tiene distintos grados. Si uno está en México, obviamente, las necesidades de México con el mercado americano son mayores por la relación comercial que hay entre México y Estados Unidos. Si uno está en el sur de Sudamérica, hay una realidad también de conexión por las exportaciones a quien demanda esa producción agrícola de soja, maíz, cereales en general, que es lo que requiere China y Asia.
Cada gobierno va a tener que aprender a manejar esta situación conforme a su realidad. Vuelvo e insisto, porque es muy difícil que se venda una realidad única para América Latina, porque cada país, en su contexto y en sus necesidades, requiere más de uno o de otro o jugar con las posibilidades de crecimiento económico en alianzas con uno y con otro. En general, diría que América Latina tiene que alejarse de la confrontación y enfocarse en sus posibilidades como región-solución. Esta es una región de energía, de alimentos, de biodiversidad.
– Y de minerales críticos.
- Exacto. Energía, minerales y metales, gas, petróleo, eso es lo que la región tiene y debe jugar con esas cartas en los mercados globales. Hay que buscar la manera de que la región pueda avanzar usando sus fortalezas. Y hay un tercer actor que no podemos dejarlo por fuera, que es Europa. Europa para nosotros es importantísima porque es el mayor inversionista a nivel de los bloques. Europa tiene más de 800 mil millones de euros invertidos en América Latina. Eso es más que Estados Unidos y que China como inversionista. Tiene fuerte presencia en el sector financiero, en las construcciones, en manufactura, en vehículos. La empresa europea ha crecido dentro de América Latina con inversiones propias, con alianzas, con joint ventures. Están presentes en América Latina y el Caribe y son grandes generadores de empleo.
Pero además tenemos 60 o 70 millones de latinos, dependiendo cómo se hagan los censos, en Estados Unidos que envían remesas. México, República Dominicana, Centroamérica, Colombia reciben más de 130 mil millones de dólares de remesas de Estados Unidos. La relación con Estados Unidos es muy importante para este pedazo de América Latina que va de México hasta el norte de Suramérica. Hay que ver la complejidad de estos asuntos, no ir a caer en una simplicidad en las alianzas.
El mundo está mucho más fragmentado, está mucho más generalizada la incertidumbre, la zozobra hoy de lo que era hace diez años o hace veinte años. Las reglas son más inestables. La región tiene que aprender también, ahora con mayor razón, a integrarse mejor hacia adentro en la parte comercial, en los mercados. Siempre será más fácil vender y hacer crecer un negocio de exportación con el vecino, en el mismo idioma, en la misma cultura. Esa puede ser la fase inicial de crecimiento y luego comenzar a buscar dónde están esas alianzas que se requieren para sostener el crecimiento.
Nos llegó ya una realidad: este es un mundo de bloques, un mundo fracturado por un buen tiempo. Nos va a tocar convivir con esa realidad y lograr encontrar el espacio de América Latina en ese nuevo concierto global.
– Para el final, le pido que aborde la cuestión de integración digital y los desafíos que tiene la región en la captación de inversiones en el área de tecnología.
- Pensando en el entorno que tenemos hoy, América Latina no puede perder los próximos cinco años su agenda de transición digital. La demostración de hacia dónde están yendo los flujos de inversión, es en esa revolución, que está encima de nosotros. América Latina tiene que estar presente también ahí, porque tenemos talento, recurso humano, tenemos energía, y podemos ser un actor relevante para los centros de computación, para los centros de datos, para participar activamente esto y atraer la inversión hacia nosotros.
Hemos visto los anuncios que se han hecho en el norte, tanto en Europa como en Estados Unidos, de grandes inversiones para centros de datos y computación. Solamente una empresa como BlackRock anunció hace un par de meses una inversión de 30.000 millones de dólares para centros de datos. Meta hizo lo propio por 600.0000 millones, a comienzos del año para ampliar la capacidad de procesamiento.
América Latina tiene que traer parte de ese flujo de crecimiento hacia la región en los próximos años. Vamos a requerir reglas, más energía, más estabilidad y más confiabilidad, si queremos que eso pase. Ahí tenemos un gran desafío enorme en la región, que es apostar y pararnos bien de frente en este tema de la transición digital.
