“Un día me desperté y no recordaba a mis hijos”: la historia de Lucía Trussi Milone y su lucha contra la amnesia disociativa

La mujer sufrió un colapso físico y emocional que borró de su memoria los últimos 14 años. Al despertar, no reconocía su entorno y solo conservaba recuerdos de su juventud con sus padres. El diagnóstico la obligó a reconstruirse desde cero, a reencontrarse con quienes decían ser su familia y a reaprender incluso los detalles más pequeños de su día a día

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Informe - Perdida de memoria

“Un día me desperté y no me acordaba que tenía hijos ni marido. Se me borraron 14 años de mi memoria, solo recordaba a mi papá, mi mamá, mis hermanos, pero no a mis hijos”, explicó Lucía Trussi Milone.

La mañana en que perdió la memoria parecía una más en su rutina familiar. “Estábamos comiendo con mis hijos y mi exmarido”, recordó Lucía, reconstruyendo minuciosamente los hechos, apoyada tanto en sus recuerdos fragmentados como en el testimonio de quienes la acompañaban ese día.

Pero la tranquilidad fue interrumpida por un episodio abrupto. “Me desmayé y cuando me desperté, no conocía a nadie”, relató. La confusión fue inmediata y parecía de película. “Yo me despierto y digo: '¿dónde estoy?, ¿quienes son ustedes?’”. Entre miradas atónitas y preguntas sin respuesta, la familia pidió urgente una ambulancia. “Llamaron a mis viejos y ellos me convencieron para que vaya al sanatorio a hacerme estudios”, detalló.

El desconcierto se intensificaba con cada recuerdo que no encajaba en su realidad presente. “Yo quería estar en la casa de mis padres, que era el último recuerdo que tenía. Me recordaba soltera en esa casa. Lo que estaba pasando no era nada de lo que yo tenía en mi chip”, describió Lucía.

A pesar de no reconocer a nadie, sentía afinidad con su hijo mayor, Martín, como si su instinto de madre actuara incluso en la incertidumbre de la situación. “No sabía quién era, pero quería estar con él. Sentía como una energía, aunque no lo reconocía como mi hijo. Ese día no me despegué de su lado hasta que me internaron”, confesó. Fue la angustia de no saber quién era ella ni quiénes eran los demás lo que marcó el comienzo de una travesía única.

"Se me borraron unos 14
"Se me borraron unos 14 años, más o menos. Me olvidé de toda mi vida fuera de la casa de mis padres. No me acordaba que tenía hijos", cuenta Lucía.

El diagnóstico y la lucha por ser escuchada

Tras el impacto inicial, Lucía se enfrentó a un camino todavía más difícil: el de entender qué le había sucedido realmente. Tan pronto como fue trasladada al sanatorio, comenzaron las preguntas y sospechas de médicos y familiares. “Todo el que me veía me decía: ‘decime qué tomaste, estás en confianza, decime’. Y los análisis decían que no había tomado nada. De ahí me fui sin diagnóstico”, remarcó.

El punto de inflexión llegó cuando, tras pasar por varios especialistas y gracias a la insistencia de su familia, fue atendida en la Clínica Fleni. “Cuando llegué, conocí a un médico que ya tenía otros pacientes con casos similares y fue él quien me dio el diagnóstico”, explicó. Amnesia disociativa fue la respuesta. “Me dijeron que se trata de borrar de la memoria los recuerdos que te hacen daño o te lastiman”, agregó.

Seis meses transcurrieron entre el episodio y el diagnóstico definitivo, un tiempo marcado por la reconstrucción de su historia perdida y por la incredulidad de quienes la rodeaban ante su confusión y asombro.

“Yo quería estar en la
“Yo quería estar en la casa de mis padres que era el último recuerdo que tenía. Me recordaba soltera en esa casa. Lo que estaba pasando no era nada de lo que yo tenía en mi chip”, comparte Lucía.

Reconstruir la identidad: familia, recuerdos y nuevas rutinas

Tras despertar en una realidad desconocida, tuvo que adaptarse a una vida que ya no le pertenecía en el recuerdo. “Cuando me dan el alta, me dan a elegir con quién me voy y yo quería irme con mis padres, pero los chicos me daban ternura. Entonces, decidí irme con los nenes”, explica.

Así optó por regresar a un hogar en la que no reconocía nada ni a nadie. La sensación de extrañeza era abrumadora. “Era una casa y una familia que no conocía. Recordaba solo el olor del perro. Nada más. Fue como una aventura”, relató. El desconcierto reinaba en las rutinas diarias: “Llegar a una casa donde los chicos eran chicos y te pedían cosas todo el tiempo, era angustiante”.

Es que la maternidad, un rol fundamental en su vida, se volvió un territorio ajeno. “Yo era una mujer que no tenía en mis planes ser madre, los chicos no me gustaban mucho. Y de repente tenía dos hijos. No me cerraba. Pero eran lindos, eran unos bombonazos. Y me fueron como enamorando otra vez”, admitió.

El shock de la diferencia entre la Lucía que recordaba y la del presente fue también físico y emocional. “Me recordaba linda, divina. Me enteré que tenía 40 años y otro cuerpo. Yo me recordaba flaca, joven, de 27, 30 años. Cuando pierdo la memoria estaba gorda, nada que ver. Entonces decía: ‘Esa no soy yo´”, explicó.

“Me enteré que tenía 40
“Me enteré que tenía 40 años. Yo me recordaba flaca, me recordaba joven, de 27, 30 años. Entonces decía: ‘Esa no soy yo”, cuenta Lucía

La escritura y el diario: recomponiendo el pasado

Frente a la ausencia de recuerdos, Trussi Milone encontró una herramienta fundamental en el papel. Desde los primeros días de internación, los especialistas que la acompañaban le sugirieron una estrategia concreta: “Tenia que anotar en el inicio de un cuaderno todo lo que me contaban y al final lo que me iba acordando. Entonces, en un momento eso tenía que unirse. Es muy loco leerlo ahora”, describió.

Las anotaciones iban tejiendo una nueva personalidad, repleta de datos que los demás aportaban y que Lucía intentaba integrar. “Me contaban cosas que me daban risa. Todo lo que me decían lo iba anotando y yo les creía. Anotaba también quienes eran las personas que me visitaban, todo”, indicó.

Poner en papel su propia vida fue, para Lucía, una manera de comenzar a tender puentes, de incorporar relatos ajenos hasta que esos datos pudieran, finalmente, sentirse como propios.

“No sé si recuperé totalmente
“No sé si recuperé totalmente la memoria. Pero recuperé lo importante que son los recuerdos con mis hijos”, resume.

La vida tras la amnesia: miedos, aprendizajes y una nueva mirada

Vivir con amnesia le enseñó a Lucía a convivir con el miedo, pero también a valorar las pequeñas certezas reencontradas. “No sé si recuperé totalmente la memoria. Creo que nunca me voy a dar cuenta si tengo el 100% de lo que perdí. Pero recuperé lo más importante que son los recuerdos con mis hijos”, resumió sobre su largo proceso.

Lejos de vivir atemorizada ante la posibilidad de una recaída, su postura es firme: “A cualquiera le puede suceder, pero no le tengo miedo porque no creo que me pase otra vez. Ahora estoy mucho más tranquila. Incluso mi trabajo lo tomo con otra tranquilidad. Lo tomo desde un lugar de placer”.

Los aprendizajes adquiridos en este recorrido tiñen hoy todas sus relaciones y decisiones. “Nos podemos ir de un día para el otro. Ahora a mis hijos los beso mucho y les digo que los quiero, que los amo. Yo creo que me sirvió para valorar y decirle a la gente que los quiero, antes no lo decía tanto”, reflexionó.

Actualmente, Lucía canaliza su experiencia única a través del arte. Como actriz, ha llevado a escena su propia historia en la obra La mujer dormida, donde interpreta a una mujer que, como ella, despierta un día y descubre que ha perdido la memoria. Con esta puesta en escena, comparte desde el escenario las emociones y los desafíos de empezar de nuevo cuando el pasado desaparece.