
La colina del Intihuatana, uno de los espacios más simbólicos y frágiles del Parque Arqueológico Nacional de Machu Picchu, vuelve a situarse en el centro de la atención técnica y patrimonial. Esta vez, no por una emergencia visible para los visitantes, sino por un proceso de articulación que busca anticiparse a riesgos estructurales detectados desde hace varios años en esta emblemática zona del santuario histórico.
El Ministerio de Cultura, a través de la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Cusco, reunió a representantes de los colegios profesionales de arqueólogos, ingenieros y arquitectos, así como a investigadores especializados y al Consejo Nacional de ICOMOS Perú, con el objetivo de recoger propuestas técnicas que fortalezcan el proyecto de intervención integral de la colina del Intihuatana, cuya estabilidad presenta vulnerabilidades en sus flancos oriental y occidental.
Riesgos estructurales y propuestas técnicas para proteger el Intihuatana

La mesa técnica se desarrolló como un espacio de análisis especializado frente a los problemas de estabilidad geodinámica que afectan a la colina donde se ubica el célebre “reloj solar” inca. Según información oficial, los flancos de este sector presentan condiciones que podrían comprometer no solo la conservación del Intihuatana, sino toda la parte superior de la colina.
Durante el encuentro, los representantes del Colegio de Ingenieros de Cusco enfatizaron la necesidad de reforzar el monitoreo geodinámico e hidrológico, con el fin de identificar el origen de las deformaciones y definir soluciones mediante técnicas de ingeniería especializada.
Por su parte, los delegados del Colegio de Arqueólogos alertaron sobre la pérdida de rigidez y asentamiento de los andenes, especialmente aquellos que forman parte de restauraciones realizadas a mediados del siglo XX. En tanto, los especialistas del Colegio de Arquitectos de Cusco incidieron en la importancia de una consolidación estructural integral de la andenería, tanto en el flanco oriental como occidental de la colina.
“Hemos recibido estas propuestas que serán plasmadas en documentos oficiales de los colegios profesionales para implementar el proyecto de intervención integral de la colina del Intihuatana con mayor eficiencia”, señaló la arqueóloga Piedad Champi, responsable del mantenimiento de la ciudad inka de Machu Picchu.
Antecedentes: desprendimientos y trabajos preventivos realizados en 2025

Las propuestas técnicas se enmarcan en un contexto de alertas previas registradas en la colina del Intihuatana. En julio de 2025, el Ministerio de Cultura anunció una intervención preventiva tras detectarse un leve desprendimiento rocoso en los andenes orientales del sector, producto del monitoreo geodinámico que se ejecuta de forma continua desde 2015.
Según se informó en ese momento, las estructuras afectadas no pertenecen al complejo original inca, sino a restauraciones realizadas entre 1940 y 1958, las cuales, pese a estar integradas al paisaje arqueológico, muestran señales de pérdida de estabilidad estructural. La intervención se concentró en muros de sostenimiento y tuvo como finalidad prevenir afectaciones mayores en un entorno de alto valor patrimonial.
Los trabajos ejecutados los días 8 y 9 de julio no interrumpieron la visita turística. Para garantizar la seguridad, se implementó un desvío temporal en el circuito turístico 2, con escaleras de madera y parrillas de geoblock que permitieron mantener el flujo de visitantes sin alterar la experiencia general del recorrido.
Desde el Ministerio de Cultura se precisó que todas estas acciones cuentan con opinión técnica especializada y responden a una estrategia de conservación preventiva, cuyo objetivo es proteger tanto el patrimonio arqueológico como la seguridad de los visitantes.
En esa línea, como parte de los acuerdos finales de la reciente mesa técnica, se estableció la realización de una visita de campo a la colina del Intihuatana, que permitirá evaluar in situ las condiciones de la base y de las estructuras pétreas. La información recogida servirá como sustento para la toma de decisiones técnicas y para definir las próximas acciones de intervención integral.
La colina del Intihuatana, cuyo nombre en quechua significa “donde se amarra el sol”, cumple una función astronómica clave dentro del conjunto arqueológico y es uno de los espacios más fotografiados y visitados del santuario. Su conservación, coinciden los especialistas, no solo es una obligación técnica, sino un compromiso con la protección de uno de los símbolos más importantes del legado cultural andino.


