
Desde hace tiempo, en entornos de salud pública, bienestar y también en la cultura popular se promueve la idea de que tener rutinas de mañana y de noche ayuda a comenzar y cerrar el día de forma saludable. En el Perú, el Ministerio de Salud (Minsa) advierte que dormir entre 7 y 8 horas cada noche es clave para controlar el estrés, mejorar el rendimiento intelectual y prevenir enfermedades como hipertensión o diabetes.
Asimismo, el Seguro Social de Salud (EsSalud) subraya en sus recomendaciones que un buen descanso fortalece la salud física y mental, reduciendo riesgos como los trastornos del sueño, las enfermedades cardiovasculares y los problemas metabólicos. Partiendo de ese reconocimiento institucional del sueño como pilar de salud, muchas voces coinciden en que la forma en que iniciamos y cerramos el día, es decir, cómo despertamos y cómo nos acostamos, puede marcar la diferencia entre vivir con equilibrio o con desgaste.
La clave de la felicidad está en la manera cómo te despiertas y te acuestas

Despertar con propósito y cerrar el día con gratitud no son meros clichés: constituyen prácticas con respaldo psicológico y biológico. Una rutina matinal estructurada puede mejorar el enfoque, la energía y el ánimo. Por su parte, una rutina nocturna consciente, dejando de lado las pantallas y promoviendo un entorno tranquilo, favorece una mejor calidad del sueño, indispensable para la salud física, el equilibrio emocional y la regeneración mental.
Al convertir en un hábito estas prácticas, se construye un estilo de vida coherente con los ritmos naturales del cuerpo, fortalecido por el sentido de propósito y el autocuidado.
Recomendaciones para despertar con propósito

- Exponerse a la luz natural lo más pronto posible: apenas te despiertes, abrir las ventanas o salir a dar un paseo unos minutos al sol (incluso 10 o 15 minutos) ayuda a sincronizar el reloj biológico, regula hormonas como la melatonina y mejora el humor.
- Iniciar con un gesto consciente: respiración, estiramientos, meditación o beber agua. Estos pequeños rituales permiten activar el cuerpo y la mente sin entrar de lleno al estrés cotidiano. Actividades suaves al amanecer pueden mejorar la claridad mental y reducir la fatiga.
- Tomar un desayuno nutritivo y equilibrado, y planificar el día con intención: dar un sentido de orden y propósito al día (definir qué harás, tus prioridades) ayuda a mantener el control mental, reducir la ansiedad y enfrentar mejor los retos.
- Evitar comenzar el día con pantallas o estrés inmediato: entrar directo al trabajo o revisar redes sociales puede disparar ansiedad, comparaciones y comenzar la jornada con carga negativa. Mejor dar un espacio para el autocuidado y la calma.
Recomendaciones para acabar el día con gratitud
- Establecer un horario constante para ir a dormir: dormir y despertar a la misma hora todos los días ayuda a regular nuestro ritmo circadiano, mejorar la calidad del sueño y favorecer la salud general.
- Crear un ambiente propicio para el descanso: dormitorio oscuro, fresco, silencioso; evitar pantallas al menos 30–60 minutos antes. El uso de dispositivos antes de dormir puede perturbar la producción de melatonina y retrasar el sueño.
- Practicar un ejercicio de gratitud, reflexión o calma: leer, escribir, meditar, pensar en lo positivo del día. Este cierre consciente ayuda a canalizar emociones, reducir estrés, favorecer la regulación emocional y preparar la mente para un descanso reparador.
- Evitar comidas pesadas, cafeína o estimulantes cerca de la hora de dormir: comer una cena ligera unas horas antes de acostarse y evitar sustancias que interfieran con el sueño promueven un descanso saludable.
- Incluir actividad física moderada durante el día: el ejercicio ayuda a regular el sueño, mejorar el metabolismo y llevar al cuerpo a un estado que favorece el descanso nocturno.



