El ciudadano ucraniano Iván Kuzmin, de 39 años, fue condenado a 15 años, 4 meses y 5 días de prisión por el homicidio de la rusa Liudmila Lazarenko, ocurrido durante una ceremonia de ayahuasca en un centro de retiro de Alto Amazonas. La sentencia fue emitida este martes 2 de diciembre por el Juzgado Penal Colegiado Supraprovincial Permanente de Tarapoto, que también ordenó el pago de S/ 80.000 por reparación civil.
El proceso judicial analizó la versión del extranjero, quien aseguraba haber actuado bajo alucinaciones provocadas por la llamada “medicina”, argumento que fue descartado por las pericias oficiales. De acuerdo con la Fiscalía, las pruebas toxicológicas dieron resultado negativo para sustancias alucinógenas, mientras que los exámenes psiquiátricos concluyeron que Kuzmin no presentaba daño cerebral ni alteraciones mentales. Pese a ello, durante la audiencia final insistió, mediante una carta, en que perdió el control durante el ritual de ayahuasca que compartía con su pareja.
Así ocurrió el ataque en la ceremonia de ayahuasca

El crimen se registró el 8 de agosto de 2024, fecha en la que ambos participaban de actividades vinculadas al uso de ayahuasca en un retiro ubicado en el kilómetro 19 de la carretera Yurimaguas–Tarapoto. La víctima fue encontrada con heridas graves producto del ataque, mientras que Kuzmin presentaba un comportamiento violento y descontrolado. Los vecinos de la zona relataron que se vieron obligados a amarrarlo debido a su agresividad, impidiendo que huyera del lugar.
El centro de retiro “Dos Mundos”, conocido en la región por recibir a extranjeros interesados en tratamientos alternativos, fue clausurado temporalmente mientras se realizaban las investigaciones. La embajada rusa fue notificada del fallecimiento y los familiares de Liudmila fueron informados de inmediato por las autoridades.
En los primeros reportes difundidos por canales de televisión locales, se indicó que los trabajadores escucharon los pedidos de ayuda de la mujer y observaron la conducta sospechosa de su pareja. Tras reducirlo, dieron aviso a la Policía Nacional del Perú (PNP), que llegó al establecimiento con peritos forenses para iniciar las diligencias. La escena del crimen, rodeada de vegetación y estructuras rústicas propias de centros de sanación, quedó completamente asegurada mientras se realizaban levantamientos y se revisaba el espacio donde se desarrolló la ceremonia de ayahuasca.
La sentencia y las pruebas que rechazaron la versión del acusado

La decisión del colegiado estuvo a cargo de los magistrados Carlos Enrique Vásquez Torres, Amstron James Delgado Huamán y Bernavé Rabanal Oyarce. El fiscal adjunto Víctor Hugo Bautista Deza sustentó la acusación por homicidio calificado por ferocidad, presentando informes criminalísticos, pericias forenses, análisis toxicológicos, evaluaciones psiquiátricas y declaraciones de testigos que se encontraban en el establecimiento conocido como “Casa del Lago”.
Las revelaciones de los especialistas fueron determinantes. Las pruebas toxicológicas realizadas al ciudadano ucraniano concluyeron que no tenía rastros de sustancias capaces de producir alucinaciones o pérdida del sentido de la realidad. A ello se sumaron las evaluaciones psiquiátricas, que indicaron una condición mental normal. De esta manera, la teoría de que actuó bajo efectos intensos de ayahuasca quedó completamente descartada en el proceso.
Durante la lectura de la sentencia, el Ministerio Público hizo hincapié en que la víctima fue atacada con objetos contundentes y armas blancas, lo que configuró el factor de ferocidad. Trabajadores del Centro de Desarrollo Integral Dos Mundos, quienes atendían la zona en el momento de los hechos, relataron que escucharon gritos de auxilio y que debieron intervenir para controlar al extranjero debido a su agresividad. Fueron ellos quienes alertaron de inmediato a la PNP y al Ministerio Público, permitiendo el inicio de las diligencias en la escena.
En su carta presentada durante la audiencia, Kuzmin afirmó que mantenía una relación estable con Liudmila y que ambos tenían experiencia previa con prácticas de “medicina tradicional”. Sostuvo que “esta fue la primera vez que no pude manejar la medicina y perdí el control sobre lo que ocurría”. También indicó que creyó estar enfrentándose a un demonio y que gritaba mientras los trabajadores intentaban detenerlo. Aunque aseguró sentirse arrepentido, los resultados forenses desvirtuaron su versión.


