A solo dos cuadras de la zona, fuertemente resguardada por la cercanía con la vivienda del presidente José Jerí, ubicada en la cuadra 7 de la avenida Brasil, Sergio Bolaños Sarmiento fue asesinado en la cuadra 9 tras un ataque que exhibió una violencia directa y planificada.
Bolaños, un hombre con antecedentes policiales y señalado preliminarmente por la PNP como presunto integrante de la organización criminal norteña “Los Pulpos”, fue acribillado la noche del 30 de noviembre en plena vía pública, en Jesús María, pese al estado de emergencia vigente en la capital. El ataque, que dejó consternados a los vecinos, culminó con quince disparos que impactaron en el cuerpo de la víctima.

Comandante Óscar Arriola se pronuncia
El hecho ocurrió en la intersección del jirón Castro Virreyna con la avenida Brasil, un punto concurrido, iluminado y rodeado de comercios, lo que incrementó aún más el impacto entre quienes presenciaron los segundos finales de la víctima. Testigos y residentes no solo quedaron sorprendidos por la violencia del ataque, sino también por la proximidad con la residencia presidencial, un sector donde se presume mayor presencia policial y protocolos adicionales de seguridad.
Mientras los peritos realizaban las primeras diligencias y se levantaban aproximadamente 14 a 15 casquillos de bala, el comandante general de la Policía Nacional del Perú, Óscar Arriola, llegó hasta la escena para confirmar que se trataba de una víctima conocida dentro del mapa criminal del país. En sus declaraciones, explicó con detalle la secuencia del ataque, los antecedentes del fallecido y las posibles motivaciones detrás del crimen.
Según informó la PNP, Sergio Bolaños Sarmiento no era ajeno al mundo delictivo. Estaba investigado por vínculos con “Los Pulpos”, una organización criminal asentada principalmente en el norte y dedicada, entre otras actividades ilícitas, a la minería ilegal, secuestro, extorsión y tenencia ilegal de armas. Incluso, según Arriola, un familiar suyo había sido blanco recientemente de un ataque con explosivos en Trujillo, un episodio que fue reportado en su momento por diversos medios. Además, Bolaños había tenido ingresos previos a penales por delitos vinculados a armamento.

Lo estaban siguiendo
El comandante general relató que el ataque no fue al azar, sino una ejecución planificada, donde la víctima fue vigilada y seguida desde el momento en que salió de la vivienda donde estaba hospedado. Sus declaraciones, textuales, reconstruyen con precisión los minutos finales del fallecido:
“Él ha salido de una casa que estaba alojado por acá, muy cerca, y a él lo han estado vigilando. Estaba comiendo un helado, llegó a la esquina. Ya vino uno, una persona con casco que le ha acercado mientras una moto estaba en la esquina de allá para dirigirse hacia el oeste. Y es así que el que está acá se le acerca, él se da cuenta y empieza, por eso que corre y llega hasta casi la mitad de la avenida. Y han realizado quince disparos”, detalló Arriola ante la prensa.

A la precisión técnica de su narración, uno de los agentes presentes añadió: “Quince disparos”, enfatizando la magnitud de la agresión.
Arriola continuó: “Igual cantidad de heridas por proyectiles de arma de fuego presenta el cuerpo. Es el examen, al examen de los médicos legistas, los peritos de Criminalística, el Ministerio Público y las pesquisas de Homicidios”, confirmando así que todos los disparos impactaron en el cuerpo del hombre, lo que refuerza la hipótesis de un homicidio premeditado y ejecutado con clara intención de eliminarlo.

La violencia del ataque, en una zona donde la seguridad debería ser estricta debido a la presencia de la residencia presidencial, ha generado cuestionamientos y preocupación entre los vecinos. Aunque las investigaciones aún están en curso, la policía sostiene preliminarmente que el crimen responde a un ajuste de cuentas relacionado con disputas internas o vendettas propias del crimen organizado.
Hasta el cierre de esta edición, la Policía no descarta ninguna línea de investigación, pero se mantiene firme en que el móvil principal apunta a un enfrentamiento entre bandas o una venganza por hechos previos cometidos en el norte del país.




