La llegada de la temporada navideña ha transformado, una vez más, el centro de Lima en un escenario de desborde, caos y tensión. Mesa Redonda y Mercado Central son, como cada diciembre, el epicentro donde miles de limeños se agolpan desde tempranas horas para adquirir regalos, juguetes y todo tipo de adornos para las fiestas de fin de año. Sin embargo, lo que parece una fiesta comercial se vive como una batalla diaria por el espacio: comerciantes formales versus ambulantes, autoridades versus economía informal, peatones atrapados y todo un sistema en riesgo de colapso.

Videos publicados en TikTok han mostrado cómo, pese a la implementación del plan “Navidad Segura 2025” por parte de la Municipalidad de Lima, reina el caos absoluto. Las imágenes virales revelan calles intransitables, veredas tomadas, vendedores que se multiplican y una sensación de desorden que aumentó al ritmo de la demanda navideña.

El crecimiento de la informalidad: problemática sin control
Mesa Redonda, que comprende veintinueve manzanas, enfrenta una saturación inédita: según Román Nazario, presidente de la Cámara de Empresarios de Mesa Redonda, el número de ambulantes se ha triplicado en tres años, pasando de cinco mil a quince mil. “De las veintinueve manzanas, veintisiete están ocupadas al cien por ciento de comerciantes informales”, explicó. La expansión ha sido tal que los ambulantes lotizan calles y alquilan espacios, replicando la lógica de una feria temporal, lo que complica el tránsito peatonal y dificulta el acceso a locales formales.
Este escenario afecta directamente a los empresarios establecidos, que ven bajar la afluencia a sus tiendas y se ven obligados a operar bajo constante riesgo.
El temor ante posibles emergencias, particularmente incendios —un recuerdo doloroso en la memoria de Mesa Redonda—, crece entre quienes conocen de cerca la anarquía cotidiana y la carencia de rutas de evacuación claras.

Operativos limitados y propuestas en debate
El plan Navidad Segura 2025 de la Municipalidad de Lima incluye el despliegue de más de 900 agentes en la zona, el uso de diecinueve cámaras con inteligencia artificial, drones y el control de aforos en calles principales. Se han cerrado temporalmente vías como jirón Cusco y jirón Huallaga, y se han instalado alertas en paneles y mensajes de texto para advertir sobre puntos saturados. Sin embargo, un monitoreo realizado por medios locales reveló que la mayoría de cámaras visibles pertenecen a sistemas privados y que la presencia policial resulta insuficiente para el volumen de compradores y vendedores.
Ante el desborde, la municipalidad ha planteado como alternativa trasladar a más de 4.000 ambulantes al ex penal San Jorge, terreno actualmente bajo dominio del Poder Judicial. El alcalde Renzo Reggiardo explicó que se busca convertir este espacio en un mercado temporal y seguro para evitar tragedias. “No es posible que tengamos esa informalidad… hemos hecho las coordinaciones para que nos cedan el espacio y reubicar ahí a los comerciantes”, afirmó.

Sin embargo, ni ambulantes ni formales consideran viable esta solución. Los ambulantes alegan que el ex penal está lejos del flujo real de compradores y no cuenta con la infraestructura básica. “Si nos mandan tan lejos, nadie va a venir, vamos a morir de hambre”, dijo una vendedora con quince años en la zona. Los formales, por su parte, insisten en que se debe usar la capacidad ociosa de los locales en galerías ya existentes.
Nazario recordó el fracaso previo con “La Huerta Encontrada”: “Un traslado improvisado no resuelve nada. Ya intentaron antes y no duró más de un día. No hay diálogo con la municipalidad ni plan alternativo real”, apuntó. Propuso, en cambio, usar unos 2.300 stands desocupados de galerías, donde los informales puedan operativizar su formalización mediante comodatos y el pago de mantenimiento.

Saturación, competencia y nuevas realidades en la zona
Mientras el debate se estanca, la marea humana en Mesa Redonda y Mercado Central aumenta. Miles acuden en busca de árboles, adornos y regalos, con precios que arrancan en treinta soles y una competencia feroz no solo por captar clientes, sino por “ganar” espacio físico. Motocargas sin control de permisos y ambulantes obstruyen accesos a tiendas, denunciando los formales una competencia desleal y la imposibilidad de recibir compradores: “No dejan que la gente entre; los jalan, los rodean, y el caos es total”, dijo un comerciante.

“En Halloween ya fue imposible caminar. Si ocurre una emergencia, nadie va a salir, todos nos morimos ahí”, agregó
La autoridad municipal asegura seguir negociando con el Gobierno y el Poder Judicial para habilitar una solución de fondo, pero los comerciantes y ambulantes no han recibido información concreta ni fechas sobre el eventual traslado. El ex penal San Jorge, cerrado y transferido en 2010, aún no está listo y su uso definitivo es incierto.



