
En una zona remota de Zamora Chinchipe, en la línea limítrofe con Amazonas y Cajamarca, unidades del Ejército Ecuatoriano realizaron un patrullaje que condujo a un hallazgo considerado clave para entender la presencia de organizaciones criminales transfronterizas. El recorrido se desarrolló en Congüime Alto, un sector marcado por la presión de actividades extractivas sin control estatal y por la circulación constante de grupos vinculados a economías ilícitas.
Durante la inspección, la patrulla identificó una estructura oculta entre la vegetación. El espacio funcionó como punto de concentración de armas, explosivos y equipos tácticos. La ubicación evidenció el interés de una organización peruana por instalar infraestructura operativa en territorio ecuatoriano, cerca de rutas empleadas por mineros ilegales que avanzan hacia la Cordillera del Cóndor.
El hallazgo se convirtió en la muestra más directa de la proyección de “Los Trujillanos”, un grupo señalado en Perú por su aporte armado a redes de minería ilegal. De acuerdo con información institucional, sus miembros aparecieron en la ciudad de Trujillo antes de extender su zona de acción hacia la frontera. Su presencia en Congüime Alto confirmó el desplazamiento progresivo hacia espacios donde existen operaciones extractivas sin permisos.
Un campamento con armas de guerra y material explosivo

Los militares localizaron cuatro fusiles tipo AK en el interior del campamento, además de veinticinco cargadores y más de 1.700 municiones de distintos calibre. También se registró la presencia de cinco granadas, diecinueve tacos de dinamita y cinco radios de comunicación. En la misma área se hallaron uniformes, cascos, chalecos, forros de uso militar y alimentadoras para fusiles. Todo el material quedó bajo control de las Fuerzas Armadas y el campamento se destruyó.
El conjunto de evidencias apuntó al funcionamiento de una célula que abastecía a operadores dedicados a la minería ilegal. Según información militar, “Los Trujillanos” actúan como brazo armado de grupos peruanos que ejercen presión sobre zonas donde existen recursos auríferos. Su presencia se vincula al desplazamiento de comunidades que expresaron oposición a las actividades extractivas sin regulación.
En los últimos años, distintas localidades en Condorcanqui y el Cenepa reportaron tensiones por el avance de redes mineras con respaldo armado. La ubicación del campamento en Congüime Alto encajó con la ruta que emplean estas organizaciones para ingresar desde la frontera y establecer puntos de vigilancia, traslado logístico y protección de intereses criminales.
Expansión hacia territorio ecuatoriano

La operación militar reveló la primera evidencia concreta de que esta estructura, originada en Perú, instaló espacios clandestinos en Ecuador. Las autoridades señalaron vínculos con tráfico de armas y extorsión en contextos relacionados con la minería ilegal. La información también destacó que la organización extendió su acción desde zonas peruanas hasta los límites ecuatorianos para consolidar control en áreas donde no existe presencia estatal constante.
En septiembre, el Bloque de Seguridad detuvo a dieciocho individuos relacionados con “Los Trujillanos” en Chinapintza, dentro de territorio ecuatoriano. Ese grupo enfrentó investigaciones por su participación en el asesinato de cinco personas en un conflicto por el control de espacios mineros. La captura permitió identificar rutas, contactos y movimientos que ahora se complementan con el hallazgo del campamento en Congüime Alto.
Las Fuerzas Armadas no precisaron el momento exacto en que esta organización ingresó al país, pero el conjunto de elementos encontrados indica una planificación sostenida y una intención clara de consolidar operaciones. El caso refuerza las alertas por la expansión de grupos extranjeros hacia zonas ecuatorianas atraídos por la minería sin permisos, una actividad que genera ingresos suficientes para movilizar armas y sostener estructuras armadas.



