
A lo largo de las montañas de Huánuco, una serie de hallazgos botánicos recientes abrió un nuevo campo de observación científica. Investigadores que recorren zonas poco transitadas describen espacios donde la vida vegetal aún conserva formas únicas, aunque también enfrenta presiones crecientes. En estos parajes todavía se identifican especies no registradas en décadas anteriores, mientras se acumulan señales de alerta por acciones humanas que alteran su permanencia.
Las quemas realizadas por agricultores locales y el avance desordenado de la urbanización sobre áreas boscosas modifican la dinámica ecológica. Con cada temporada seca, los suelos se exponen a daños y las laderas pierden cobertura vegetal. En paralelo, la apertura de caminos y parcelas reduce superficies donde subsisten plantas muy sensibles a cualquier variación de temperatura o humedad.
En entrevista con la Agencia Andina, el decano de Agronomía y Negocios de la Universidad Científica del Sur, Daniel Montesinos, ofreció detalles sobre esta situación. Él explicó que las nuevas especies identificadas se encuentran vulnerables porque sus zonas de desarrollo se reducen por la intervención del ser humano. “Queremos lograr que estos ecosistemas se conserven y se preserven, porque son de muy difícil acceso”, indicó. El especialista mantiene trabajos de campo en Huánuco desde hace aproximadamente diez años y señaló que, durante largo tiempo, “hubo muy poca investigación al respecto”.
Avances científicos en una región poco explorada

El botánico informó que, en la última década, sus expediciones permitieron registrar una decena de especies no descritas previamente. Entre los descubrimientos recientes figura una subespecie asociada al género Polycarpon tetraphyllum, cuya presencia aporta información para procesos de restauración ecológica. El investigador detalló que esta planta se localiza en la zona del Alto Marañón, en espacios distribuidos entre Huacaybamba y Lauricocha. Uno de los puntos de detección se ubica en la Zona Arqueológica Monumental de Garu, en el distrito de Choras, dentro de la provincia de Yarowilca.
El equipo científico constató que la planta crece en áreas de puna húmeda y también en sectores con influencia de monte subtropical próximos a las cuencas de los ríos Marañón y Guayacán. Montesinos resaltó la altitud en la que se identificó la subespecie, superior a los 3500 metros sobre el nivel del mar. Según declaró, “lo cual es bastante inaudito e inusual” porque implica un grado importante de adaptación frente a condiciones ambientales adversas.
Rasgos propios y relación con el entorno

El especialista señaló que las particularidades del entorno permitieron distinguir rasgos morfológicos que separan a esta subespecie de otras de la misma familia botánica. Por dicha razón, expresó que puede considerarse “una adición más para la flora peruana”. La planta crece en superficies rocosas, depende mucho de las lluvias y mantiene una propiedad que influye en su supervivencia: los animales de pastoreo no la consumen. Montesinos sostuvo que “podríamos considerar que es relativamente tóxica”, condición que evita su desaparición inmediata en zonas donde se cría ganado. De no presentar esa característica, dijo, la especie “podría ser arrasada”.
El botánico señaló que esta subespecie se desarrolla en medio de impactos derivados de actividades humanas. Entre estos factores, mencionó la expansión urbana en áreas de bosque y la quema de campos, una práctica todavía presente en diversas comunidades rurales. “Hay mucha degradación ambiental provocada por la quema en los montes, una práctica que debe ser totalmente erradicada”, afirmó. También remarcó que, desde ciertos espacios académicos extranjeros, se difundió la idea de que esta acción correspondería a usos prehispánicos, algo que, según el investigador, carece de sustento documental.
La transformación del paisaje provocó pérdidas en la diversidad vegetal de varios sectores de Huánuco. Montesinos precisó que especies ajenas al lugar ocupan espacios donde antes crecían plantas nativas o endémicas, situación que compromete el equilibrio local y limita la permanencia de los recientes descubrimientos botánicos.



