En los últimos meses, el mercado peruano ha experimentado un auge masivo en la venta y uso de fajas moldeadoras, cuya popularidad crece en centros comerciales y comercios informales, pese a las advertencias de especialistas sobre sus riesgos. Estos artículos, que antes eran discretos y aliados bajo la ropa, ahora se ofrecen abiertamente en diferentes versiones y precios dentro de la oferta de Gamarra y otros comercios.
En Lima, las llamadas fajas colombianas dominan el segmento premium, fabricadas con Powernet, un material patentado en el país cafetero, que, de acuerdo con vendedores, no se estira y otorga mayor compresión. Los precios de estos modelos alcanzan los 350 soles (aprox. 90 dólares estadounidenses), mientras que los productos nacionales se ubican en rangos desde 80 hasta 190 soles.
Según información recabada por Latina Noticias, muchas personas recurren a las fajas como recurso rápido para eventos sociales o reuniones donde la estética ocupa un lugar central. El atractivo de estas prendas radica en su capacidad para ajustar la silueta de manera inmediata.
“Miren, por favor, esta cintura yo no la tenía cuando entré a este vestidor”, comentó en tono testimonial una clienta en declaraciones al citado medio. Una prueba en tiempo real marcó una diferencia de tres centímetros en la cintura tras adaptar la prenda, aunque la cadera aumentó en igual proporción al redistribuirse el volumen corporal.
Médicos advierten riesgos
No obstante, especialistas advierten sobre la falta de evidencia científica acerca de una reducción permanente de medidas y enfatizan la importancia de analizar los riesgos. Edson Serrano, médico traumatólogo, explicó:
“Las fajas no están diseñadas para dormir, excepto en situaciones de fractura. Si se usan sólo por estética, podría desencadenar limitaciones respiratorias y problemas digestivos, ya que ejercen mucha presión sobre el abdomen”. Las advertencias incluyen el riesgo de crear dependencia muscular, especialmente si estos productos se usan desde edades tempranas.
El auge de las fajas
El negocio apunta también a quienes buscan productos de alta compresión, conocidos como cinturillas de dieciocho varillas, con sistemas de cierres y ganchos múltiples. Estas fajas, virales en redes sociales, atraen por su capacidad de modificar la apariencia corporal en minutos.
Las motivaciones de compra varían entre quienes habitualmente adquieren fajas para “formar” el cuerpo y quienes se acercan por primera vez al producto para algún compromiso social. “Nunca he usado, pero me gustaría probar”, reveló una interesada durante una entrevista de campo. Para muchos, la faja representa un extra de confianza en situaciones puntuales y una herramienta para cumplir con cánones de vestimenta formal o celebraciones especiales.
En los mercados populares, la variedad de marcas y precios destaca por la accesibilidad. “Tengo nacional, tengo colombiano. De todo, para la economía”, señaló una vendedora de Gamarra. Los productos también se promocionan explícitamente para “el costillero”, una prenda que promete reducir la zona de las costillas, segmentando así la oferta según zonas del cuerpo y necesidades del usuario.
La oferta se extiende también a los hombres, quienes encuentran versiones tipo chaleco cuyo objetivo es disimular el abdomen, corregir la postura y brindar seguridad física y estética.
Sin importar la gama o el precio, el uso de fajas plantea un fenómeno social donde la búsqueda estética convive con cuestiones de autoestima y salud física. Tanto las prendas de alta gama como las accesibles han transformado el panorama de la moda íntima.
