
En la Plaza de San Pedro, bajo un cielo despejado y ante miles de fieles, el papa León XIV ofreció un gesto de cercanía hacia el Perú. El 22 de octubre, durante la audiencia general, el pontífice recibió a un grupo de representantes de las hermandades del Señor de los Milagros, provenientes de distintas ciudades del mundo. El encuentro fue posible gracias a las gestiones de la Embajada del Perú ante la Santa Sede, con apoyo del Consulado General en Roma, en el marco de las celebraciones dedicadas al Cristo de Pachacamilla.
El acto marcó el cierre de una semana en la que Roma se convirtió en un punto de unión espiritual para miles de devotos peruanos. Durante la audiencia, los fieles ofrecieron al Papa una réplica en miniatura del anda del Señor de los Milagros, símbolo central de una devoción que ha traspasado fronteras y generaciones. El obsequio fue presentado como muestra de gratitud “por la atención y el cariño mostrados hacia la comunidad peruana y su fe”, señalaron los representantes de las hermandades.
El Vaticano fue escenario de una serie de actividades religiosas que comenzaron el 18 y 19 de octubre con una procesión en la Plaza de San Pedro, seguida por la bendición papal durante el Ángelus y la misa solemne presidida por el cardenal Pedro Barreto en la Basílica de San Pedro. “Fue una jornada de unidad, donde los colores morados y el fervor del pueblo peruano se hicieron sentir con fuerza en Roma”, expresó un miembro de la Hermandad del Señor de los Milagros de Milán.
Un gesto de reconocimiento espiritual

Durante la audiencia, el papa León XIV saludó uno por uno a los representantes y destacó la fuerza de una devoción que, según dijo, “une fe, esperanza y comunidad”. Las delegaciones portaban estandartes y cintas moradas que identificaban a las hermandades presentes, muchas de ellas formadas por migrantes que mantienen viva la tradición fuera del Perú.
La Embajada del Perú ante la Santa Sede resaltó el valor simbólico de este encuentro. “No se trata solo de una expresión religiosa, sino también de un mensaje de identidad y unión entre peruanos en el exterior”, comentó un portavoz diplomático. Tras la audiencia, los participantes fueron recibidos en la sede diplomática peruana en Roma, donde expresaron su agradecimiento por el apoyo recibido en la organización del evento.
“Fue un momento histórico para las hermandades del Señor de los Milagros en el mundo. La respuesta del Papa fue de cercanía y afecto hacia el Perú”, indicó un representante de la Hermandad del Señor de los Milagros de Madrid. La delegación estuvo compuesta por miembros de más de cincuenta y cinco comunidades residentes en Europa, América y Asia, quienes participaron también en la procesión internacional organizada en la capital italiana.
La devoción al Señor de los Milagros tiene más de tres siglos de historia. Desde las primeras procesiones en 1687, la imagen del Cristo Moreno recorre templos, hospitales y plazas, acompañada por fieles vestidos de morado, color que distingue a esta manifestación religiosa. Su origen se remonta a Antonia Lucía Maldonado, una viuda ecuatoriana que, inspirada por una experiencia mística, instauró el hábito morado en el Colegio de Nazarenas.
El atuendo mantiene significados precisos. El hábito masculino, sin mangas y ceñido con un cordón blanco, representa el sufrimiento de Cristo; el femenino, con mangas largas y velo blanco, evoca penitencia y recogimiento. Ambos son emblemas visibles de una fe compartida que se renueva cada octubre, mes conocido como el “mes morado”.

Las procesiones están acompañadas por el aroma del incienso, esparcido por las sahumadoras, mujeres que reciben preparación espiritual antes de asumir esa labor. “El incienso purifica y marca la presencia divina entre los devotos”, explican integrantes de la Hermandad del Señor de los Milagros.
El anda procesional —cuya estructura actual alcanza cerca de 1.950 kilogramos— combina plata, madera tallada, flores y cirios. Según custodios del santuario, 450 kilogramos corresponden a plata pura. La réplica ofrecida al papa León XIV conserva esos detalles a pequeña escala, como símbolo del vínculo espiritual entre el Vaticano y el pueblo peruano.
Un lazo que cruza fronteras
La presencia de las hermandades en Roma refleja la expansión mundial del culto al Señor de los Milagros. Lo que nació en un mural pintado por un esclavo angoleño en Lima durante el siglo XVII se ha convertido en una manifestación de identidad para millones de peruanos.
“Llevamos al Señor de los Milagros donde estemos, porque representa fe y unión”, expresó uno de los delegados presentes en la audiencia. Con la bendición del papa León XIV, la devoción peruana reafirma su lugar en la historia religiosa contemporánea, recordando que la fe, más allá del territorio, mantiene viva una misma esperanza.



