A pocos metros de las arterias comerciales de San Juan de Lurigancho, fuentes policiales describen la actuación de una organización que impone pagos ilegales y amenaza a conductores y comerciantes. Los investigadores atribuyen la escalada de violencia a un núcleo delictivo que presuntamente opera desde la clandestinidad y delega las tareas más violentas a adolescentes.
La pesquisa, desarrollada por la Brigada Especial contra el Crimen en la jurisdicción, permitió identificar a sus piezas clave y seguir rutas operativas que incluyen la colocación de cartas extorsivas y el uso de artefactos explosivos. Los agentes señalaron que la centralización de órdenes procede de un hombre con múltiples antecedentes, cuyo rostro permanece, para las autoridades, asociado a la figura de mando.
Arresto del brazo armado
La captura de Roger José Rivas Hernández, conocido como “El Chamo”, ocurrió tras labores de inteligencia en la urbanización San Rafael; la detención tuvo lugar cuando se desplazaba en su motocicleta. Las autoridades describen a Rivas Hernández como el ejecutor que instruía el empleo de armas entre los integrantes más jóvenes de la red.

En el registro a la vivienda vinculada con el sospechoso, los policías hallaron un cuarto acondicionado como búnker donde se almacenaban notas para extorsionar a trabajadores y comerciantes. En ese ambiente se ubicaron elementos que, según la policía, estaban listos para ser empleados en atentados.
Menores armados y pruebas
Entre los detenidos figuran cuatro adolescentes que, de acuerdo con fuentes del caso, cumplían funciones de gatilleros. Los jóvenes tenían edades entre catorce y diecisiete años; al menor se le atribuye la manipulación de armas de fuego en operativos comandados por la organización.
Imágenes de cámaras de seguridad documentaron a alias Alexis —de 17 años— como quien portaba el arma, mientras que Roger conducía la moto en las salidas. Alexis habría fallecido en un supuesto enfrentamiento entre bandas; la policía informó que otros cuatro menores fueron intervenidos en la avenida Los Jardines el 10 de octubre.

Evidencias incautadas
En los procedimientos se incautaron cacerinas, munición y, alarmantemente, dos cartuchos de dinamita; además, personal de la Unidad de Desactivación de Explosivos debió intervenir ante la presencia de dos cartuchos ya armados. También se remitieron teléfonos y escritos que, según la fiscalía, servirán como prueba de las extorsiones planificadas.
Los mensajes extraídos de los equipos telefónicos vinculan a los adolescentes con actos coercitivos y con el supuesto cabecilla. Esos intercambios, junto con otras pruebas periciales, fueron incorporados a las diligencias para sustentar la responsabilidad penal de los aprehendidos.
Perfil del cabecilla y antecedentes

El líder señalado por la policía es Ronnie Enrique Cabanillas Niño, alias “El Chato Luis”, de 27 años. Los registros muestran que fue detenido en cuatro oportunidades anteriores por delitos como robo agravado, tenencia ilícita de armas y delitos vinculados a narcóticos, según los archivos que manejan los investigadores.
Fuentes oficiales describen al hombre como una figura que mantiene distancia física y direcciona las operaciones desde la sombra; en las conversaciones interceptadas, los miembros del grupo lo mencionan sin ofrecer detalles sobre su paradero. Entre los apodos de los menores aparecen Sebas, Leo, Chaufa y Kelvin, quienes en mensajes se refieren al Chato Luis como quien dicta instrucciones.
Medidas judiciales y situación de los menores
Los cuatro adolescentes detenidos fueron internados en el Centro de Rehabilitación de Menores Maranca por orden del juzgado de familia; la medida preventiva se fijó por cincuenta días mientras avanza el proceso correspondiente. El ingreso al centro se adoptó con el objetivo de garantizar la protección de los menores y la continuidad de las investigaciones.
La causa continúa abierta y las diligencias periciales, incluidas las pruebas documentales y el cruce de comunicaciones, se encuentran en manos de la fiscalía. En paralelo, la policía mantiene operativos en zonas puntuales de San Juan de Lurigancho para localizar a otros presuntos integrantes y recolectar más indicios.



