
El lamido de patas es un comportamiento normal en los perros, especialmente cuando buscan limpiarse después de un paseo o eliminar algo que les molesta. Sin embargo, cuando esta acción se vuelve frecuente, prolongada o compulsiva, puede ser una señal de que algo no anda bien. Detrás de este hábito pueden esconderse problemas médicos, emocionales o de conducta que, si no se atienden a tiempo, podrían comprometer la salud del animal.
De acuerdo con especialistas veterinarios, el lamido excesivo es uno de los motivos de consulta más comunes en clínicas caninas. Aunque al inicio puede parecer inofensivo, este comportamiento puede derivar en lesiones, infecciones y trastornos de ansiedad si no se identifica su causa raíz. Por ello, es fundamental que los dueños observen el patrón de conducta del perro y actúen ante los primeros signos de alarma.

Causas médicas más frecuentes
Entre las razones físicas más comunes del lamido excesivo se encuentran:
- Dolor o lesiones: una herida, espina, uña rota o golpe pueden causar molestias en la pata, lo que lleva al perro a lamerla como intento de aliviar el dolor o limpiar la zona.
- Alergias: tanto las alergias ambientales (polvo, polen, productos de limpieza) como las alimentarias (proteínas específicas o aditivos) pueden generar picazón en la piel y las patas.
- Infecciones: las bacterias, hongos o levaduras tienden a proliferar en ambientes húmedos, especialmente entre los dedos del perro, provocando irritación, mal olor y lamido constante.
El lamido también puede deberse a parásitos externos como pulgas, garrapatas o ácaros, que provocan picazón intensa. En algunos casos, el perro se lame de forma insistente hasta causar una herida abierta o pérdida de pelo localizada.
Además, algunos padecimientos articulares o neurológicos pueden generar incomodidad o sensación de hormigueo en las extremidades, lo que desencadena un lamido repetitivo. Por ello, si el comportamiento se concentra en una sola pata o persiste durante varios días, es recomendable acudir al veterinario.

Factores emocionales y de conducta
Cuando las causas médicas son descartadas, es posible que el origen del lamido sea conductual o emocional. Los expertos señalan que los perros también experimentan ansiedad, aburrimiento o frustración, lo que puede llevarlos a desarrollar comportamientos compulsivos.
- Estrés o ansiedad: situaciones como la ausencia prolongada del dueño, ruidos fuertes o cambios de entorno pueden alterar el equilibrio emocional del perro. El lamido actúa entonces como una forma de “autocalma”.
- Aburrimiento o falta de estimulación: los perros que no reciben suficiente ejercicio físico o mental suelen buscar distracciones, y el lamido se convierte en una actividad repetitiva y tranquilizadora.
- Trastornos obsesivo-compulsivos: algunos animales desarrollan hábitos automáticos, como lamerse constantemente sin motivo aparente. En estos casos, el apoyo de un etólogo o terapeuta canino puede ser esencial.

El principal problema es que el lamido produce una sensación de alivio momentáneo, pero también libera endorfinas, lo que refuerza el comportamiento. Con el tiempo, el perro entra en un ciclo de autoestimulación, difícil de romper sin tratamiento especializado.
Riesgos y consecuencias para la salud
El lamido excesivo no solo es un signo de malestar, sino que puede generar daños físicos importantes. Entre los más comunes se encuentran:
- Dermatitis acral por lamido: una inflamación crónica causada por el roce constante de la lengua.
- Granulomas: lesiones endurecidas o ulceradas que pueden infectarse fácilmente.
- Infecciones secundarias: la humedad y la saliva facilitan la proliferación de bacterias y hongos.
Si no se trata a tiempo, el perro puede presentar cojeras, dolor persistente o pérdida de tejido cutáneo, lo que complica su recuperación. En casos graves, el veterinario puede recetar antibióticos, antiinflamatorios o incluso utilizar un collar isabelino para evitar el lamido mientras sana la herida.

Tratamiento y prevención
El primer paso para tratar este comportamiento es identificar la causa exacta. Si el problema es médico, el veterinario puede indicar tratamientos tópicos, control de parásitos, dietas hipoalergénicas o medicamentos para aliviar el dolor. En cambio, si el origen es emocional, se recomienda trabajar en la modificación de conducta y mejorar el entorno del perro.
Algunas medidas preventivas incluyen:
- Aumentar los paseos y el ejercicio diario.
- Proporcionar juguetes interactivos y actividades de estimulación mental.
- Mantener rutinas estables para reducir la ansiedad.
- Limpiar y revisar las patas después de cada paseo.
- Aplicar productos antiparasitarios de forma regular.
También es recomendable crear un ambiente tranquilo en casa, evitar los castigos físicos y fomentar una relación positiva basada en la confianza. El acompañamiento profesional puede ser clave para corregir el hábito sin generar más estrés en el animal.

Bienestar emocional y físico del perro
El lamido de patas no debe ser ignorado ni considerado un simple “tic”. Es una señal de alerta sobre la salud y el bienestar emocional del perro. Detectarlo a tiempo puede evitar complicaciones médicas y mejorar su calidad de vida.
En última instancia, la observación atenta del dueño y la atención veterinaria oportuna son las mejores herramientas para garantizar que el perro se mantenga sano, equilibrado y libre de molestias. Cuidar de sus patas es también cuidar de su tranquilidad y bienestar general.