
El mercado laboral juvenil en Lima enfrenta una combinación de informalidad, salarios bajos y condiciones poco atractivas que alimentan una alta rotación en el empleo, según la “Situación laboral y aspiraciones de jóvenes en Lima - Segunda Edición”.
Este estudio fue realizado por Oswaldo Molina, profesor de la Universidad del Pacífico, en colaboración con Datum Internacional para Arcos Dorados Perú, que opera y subfranquicia los restaurantes de McDonald’s en Perú y en 19 otros países de América Latina y el Caribe,
Arcos Dorados: alta rotación laboral juvenil complica el mercado de trabajo en Lima
El panorama es desafiante: el desempleo juvenil en Lima Metropolitana llegó a 15,4% en 2025, más del triple de la tasa registrada entre adultos, situación que sitúa a la juventud ante un horizonte laboral restrictivo y competitivo. La tasa nacional de informalidad juvenil alcanza el 74,9%, cifra más alta que la de los adultos, y la mayoría de trabajadores jóvenes no cuenta con acceso a pensiones ni seguros de salud.
Un dato relevante es el bajo salario promedio que perciben los jóvenes, situado en S/1.135, considerablemente inferior al promedio general que alcanza S/1.598,5. La insuficiencia de ingresos impacta la permanencia y motivación, como indican los resultados del informe.

De esta manera, el estudio de Arcos Dorados recoge la percepción de ambas partes del mercado laboral. Los jóvenes señalan como principales obstáculos para acceder a empleos formales la falta de experiencia, el bajo sueldo y la escasez de oportunidades.
El 75,6% de los encuestados sostiene que los empleos ofrecidos carecen de beneficios y programas de capacitación adecuados, mientras que solo el 40% de los empleadores coincide con esa visión. La distancia entre ambas perspectivas dificulta la ejecución de medidas efectivas para cerrar la brecha laboral e impulsar la empleabilidad de este segmento.
El 74,9% de jóvenes limeños trabaja en la informalidad, según Arcos Dorados: ¿Y los part time?
Para los empleadores, la falta de experiencia y habilidades blandas es el mayor reto al contratar jóvenes. La rotación juvenil —señalado como el principal problema para el 51% de las empresas— encuentra explicación en mejores ofertas externas (49,7% de los casos) y condiciones laborales rígidas, como ausencia de horarios flexibles (20,6%).
El informe de Arcos Dorados revela también que las prácticas pagadas, la articulación entre empresas y centros de estudio, y la flexibilidad horaria emergen como demandas urgentes por parte de los jóvenes.

La transición entre la educación y el empleo es vista como problemática, tanto por los empleadores como por los propios jóvenes, quienes advierten obstáculos para adquirir experiencia relevante y acceder a su primer empleo formal.
Solo el 13,3% de los jóvenes ha completado estudios superiores, mientras que el 15,6% ni estudia ni trabaja (NINIs), situación que evidencia barreras estructurales que dificultan la integración a un mercado laboral formal.
Solo el 13,3% de jóvenes de Lima completó estudios superiores: ¿qué está pasando?
La investigación sugiere la necesidad de articular esfuerzos entre el sistema educativo, el sector privado y las políticas públicas para mejorar las competencias técnicas y las habilidades blandas de los jóvenes. Así, el 85,2% de empleadores y el 84,1% de jóvenes consideran que las empresas pueden desempeñar un papel decisivo en la formación y proyección laboral juvenil.
Pese a la voluntad de aprender y la adaptación tecnológica —valorada tanto por empleadores como por jóvenes—, la falta de oportunidades de crecimiento, las escasas proyecciones de ascenso y los exiguos salarios fomentan la inestabilidad laboral, de acuedo con Arcos Dorados.

Los hallazgos del informe elaborado con Datum Internacional respaldan una revisión crítica de las estrategias de empleabilidad y retención en el país. El 80,6% de los jóvenes no está afiliado a ningún sistema de pensiones, y más de una cuarta parte carece de servicios esenciales.
Finalmente, Arcos Dorados reconoce que, sin reformas laborales y educativas profundas, la situación de los jóvenes en el mercado laboral limeño se mantendrá vulnerable, lejos de las expectativas y el potencial productivo que demandan la economía formal y el desarrollo social.