Políticas culturales y el desafío del “nosotros”: el Perú en la agenda global

Esta tensión entre las crisis y las posibilidades de la cultura tiene que ser justamente examinada con perspectiva crítica y convicción por el diálogo

Guardar
Perú logró recuperar un casco
Perú logró recuperar un casco del conflicto con Ecuador de 1941. Foto: Ministerio de Cultura

Las políticas culturales urgen hoy espacios de diálogo y distancia crítica. En tiempos atravesados por la polarización extrema, la sospecha permanente, la precarización y en términos generales, la crisis; la gestión pública y privada de la cultura debe someterse a una radiografía sobre sus promesas incumplidas, sus desafíos vigentes, y, sobre todo, sus posibilidades de incidencia en un contexto de incertidumbre y transición.

Hoy en día, la agenda global de las políticas culturales plantea una serie de asuntos que marcan la pauta de los debates regionales y nacionales. Temas como el financiamiento a la cultura, la precariedad y las inequidades laborales de los trabajadores de la cultura, los impactos ambientales de las industrias culturales y creativas, la apropiación social del patrimonio o el uso de la inteligencia artificial en los procesos creativos, son fundamentales en la reflexión y diseño de programas culturales en países del norte y del sur.

Esta agenda global tiene un indesligable correlato nacional. En el Perú, desde hace algunos años, las políticas culturales se gestionan en un contexto de permanente crisis. La muy volátil institucionalidad cultural reflejada en los rápidos cambios de gestión pública; la precariedad de los trabajadores de la cultura acrecentada por el contexto de pandemia; el ataque a la libertad creativa o la constante discriminación a los pueblos indígenas, forman parte de nuestros propios retos. En particular, el país vive un momento de incertidumbre que hace difícil sostener los cimientos necesarios para desarrollar una política pública y desde allí, el horizonte de una mejor calidad de vida.

Esta situación convive, sin embargo, con una persistente convicción: nuestro patrimonio milenario, nuestra creación contemporánea y nuestra diversidad de cosmovisiones, saberes y lenguajes son parte constitutiva de los vínculos sociales y ambientales que nos permean y son un germen desatendido de nuestro enriquecimiento como personas y como colectivos. Aun desde la crisis, muchos insistimos en evidenciar las potencialidades de la cultura y sus expresiones: en demostrar su necesidad para una más amable convivencia ciudadana, en medir su impacto en la generación de empleos, en evidenciar su lazo con la mejora de nuestra calidad de vida. En breve, la cultura todavía es un espacio desde donde es posible imaginar un mejor “nosotros”.

Esta tensión entre las crisis y las posibilidades de la cultura tiene que ser justamente examinada con perspectiva crítica y convicción por el diálogo. En este marco, el evento “Política Culturales y Desarrollo Sostenible”, a realizarse en la Pontificia Universidad Católica del Perú en noviembre de este año, es vital. Organizado por la prestigiosa revista británica Cultural Trends, en asociación con la Escuela de Gobierno PUCP y coordinado por el docente e investigador Santiago Alfaro, convertirá al Perú por unos días en el epicentro de la discusión global en materia cultural. Invitados y expositores de más de 20 países, incluidos figuras como Néstor García-Canclini, Ana Rosas Mantecón, Mark Taylor, Jordi Baltà y otros de altísimo nivel; formarán parte de más de 50 actividades entre charlas, conversatorios, talleres y exposiciones de libre acceso. Temas como la política cultural y los derechos de los pueblos indígenas, la sostenibilidad y el patrimonio cultural, la libertad artística y los derechos culturales, la transformación digital e inteligencia artificial; nutrirán este evento que a su vez continuarán la discusión global en el campo, en el marco del evento Mondiacult 2025, a realizarse en Barcelona a fines de setiembre.

En el Perú, y en buena parte del mundo, las políticas culturales se anudan entre la incertidumbre, la resiliencia y la promesa persistente por construir desde la cultura un lugar mejor: quizá sea esta una enorme oportunidad para renovar esta promesa.